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Corrupción + ineptitud + recortes = austericidio

El austericidio resultado del poder sin freno que ostenta un inepto y corrupto con la frialdad del sociópata y la absoluta convicción del mesiánico.

En memoria de las víctimas mortales en la Línea 12. Paz en su tumba y justicia en esta tierra.

Un hombre ignorante e inepto es Presidente de México. Un mesiánico que desprecia el conocimiento y la experiencia, pues se mira en el espejo y encuentra al Salvador por el que millones clamaron por años. No necesita de expertos ni asesores, sino de subordinados que sepan obedecer sus órdenes sin rechistar.

Ningún candidato recorrió tantos kilómetros del país asimilando tan poco. Por años Andrés Manuel López Obrador vio sin observar, oyó sin escuchar y leyó sin aprender. Su mente solo desarrolló dichos placeros y lugares comunes. Forjó en su mente un ambicioso proyecto de nación sin más referencia que sus propias (es un decir) ideas. El fósil de la UNAM mostró de nuevo su pereza mental al estudio y el análisis; le bastaban aquellas nociones básicas desarrolladas por sus numerosas voces interiores.

Así llegó al “gobierno rico, pueblo pobre”. Añadió lo evidente: la administración pública era muy corrupta. Ello mezclado con su pasión por una historia caricaturesca (la austeridad juarista) y una aparente pasión por las películas de Pedro Infante (“nosotros los pobres”). Todo encarnado en frases huecas, pero pegadoras, como “austeridad republicana” o “no roba, no miente, no traiciona”.

Concluyó que mucho del gasto público es un dispendio que es necesario cortar, para ese dinero usarlo en las verdaderas prioridades que requiere la nación, como buscar y refinar chapopote (invertir en educación y construir una meritocracia es neoliberal). El pretexto ideal para cortar cualquier programa es proclamar que está plagado de corrupción, sin necesidad de probar nada, menos investigar o presentar denuncias.

Quizá algo de las erróneas convicciones obradoristas se salvaría si fuesen sinceras. Por años el tabasqueño construyó una imagen de honradez y austeridad que muchos compraron a pesar de las evidencias en contrario. Hablaba de ser incorruptible y al mismo tiempo conducía su vida con abundante holgura. Al parecer se convenció, con razón, que lo importante no era ser honrado, sino decir y repetir que lo era.

Le funcionó (más o menos) como candidato, ya no como Presidente. López Obrador preside el gobierno más corrupto desde otro López (Portillo) de triste memoria. La putrefacción se extiende en niveles donde ya se había erradicado gracias a esos recortes salariales en nombre de la falsa austeridad. La parentela y colaboradores son exhibidos en todo su cinismo y rapacidad. Por supuesto que el Presidente se enfurece… ante los medios que muestran la cueva de ladrones que es su gobierno. Entonces se proclama el más atacado desde Francisco I. Madero. Un cinismo que ya no funciona.

La fórmula letal es corrupción más ineptitud y agregando los recortes que tanto gustan a AMLO para alimentar a sus elefantes blancos. Porque la prevención y el mantenimiento son (como la educación) lujos de los que se puede prescindir, al cabo que no pasará nada.

Hasta que pasa. Como niños con cáncer que mueren por falta de quimios o enfermos de Covid que fallecieron por falta de asistencia en ese sistema de salud que el Presidente decretó era como en Dinamarca. Más recientemente, un convoy del Metro que se desploma cuando se desmorona un puente bajo sus ruedas, con decenas de muertos y heridos. El austericidio resultado del poder sin freno que ostenta un inepto y corrupto con la frialdad del sociópata y la absoluta convicción del mesiánico.

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