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El sexenio del crecimiento negativo

Asumiendo que la economía crezca 6.5% en este año, entonces el PIB por habitante será 5.4% inferior al registrado en 2018.

Un rebote mediocre es lo que ahora festeja el gobierno. Se celebra que siguen aumentando las previsiones de crecimiento del PIB para 2021 y llegan ya a 6.0%, incluso en escenarios optimistas hasta 7.0%. Si se logra la primera cifra, será el mejor registro desde 1997. De alcanzar la segunda, habría que remontarse a 1981 para encontrar un crecimiento más elevado. El Presidente podrá presumir (y lo hará) que el antineoliberalismo, o su “economía moral”, logra números espectaculares.

El detalle es que en 2020 la economía se contrajo 8.5%, y que el año anterior lo hizo en 0.1%. Andrés Manuel López Obrador lleva nueve trimestres gobernando, y de ellos en ocho se registró un crecimiento negativo. Ni siquiera el sexenio de Miguel de la Madrid presentó un desastre similar. El Covid agravó, considerablemente, una serie de políticas erradas. La pandemia acabará por desaparecer, pero las acciones equivocadas persistirán.

El rebote que tanto se presume hoy, no compensa lo ocurrido ayer, y además la expansión posterior del PIB será pobre. AMLO se ha dedicado a destruir las fuentes de crecimiento de corto y largo plazo. Entre las primeras, obstaculiza la inversión privada, fomenta una inversión pública improductiva y destruye (más) el Estado de Derecho. Entre las de horizonte largo, arruina la educación (desde la básica que entregó a la CNTE hasta los posgrados, erosionando el Conacyt) y la infraestructura de salud.

Por 14 años como candidato, el tabasqueño criticó sin parar (y con razón) el mediocre crecimiento mexicano. Como Presidente, con singular ineptitud (no cualquier comete errores tan gigantescos en tan poco tiempo mientras que muestra absoluta certeza en mantener el rumbo equivocado) tendrá el peor desempeño económico desde la Gran Depresión.

Porque la población de México ha seguido, por supuesto, creciendo. Por eso es un país más pobre y desigual (en lo económico) y polarizado (en lo social) que en 2018. Todo indica que así se mantendrá hasta 2024. Será un sexenio de crecimiento negativo en lo económico, de regresión en lo político y destructivo en lo social, en tanto el Iluminado se mira en uno de los tantos espejos del Palacio que ocupa y descubre a una de las estrellas más rutilantes de la historia nacional y hasta del mundo mundial (mesiánico, al fin y al cabo).

Asumiendo que la economía crezca 6.5% en este año, entonces el PIB por habitante será 5.4% inferior al registrado en 2018. Considerando que la economía se expandiera 2.5% cada año entre 2022 y 2024, un supuesto optimista dada la destrucción de las bases para crecer, el PIB por habitante en el año final del obradorismo sería 1% inferior al del sexto año de Peña Nieto.

Hasta el último día de su gobierno, AMLO se la pasará culpando de las malas cifras a la pandemia global sin el menor atisbo de autocrítica. De ahí pasará a un retiro cómodo en lo económico (sin pensión, pero apoyado en la abundancia recabada gracias a las corruptelas de familiares y amigos), muy lejos del retroceso que infligió a millones de familias, quizá viviendo la fantasía de que encabezó un gobierno transformacional.

Será histórico, sin duda, como es todo lo que pretende López Obrador con respecto a su administración, pero en el sentido opuesto: el primer sexenio de crecimiento negativo en casi un siglo. Con esa vara juzgaba a los Presidentes y así será juzgado. Una medida fundamental para considerarlo el peor Presidente del México moderno.

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