Samuel Aguilar Solis

Salvar la democracia

El próximo domingo si salimos masivamente a votar, tenemos una gran oportunidad de salvar la democracia. Eso sí es hacer historia de la buena.

Ha llegado la hora de votar y votar masivamente a favor de las libertades, de la democracia, y del respeto al orden constitucional que durante muchos años y con muchas luchas nos hemos dado los mexicanos. No exagero al decir que acudimos a una cita con la historia, porque del resultado electoral dependerá el futuro de nuestro país, en muchos aspectos; veremos si las instituciones democráticas resisten el embate del autoritarismo después de tantos golpes recibidos por López Obrador o si han sido lo suficientemente duros que se derrumben y estamos viendo solo ya el cascarón.

Creo que aunque los ciudadanos las percibimos abolladas por el poder autocrático y débiles para el reto que se tiene el día de la jornada electoral, una gran participación ciudadana las puede robustecer y lograr sostener de pie la democracia. No será fácil la jornada, como nada fácil ha sido el proceso electoral, ya que la intervención gubernamental ha mantenido una cancha dispareja en la contienda.

Ha sido una campaña electoral violenta, sangrienta, y también con una descarada e ilegal participación del Presidente, donde las violaciones a la Constitución y a las leyes electorales por su parte han sido de manera permanente y las sanciones timoratas de la autoridad electoral ni las ha atendido ni tampoco la autoridad hace nada más; aún así, la oposición al autoritarismo ha mantenido la movilización, la organización y el ánimo de triunfo, y sin duda mantiene un alto porcentaje de posibilidades de obtenerlo, un triunfo que logre mantener viva la llama de la libertad, el pluralismo, el equilibrio y separación de poderes, el respeto a la ley y salvar la democracia mexicana.

En nuestro caso, el retroceso democrático inició paradójicamente con un acto democrático en las urnas y por voluntad de los ciudadanos en 2018. Recordemos que como dicen Steve Levitsky y Daniel Ziblatt en Cómo mueren las democracias ( Ed. Ariel 2018), “las democracias no mueren solo por golpes militares también mueren lentamente”, y el populismo autocrático es una de las formas por las que mueren lentamente. El próximo domingo tenemos pues la oportunidad de salvarla si masivamente acudimos a las urnas, solo así, porque el día de las votaciones es la culminación de una etapa por la defensa de la democracia y no ‘un trámite’, como la candidata del populismo autocrático lo define. El domingo tenemos que hacer ‘un corte de caja’ de los resultados del obradorato porque no hay que olvidar que para el populismo autoritario, las elecciones son un mecanismo plebiscitario y nosotros los ciudadanos tenemos que reafirmar nuestra desaprobación ante tanta destrucción institucional, ineptitud gubernamental, corrupción, violencia e inseguridad y un estado de policrisis que se vive en nuestro país.

Durante los últimos seis años Mexico ha padecido uno de los peores gobiernos de que se tenga memoria, los resultados del obradorato hablan: la economía NO ha crecido y el promedio sexenal alcanzará apenas el 0.8 por ciento; vamos a ir a votar en medio de un país ensangrentado, violento e inseguro que ha dejado hasta hoy 188 mil asesinatos y más de 100 desaparecidos; un sistema de salud en crisis, donde según Coneval, 50.4 millones de mexicanos no tienen ningún servicio de salud por parte del Estado y los que lo tienen encuentran anaqueles vacíos de medicamentos, equipos médicos descompuestos y sin mantenimiento, y citas médicas cuando no lo requieren los derechohabientes, o el pésimo manejo de la pandemia de covid que dejó 806 mil 619 muertes en exceso y 297 mil pudieron evitarse; un sistema educativo deplorable y con un grave retroceso después de la pandemia y de la ‘política educativa’ , ideologizada y ramplona, amén de que desaparecieron las escuelas de tiempo completo; bastos sectores sociales sin apoyos de programas cuando suceden catástrofes y emergencias como la sequía, temblores o huracanes, entre otros, porque en 2020, este gobierno nefando desapareció 109 fondos y fideicomisos destinados justo para este tipo de situaciones; un país militarizado y no solo por la presencia física de estos en el territorio nacional, sino además por el encumbramiento dentro del poder, a través de llenarle a la cúpula los bolsillos con obras públicas sin licitar, con todo lo que ello conlleva; una narrativa polarizante y de descalificación para periodistas, medios de comunicación, opositores y quien se atreva a criticar al gobierno y sus graves señalados actos de corrupción en el primer círculo presidencial; unas finanzas públicas que ya crujen y que los expertos, desde ya, señalan que el próximo año tendrán un déficit de cuando menos 750 mil millones de pesos. Por falta de espacio no abundamos, pero esa es la realidad del saldo de un pésimo gobierno que además, ya rayando la locura, su candidata dice que quiere superar esto para “seguir haciendo historia”.

El populismo autocrático no solo quiere la presidencia de la República, sino que pretende coronarse con la desaparición de la representación social del pluralismo de la sociedad en el Congreso, para que, junto con el control de la Suprema Corte de Justicia de de la Nación y del Instituto Nacional Electoral (INE), instaurar el poder de una sola persona, es decir, darle carta absoluta al populismo autocrático. Así estaría terminada la democracia mexicana. El próximo domingo si salimos masivamente a votar, tenemos una gran oportunidad de salvar la democracia, eso, eso sí es hacer historia de la buena. Que así sea.

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