Salvador Garcia Linan

Justicia a las enfermeras

Las enfermeras son heroínas por la posibilidad latente de morir y aun así, en México reciben escaso e injusto reconocimiento.

Definición tradicional de la actividad profesional de una enfermera, definición que ya fue rebasada por el Covid-19: “Una enfermera (o enfermero) es una persona capacitada para cuidar enfermos y que ha recibido su educación médica profesional en la base científica, apoyada en una respuesta humana y sensible, como asistente de un médico”.

Ahora, con el Covid-19, ha cambiado el enfoque de la definición, por la presencia siempre mortificante y muy peligrosa ante el contagio, por ello las enfermeras son heroínas, por la posibilidad latente de morir y aun así, en México reciben escaso e injusto reconocimiento.

Las enfermeras pugnan porque se les proteja mejor contra el peligro mortal del contagio y que se les reconozca su labor, pagándoles mejor, dotándolas además de protección total y que en los hospitales se les suministre un trato justo, digno y profesional, no obligándolas a doblar un turno, después de haber pasado casi diez horas en el turno de la noche.

Los médicos suelen tratarlas con altanería e impaciencia, sin considerar que con suma frecuencia las enfermeras tienen bajo su responsabilidad hasta 12 y 15 enfermos graves y moribundos por el coronavirus. Pero sin la asesoría específica de las enfermeras, por su cercanía con los enfermos, el médico podría fracasar en su enfoque profesional.

¿En qué grado las manos de una enfermera la distinguen, frente a un enfermo contagiado del coronavirus, de los demás seres humanos que no están en contacto total con los moribundos? ¿Cómo dormir esa noche si le ordenaron que le quitara la máscara de oxígeno a un anciano, para colocársela a un joven?

Por ello y por otras muchas razones, están muriendo a todas las horas de un día enfermos mayores de 60 años: por la falta de atención oportuna como vacunación y equipo adecuado para sobrevivir. ¿Han escuchado en alguna ocasión al burócrata Gatell elogiar y reconocer el sacrificado trabajo de ser enfermera en la pandemia, que ya mató a cientos de ellas en México y que además ha eliminado a cuatro o a seis millones de seres humanos en el mundo?

(Dedico esta columna a las enfermeras exalumnas de mis conferencias, en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM).

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