La Feria

La normalidad de la prensa crítica

En su pretensión de que son tiempos de tomar partido, Andrés Manuel López Obrador olvida el pasado inmediato, y la función de la prensa, comenta Salvador Camarena.

No había internet, pero en muchos rincones de México, además de sus ciudades importantes, siempre hubo lectoras y lectores ávidos de información no manipulada por el régimen priista. Ocurría hace 50 años, ocurrirá en los tiempos por venir. Aunque no le guste al gobierno que se presenta como "transformador".

La semana que termina ha sido particularmente mala, por ataques desde el poder y desde las redes sociales ligadas al mismo, para la prensa crítica.

En su pretensión de que son tiempos de tomar partido, Andrés Manuel López Obrador olvida el pasado inmediato, y la función de la prensa.

El pasado porque su triunfo de 2018 es impensable sin la cobertura periodística que múltiples medios, entre ellos varios de esos que hoy "balconea", nunca dejaron de hacer en las tres décadas que duró su ascenso en la política nacional, años en que siempre hubo espacios para la difusión de sus legítimas denuncias.

Le guste o no, el presidente López Obrador es también el producto de varios medios. De Proceso, de La Jornada y de Reforma, para empezar. Ahora, a dos de esas plataformas las denuesta. A la otra, la consiente con publicidad oficial. No hace falta decir cuál es cuál.

Desde los años noventa, esos tres medios han cubierto las andanzas de López Obrador. En aquellos tiempos, antes de la masificación de internet, no eran pocos quienes buscaban "la prensa nacional" en los kioskos más remotos del país para saber lo que decían, denunciaban y proponían aquellos que no solían estar presentes cada día en las grandes cadenas de televisión.

En la radio nacional y regional también hubo quien abrió espacios a la izquierda cardenista, a lo que luego fue el PRD y, por supuesto, a AMLO.

¿Alguien duda de lo que, para seguir hablando de radio, Carmen Aristegui ha hecho para que este país tenga la vida democrática medianamente solvente que aún disfrutamos? Pues hasta a ella le ha tocado padecer en estos días el acoso de personajes del entorno de López Obrador.

Porque ya sea en un montaje mañanero en el que Andrés Manuel se despoja de la investidura presidencial para ponerse la cachucha de jefe de la campaña de Morena y "denunciar" en Palacio Nacional un "complot"; o ya sea por ataques en las redes sociales a quienes osan revisar lo que pasa en Notimex –y ya no se diga por la discrecionalidad con la que sigue comprando publicidad oficial–, el caso es que el actual gobierno ha enviado un mensaje claro: hoy reniegan de lo que ayer les hizo menos arduo su acceso al poder, hoy lamentan que existan medios –entre ellos El Financiero– desde los que se cuestionan políticas públicas, ocurrencias, inoperancia, improvisaciones, opacidad, obras y hasta, pero no cosa menor, "el modito" de esta administración.

Ese cambio de postura no es original. Antes de López Obrador, otros opositores han reclamado la diferencia de trato que los medios les dan apenas se convierten en gobernantes. Lo que es obvio para cualquiera, a los políticos se les atraganta: la prensa crítica abre sus páginas a quienes cuestionan al poder, lo ostente quien sea.

Y si con Peña Nieto vimos espionaje en contra de periodistas y política del garrote publicitario contra los críticos, en la presidencia de AMLO vemos que se tolera y fomenta un ambiente en el que no es condenado que se vapulee a libres pensadores o se hackee a plataformas periodísticas como Animal Político, al tiempo que se privilegia la interlocución con impresentables patiños en las mañaneras.

Esa es la nueva normalidad que en materia de la libertad de expresión propone el gobierno. La que quiere AMLO para el ejercicio de la libertad de prensa en nuestro país.

Pero no hay duda sobre cómo será el futuro. A pesar de las condiciones pretendidas por quien antes se benefició de la valentía de medios críticos, no pocas plataformas periodísticas volverán a tomar partido por la única opción que encuentran válida: la función de escudriñar al poder.

Y al hacer tal cosa, a pesar de los bots y las campañas oficialistas, en todos los rincones de México la prensa encontrará mentes libres sedientas de información que contribuya a construir un mejor país, le guste o no a YSQ.

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