El tablero económico internacional atraviesa una reconfiguración profunda. La competencia entre potencias, la automatización y la fragmentación de las cadenas globales de valor están redefiniendo qué territorios serán capaces de atraer inversión y generar prosperidad. En este contexto, México ha logrado dar un salto histórico: por primera vez desde 2012, nuestro país superó a Brasil como principal receptor de inversión de capital emprendedor en América Latina, al captar 437 millones de dólares durante el segundo trimestre de 2025 frente a los 350 millones del gigante sudamericano. Este dato no sólo refleja una tendencia financiera; representa una señal clara de confianza global en la capacidad mexicana para generar innovación y valor desde el conocimiento.
Hoy, México cuenta con más de diez unicornios – empresas tecnológicas valuadas en más de mil millones de dólares – que demuestran la madurez de su ecosistema de innovación. Pero el siguiente paso es territorializar ese progreso. Es decir, convertir el éxito nacional en desarrollo regional. En ese sentido, Yucatán tiene una oportunidad única.
La región reúne tres condiciones que resultan estratégicas para las industrias “light”: talento joven, conectividad internacional y estabilidad institucional. Con una población de 2.3 millones de habitantes y una edad media de 30 años, Yucatán ofrece una fuerza laboral joven, adaptable y con alto nivel de alfabetización digital. Su sistema educativo alberga más de 600 mil estudiantes, de los cuales cerca del 14 por ciento cursa educación superior. Este volumen de formación universitaria, sumado a la creciente oferta de programas orientados a ingeniería, software, datos y matemáticas aplicadas, está produciendo el tipo de capital humano que las industrias del futuro demandan.
El ecosistema emprendedor local ya cuenta con más de 360 startups identificadas por Endeavor México, lo que muestra una base sólida para la creación de valor en sectores como fintech, servicios digitales, economía creativa o desarrollo de software.
La ubicación geográfica de Yucatán es otro de sus activos estratégicos. Su cercanía con los puertos del Golfo y los principales polos del sur de Estados Unidos – Houston, Miami, Nueva Orleans – le otorga una ventaja logística natural. Las rutas aéreas y marítimas permiten conectar con los mercados más dinámicos del continente en menos de dos horas de vuelo o tres días de navegación. Esta condición, unida a la existencia de once parques industriales y tecnológicos y una red portuaria en expansión, convierte a Yucatán en un punto de enlace privilegiado para operaciones de tecnología, innovación y servicios globales.
A diferencia de otros polos industriales que dependen de infraestructura pesada, Yucatán se posiciona en el campo de las industrias de conocimiento. Su principal fortaleza es la confianza: estabilidad política, seguridad pública y gobernabilidad. Estos factores, poco cuantificables pero decisivos, lo diferencian de muchos destinos de inversión en América Latina y explican por qué cada vez más empresas eligen establecer operaciones en la región.
El Renacimiento Maya propuesto por el gobernador Joaquín Díaz Mena debe entenderse justamente así: como un proyecto de transformación económica estructural, no sólo como una apuesta por infraestructura. Se trata de conectar la inversión con el conocimiento, la logística con la innovación y el crecimiento económico con la sostenibilidad social y ambiental.
En un entorno internacional que premia la agilidad, el talento y la certeza, Yucatán tiene la combinación adecuada. Representa la juventud productiva del país, está preparado, y tiene la ubicación y las condiciones para convertirse en el nuevo epicentro de la economía ligera del país: aquella que no se mide por el peso del acero, sino por la fuerza de las ideas.
Yucatán está listo para liderar el futuro de México en la economía del conocimiento.
