La manera como López Obrador se hizo del poder tuvo mucho que ver con el descrédito de la clase política de la partidocracia, que no solo había desdibujado sus características ideológicas, sino que además había una confluencia en la línea programática a seguir para el desarrollo del país, pero sin duda lo que más los identificaba era el apetito del uso del poder público e incluso de los recursos públicos para su uso personal y de grupo, es decir la corrupción galopante y su acompañante la impunidad, así se dio la cartelizacion del sistema de partidos y dio pie a la construcción de una narrativa populista que junto con un trabajo de tierra, recorriendo la totalidad de los municipios del país y dejando en cada uno de ellos la semilla de su movimiento, pudo no solo construir un partido político, sino en un tiempo récord hacerse del poder de la presidencia de la República.
El tema de los movimientos políticos con un liderazgo fuerte es que dicho movimiento depende solo de su líder, el populismo no tiene una ideología, pero tampoco una organicidad que le permita su institucionalidad, porque parte de su narrativa es la crítica a los partidos políticos y obviamente no quieren parecerse a ellos o que sus simpatizantes lo vean como tal, por ello la manera amorfa es su característica y las ideas, acciones programáticas y dirección política solo son las de su líder. Históricamente ese tipo de movimientos solo sobreviven hasta que su líder existe, salvo que busquen institucionalizarse como partidos políticos con una definición ideológica, un programa de acción y sobre todo una estructura orgánica que puede ser de comités territorializados , de cuadros políticos y/ o de organizaciones de masas, la experiencia francesa con el general Charles de Gaulle es esta última , al formarse como partido político teniendo como antecedente histórico el movimiento de la resistencia anti fascista y en cambio los movimientos del fascismo italiano con Benito Mussolini y el nazismo con Adolfo Hitler terminaron con su derrota militar y con la desaparición física de sus fundadores y líderes.
En el caso de Morena de López Obrador, este mantuvo un control absoluto de dicha organización tanto en el plano del movimiento como de la manera formal como partido político, pero no quiso hacer de ese mazacote un partido político institucional porque así era conveniente a sus particulares intereses y liderazgo , y si bien es cierto que le permitió ganar las elecciones presidenciales nuevamente, el detalle de que él personalmente no dirigía el movimiento y no esté públicamente hoy dirigiéndolo, aunque tras bambalinas sin duda tiene una gran influencia, es claro que es una especie de gigante con pies de barro porque salvo el comité nacional está formalizado en una elección, pero el resto de la estructura territorial en los diferentes niveles de este, no están actualizados, ni legalmente constituidos los comités, pero al tener el control de la autoridad electoral y una oposición casi inexistente no es observado, salvo las manifestaciones de descontento que a nivel local se dan entre algunos de los militantes por los espacios de representación política. Como es bien sabido la verdadera estructura para la movilización electoral de Morena se da usando a la estructura y recursos de la Secretaría del Bienestar a nivel federal y sus alianzas con los cárteles locales para la amenaza y coerción de la oposición o incluso dentro de sus mismas filas como se ha documentado en varios casos.
Ahora en los tiempos que corren de la búsqueda del registro de nuevos partidos políticos, es claro que todo la anteriormente señalado debería de servir de antecedente para ellos, amén de que los restos de la partidocracia opositora deberían de tener en cuenta que un elemento fundamental de su deterioro y de su ahuecamiento como organizaciones partidarias, pero sobre todo de su rechazo de los ciudadanos fue el alejamiento de sus reclamos, de sus demandas y de sus causas, justo por ese alejamiento de trabajo de base, territorial, olvidando que la fuerza partidaria depende del poder que alcancen en el campo popular, y que eso justamente es lo que hizo López Obrador y le permitió crear su movimiento “de regeneración nacional “ y con ese poder capturar el Estado mexicano como lo tienen ahora.
Sin embargo la incapacidad en Morena de ser un verdadero partido político y la ausencia pública de su líder real, con los casos de corrupción documentados y sus nexos con el crimen organizado para hacer de la captura del Estado el instrumento de sus patrimoniales intereses en los siete años del obradorato ,muestran la oportunidad también para quienes buscan el registro como partido político con esta coyuntura para ir generando la alternativa para desplazar a Morena del poder; es sin embargo también un acicate para la oposición partidista si quiere encontrar un espacio para revivir, y no continuar en la senda de la irrelevancia política hasta su desaparición. La emergencia del populismo autoritario y la destrucción de la democracia mexicana, así como la instauración del actual régimen autocrático debe de pasar por la autocrítica de la oposición y del análisis de las causas que llevaron a ese alejamiento físico de los políticos con sus militantes y con las causas y necesidades de los ciudadanos en el territorio.
Las divisiones internas en Morena y el hecho de que prácticamente su verdadero líder no pueda aparecer para dirigirlo personalmente es la coyuntura para que las oposiciones encuentren el espacio para la creación de la alternativa partidista y construir la ruta para disputarle el poder a Morena antes de que la podredumbre que han hecho de instituciones que eran respetables como las fuerzas armadas y la metástasis de la corrupción que ya los caracteriza pudra y cimiente aún más un Estado fallido en México.