Samuel Aguilar Solis

2026: un año peligroso

En varios temas estratégicos para el país no existe claridad del porvenir, así es que mejor nos vale tenerlos muy presentes.

Muchos se preguntarán, con el título de esta colaboración, si aún puede haber mayor peligro e incertidumbre de la que hemos vivido en los últimos tiempos, o si definitivamente existe la certeza de que las cosas seguirán en la misma inercia, o si aún irán a peor; pues lo que podemos decir es que definitivamente a mejor no irán y en varios temas estratégicos para el país no existe claridad del porvenir, así es que mejor nos vale tenerlos muy presentes. Veamos algunos.

En todo el régimen del obradorato la economía mexicana no ha crecido y a siete años, los morenistas han sido incapaces de generar no solo una política económica coherente, eficaz para que el PIB aumente y con ello generar empleos y a la vez los trabajadores y sus familias tengan un ingreso que les permita tener mejores condiciones de vida. El mercado interno ha mal sobrevivido por los apoyos de los programas sociales y por las remesas básicamente, pero los resultados económicos son desastrosos, el PIB en promedio sería de apenas 0.5% en todos estos años, y ojo, lo que ha permitido, aún en este estancamiento, que la tragedia no sea mayor, es la economía de exportación, 80% de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos, gracias al Tratado de libre Comercio que inició el primero de enero de 1994.

Pues justo este instrumento, el Tratado se revisará el próximo año, y un día sí, y el otro también el presidente Trump y su gobierno ponen en duda si se habrá de revisar ratificándolo de manera general y estratégica, o si se habrá de modificar para hacerlo bilateral y ya no incluir a Canadá (país que estaría también firmando uno similar en este escenario) o si en un arrebato de radicalización de Trump, y de las presiones y conveniencia política de su movimiento MAGA (Make America Great Again), definitivamente el Tratado como lo hemos conocido se desvanece y entra en una permanente relación comercial sujeta a la nueva política arancelaria que el presidente Trump ha sostenido desde su llegada a la Casa Blanca en esta segunda ocasión. Este escenario, sin duda, sería el peor para México, pero tenemos que tenerlo presente en el análisis, tal y como se está viviendo en estos tiempos tan gelatinosos.

El próximo año también, además de diversas elecciones locales en los Estados Unidos hay elecciones intermedias en el Congreso y ello da pie a varias narrativas y acciones de parte de Trump, de su gobierno, de los republicanos y del movimiento MAGA que pueden influir en sus acciones y decisiones en relación al Tratado Comercial. Como no somos adivinos de lo que pasará con esos resultados en noviembre próximo, tampoco sabremos si en caso de un escenario favorable a los demócratas, la Cámara de Representantes cambia su correlación de fuerzas y eso fuera a favor de los intereses de nuestro país en relación al Tratado, así es que prácticamente todo el año de 2026 estaremos en la incertidumbre.

Otro tema fundamental del presidente Trump es su combate a los cárteles de la droga, a los que incluso los ha denominado como organizaciones terroristas, y eso impacta directamente en los temas de seguridad en México, al ser justo el país sede de varios de estos cárteles, pero las acciones tanto de Trump, así como por sus presiones al gobierno mexicano, este también está apretando a las organizaciones criminales, y están impactando en acciones como el desmantelamiento de laboratorios donde se produce drogas sintéticas, así como la seguridad en la frontera que seguramente les es más difícil pasar la droga, la incautación de dinero, etcétera, lo que hace pensar que así como después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el gobierno norteamericano selló la frontera impidiendo también que con tanta facilidad los cárteles pasaron droga, hizo que que los cárteles se dedicaron a ampliar el mercado nacional y a diversificar sus actividades delictivas y volverse en esa lucha territorial más violentos, pues con condiciones muy parecidas hoy, se podría dar para que en 2026 sea un año más violento y más inseguro en el territorio mexicano.

Solo en estos dos temas de interés extraordinario para México, en una democracia normal, el jefe del Estado llamaría a todas las fuerzas políticas y sociales a la unidad nacional y a una serie de consultas para sostener una estrategia y un frente nacional ante el gobierno norteamericano, y en la construcción de un plan de desarrollo nacional de largo plazo, pero, en cambio la presidenta sostiene la narrativa propagandística de la confrontación y la descalificación a todos aquellos que no sean de su partido, con una actitud facciosa como es la que la identifica, pero además de buscar desviar de la opinión pública los gravísimos casos de corrupción y complicidad de muchos de sus compañeros con las organizaciones criminales, amén de negar o minimizar el estancamiento económico y/o los casos de violencia e inseguridad maquillando el tema de los homicidios con los desaparecidos; además de mantener la idea de los intelectuales rusos de la autocracia de allá de la “democracia soberana”, para que en 2026 un ex dirigente del Partido Comunista Mexicano, que era en su momento un peón del PCUS, “coordine” los trabajos de una reforma político- electoral, cuando bien sabemos que dirán que las reglas cambian, pero todo mundo sabrá que el vencedor será el mismo. Porque como mantra repiten que el pueblo está de su lado no se permitirá escribir y aprobar unas normas electorales que suponen lo contrario, es decir, un escenario donde en un juego de verdad libre y democrático ellos pierdan el poder. La ola de cambios que se vienen dando en América Latina los tiene aterrorizados y su reforma política para su idea de “democracia soberana” a la rusa los apura a aprobarla antes de la primavera para continuar en la ruta autocrítica, así es que por ello también 2026 será un año peligroso para las libertades.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Tiene salida México?
La estrategia: meter miedo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.