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El sexenio del crecimiento negativo

Un logro de la 4T que ocupará a los estudiosos de historia económica por décadas será la destrucción de la inversión y el crecimiento de corto plazo y de los fundamentos para el largo plazo.

Andrés Manuel López Obrador ha conseguido lo que parecía imposible: reducir todavía más la tasa de crecimiento de largo plazo de la economía mexicana. No ha sido una labor sencilla, pero se ha dedicado a ella con singular energía y entusiasmo, destruyendo instituciones, canalizando el gasto público a elefantes blancos, cediendo inmenso poder a mafias criminales, haciendo pedazos el Seguro Popular y entregando buena parte de la educación pública a la CNTE. Esto, además de demostrar que las leyes están hechas para violarse por las autoridades, si así lo consideran conveniente, aparte de cansarse de insultar a empresarios nacionales e inversionistas extranjeros.

Esto, además de ser un cínico ratero que ha permitido la robadera a manos llenas por parte de una parentela y colaboradores enfocados en la rapiña. Gobernar no sabrá, pero es un maestro de la simulación, proclamándose honrado (a sacar el pañuelito blanco), mientras las corruptelas prosiguen imparables. Es incasable, eso sí, para perseguir a aquellos que lo han evidenciado.

Un logro que ocupará a los estudiosos de historia económica por décadas: la destrucción de la inversión y el crecimiento de corto plazo y de los fundamentos necesarios para el largo plazo. Una persona que llegó al poder prometiendo ‘primero los pobres’ y que se dedicó a dañarlos sin misericordia, dejándolos sin medicinas o tratamientos, particularmente a niños con cáncer. Además, cerrando albergues para mujeres violentadas, estancias infantiles para madres trabajadoras, comedores comunitarios para los hambrientos. Siempre decía lo mismo: se daría el dinero directamente a los afectados. Y sigue, con la idea más reciente siendo la de cerrar los hospitales psiquiátricos, al cabo a esos enfermos los puede cuidar la familia (ya se les dará el dinero). Es un democráta: daña a todos por igual.

Como lo hará con las generaciones futuras. La única fórmula para que haya más empleos y salarios más elevados es un crecimiento económico significativo. No sirve buscar medidas alternativas del bienestar, hablar de economía moral o, ya risible, argumentar que se puede ser feliz con poco y no hay que andar de aspiracionistas, que basta con tener un par de zapatos. Esto del hombre cuya parentela no se cansa de ostentar su súbita riqueza.

En 2022, la economía crecerá alrededor de 1.8 por ciento, más o menos al mismo ritmo el año entrante y poco más (como 2.0 por ciento) en 2024. De ser así, el crecimiento acumulado en los seis años del obradorismo será de 1.4 por ciento, esto es, alrededor de 0.2 por ciento anual. Esto, del hombre que no se cansó de criticar, como candidato (y con razón), que un crecimiento anual promedio de 2.0 por ciento era demasiado bajo. Por supuesto, el Covid dañó gravemente a la economía mexicana, como a todo el mundo. Pero en muchos otras naciones no tienen gobernando a destructores. La pandemia será para el tabasqueño algo así como Felipe Calderón: podrá culparla de todo lo que le salió mal. No por nada, proclamó en su momento que le venía ‘como anillo al dedo’.

El PIB crecerá muy poco durante el sexenio, pero mientras tanto, la población ha seguido aumentando. El Producto por habitante en 2022 estará en el nivel del registrado en 2014, mientras que para 2024 se espera llegue a una cifra ligeramente inferior a la de 2015, esto es, un retroceso de nueve años, y sin perspectivas inmediatas de mejora. Un demagogo autoritario puede violar leyes, pero no puede decretar crecimiento. Será el sexenio del crecimiento negativo.

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