Samuel Aguilar Solis

Amenazas a la democracia

Los simpatizantes de Bolsonaro y algunos más anti Lula quisieron desconocer los resultados electorales para sus respectivos presidentes.

Como queriendo emular a la turba que los seguidores de Trump realizó en el Congreso norteamericano hace apenas dos años, así, movilizados de todo el amplio territorio que conforma Brasil, los simpatizantes de Bolsonaro y algunos más anti Lula quisieron, como los de Trump, desconocer los resultados electorales para sus respectivos presidentes, bajo la narrativa, obvio sin ningún argumento legal, de que no habían ganado las elecciones y había que deponerlos, incluso en el caso de los bolsonaristas llamando al ejército a que ejecutara un golpe de estado.

En México, en el 2006, por varias semanas ocupó López Obrador con sus simpatizantes la principal avenida de la Ciudad de México, sin más argumento de que se le había hecho fraude y sin nunca lograr presentar las pruebas de ello, pero desde ese tiempo (y aún hoy que democráticamente ganó las elecciones en 2108) ha dejado esa narrativa y ahora más parece que no solo para mantenerse como una víctima de sus fantasmas, sino tal pareciera que preparando el escenario para 2024 si los resultados electorales no le fueran favorables; y eso es justamente lo preocupante que desde ahora tenemos que advertir y procurar desbarrancar, ese discurso que se asemeja perfectamente a los de los populistas que hemos mencionado de los brasileños y de los estadunidenses.

La alternancia, como bien decía Felipe Gonzalaez, el ex presidente del gobierno español, “es la aceptabilidad de la derrota” y cualquier demócrata tiene que aceptar los resultados electorales aún y que solo fuera un voto al final, siempre que todo el proceso haya sido legal y conforme a las reglas democráticas que la ley y las instituciones encargadas del proceso por mandato constitucional hayan realizado. Pero quien siempre ha cuestionado no solo las instituciones: “al diablo con sus instituciones” y " no me vengan con que la ley es la ley” (López dixit ); desde ahora comienza a presentar un escenario de duda para entregar el poder si el resultado le es desfavorable o de controlar a cualquier costo el proceso electoral y a la autoridad encargada de organizarlo y de dar a conocer a los ganadores, amén de que, como todos sabemos, no existe una historia de aceptación de la derrota más que la de el 2018 y con el agregado de “que pese al INE”, bien nos deberíamos de preparar para desenmascarar esa sarta de mentiras y medias verdades que acompañan el discurso de los populistas y autócratas.

Desde ahora irán construyendo que las elecciones de 2024 serán una especie de encrucijada: " o continuamos por nuestra ruta o regresará la “mafia del poder”, cuando continuar por la senda de estos cuatro años es más violencia e inseguridad (ahora ya van 144 mil homicidios dolosos); la economía en los últimos cuatro años en promedio es abajo de cero, y la corrupción y la opacidad del gasto gubernamental están sin control, la pobreza y desigualdad continúan acentuándose; o qué decir del negacionismo climático como recientemente se acaba de evidenciar en la reunión trilateral del TEMEC, o del antifeminismo presidencial, el desprecio a los medios de comunicación y el ataque directo a periodistas y así los demás temas más prioritarios por el estilo. Pero si la narrativa, según el manual populista, inicia con el no reconocimiento de los resultados electorales, “los otros datos” son el estribillo para negar información dura e incluso estadísticas de su propio gobierno sino le son favorables a los intereses políticos de su narrativa.

El resultado electoral del 2021 a nivel federal para la renovación de la Cámara de Diputados, y particularmente en la Ciudad de México, en las alcaldías, debería de ser un referente del comportamiento electoral de los ciudadanos que la oposición debería de LEER de manera correcta y además, incluir también a MC porque no basta la suma de las siglas de la oposición sino la construcción de una narrativa y el acercamiento físico a nivel territorial con los ciudadanos para empujar las candidaturas que no solo vean la presidencia como coto de poder sino como la lucha para salvar la democracia en nuestro país.

Del famoso “plan B” que el autócrata de Palacio logró sacar en el Congreso, ahora con la nueva presidencia de Corte, ese máximo Tribunal estará bajo presión, pero no olvidemos que solo le importa que el periodo de inicio del proceso electoral se alargue lo más que se pueda para mantener a flote su " gobierno” con algunos de sus colaboradores; que el INE no realice el PREP para en caso de que el resultado electoral sea cerrado, impulsar toda su narrativa y manipular con propaganda un resultado ad hoc a sus intereses; y por último, buscar de todas las formas amarrarle las manos al Tribunal Electoral para que no inhabilite a sus candidatos por actos anticipados de campaña.

Lo que está pasando en otros países debe de servirnos de lecciones para prepararse y observar detenidamente lo que están dispuestos hacer para no dejar el poder aunque el voto ciudadano no les sea favorable, hoy la oposición partidaria son cascarones que sin el apoyo de la sociedad solo le servirían de aperitivo al populismo morenista y si no están a la altura de los retos no solo el país en abstracto está en riesgo sino que la sobrevivencia de esos saldos partidistas del pasado pueden fácilmente ser los primeros en volar por los aires, así es que más les vale que se “pongan las pilas” y se acerquen más al pueblo y trabajen en un proyecto democrático de nación.

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