Simon Levy

La revolución de las tienditas: No hay tiempo para esperar al futuro

Si no le damos armas a la gente para que hoy pueda combatir en campos como el e-commerce, va a ser enorme el cementerio de Pymes, para cuando se nos ocurra construir un remedio.

No tenemos mucho tiempo para sentarnos a planear el futuro o para contemplar el mundo desde arriba, para luego pretender que estamos listos. No, tenemos que ser capaces de plantear una visión de futuro a largo plazo; ser estratégicos en esa construcción y empezar con acciones inmediatas, sobre una base: la modernidad ya no puede ser una fachada perfecta para la corrupción, ni para la manipulación de la libertad para unos pocos.

Es enorme la cantidad de negocios que cerraron por la pandemia actual. De acuerdo con el estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México, se estima que de los 4.86 millones de establecimientos micro, pequeños y medianos reportados en los Censos Económicos 2019, sobrevivieron 3.85 millones: un millón 10 mil 857 cerraron sus puertas y nacieron solo 619 mil negocios.

De ese universo, el 20.81 por ciento de los negocios cerraron definitivamente.

El comercio está desapareciendo poco a poco de las calles; los negocios tradicionales están perdiendo territorio contra el e-commerce y contra el monopolio de Amazon y Google. Si no le damos armas a la gente para que hoy pueda combatir en esos campos, va a ser enorme el cementerio de Pymes, para cuando se nos ocurra construir un remedio inservible.

Si el debate político se ha vuelto tan malo, tan rastrero, tan banal y tan populista, es necesario elevarlo, reacondicionar el valor del Estado y ponerlo otra vez en un lugar de responsabilidad y no de expectativas imposibles.

Al mismo tiempo, para exigir responsabilidad a la gente tenemos que ser capaces de darle las condiciones materiales para que el fruto de su trabajo se vea reflejado en esfuerzos. Y eso se logra a través de combatir este rezago digital, que es gran parte del problema de la desigualdad hoy en día.

Mi objetivo en el cual llevo trabajando varios meses, es concretar una ola masiva para preparar a más seres humanos para una economía que necesita cada vez menos de mano de obra barata para producir los mismos resultados, y más mentes brillantes para crear mejores realidades.

Alfabetizar digitalmente a las mayorías; crear el movimiento más grande de Pymes digitales en México con su tienda en línea; que los creadores vivan de su trabajo artístico y hacer que la economía del conocimiento se transforme de privilegio en derecho.

Hace una semana, echamos a andar la aplicación “@latiienditamx” la que por primera vez en el mundo, cualquier persona puede vender o comprar en línea libre de comisiones e intermediarios.

Ahora, imagina un sistema en donde solicitamos un carpintero o un plomero certificado y que el contratante y el trabajador hayan decidido empezar a trabajar y en sus primeras jornadas laborales no tengan dinero, el carpintero o el plomero podría crear su propia cripto-carpintero o cripto-plomero; así se obtienen dos tipos de fondeadores, de acuerdo a la calificación de los clientes va subiendo el valor de su criptomoneda; la gente va a comprar y a invertir con base en la confianza que genera el servicio y entonces cualquier persona podrá invertir en el carpintero y ganar réditos o intereses del trabajo del carpintero.

Entonces, ¿qué va a significar más? ¿que el carpintero tenga un título de una escuela tradicional o dos mil quinientas verificaciones? Es mi siguiente paso.

Eso sí es meritocracia real, no bla, bla, bla, ni echaleganismo: origen no es destino.

Este lunes próximo, el 30 de agosto, nacerá el primer movimiento nacional para transformar las tiendas de la esquina y papelerías de México en bancos de las colonias, en las zonas rurales y urbanas y así  masificar la inclusión financiera.

Estoy convencido que los factores de la producción no se concentran, se democratizan. No se trata de producir más pobres sino de crear sosteniblemente muchos ricos.

¿Quitándole a uno para darle al otro? No.

Solo quitándole la hipocresía al libre mercado y dándole piso parejo para competir.

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