La Feria

AMLO gana (otra vez) a los catastrofistas

Si quieren ganar el debate, los opositores deberían comenzar aceptando que la economía de López Obrador no es vista como un desastre.

Vez tras vez Andrés Manuel López Obrador ha derrotado a los agoreros del desastre. Quizá porque éstos prefieren explotar el tremendismo de las grandes declaraciones antes que buscar argumentos más persuasivos. La marcha de la economía mexicana es el último ejemplo de ello.

Como se sabe, el lunes se presentó el documento Punto de partida. Cito el párrafo con que abre el capítulo Prosperidad:

“La economía mexicana se derrumbó. Su caída se ahonda cada año. La inflación es la más alta en décadas. Este será un sexenio de crecimiento cero, lo terminaremos con un deterioro significativo en el PIB per cápita y una pésima distribución del ingreso de que se tenga memoria. La macroeconomía ha podido sortear hasta el momento los problemas financieros y fiscales, pero a un alto costo, ya que, si bien se han elevado los salarios mínimos, este aumento peligra ante la inflación. Las finanzas públicas se verán cada vez más ajustadas”.

En ese párrafo metieron tantas cosas, tan contundentes y con tan poco contexto, que no tardó la realidad en poner en entredicho, para empezar, la tremenda línea con que arranca ese capítulo: “La economía mexicana se derrumbó. Su caída se ahonda cada año…”.

La economía mexicana, nos dijo 24 horas después el INEGI, creció 3 por ciento, una cifra presumible por el gobierno luego de un año de guerra en Europa.

Estamos hablando de narrativas. Quién será más contundente frente a la ciudadanía, AMLO con un Producto Interno Bruto anual de 3 por ciento en el bolsillo, o las personas que el lunes sentenciaron un derrumbe económico.

Con toda razón, los expertos nos dirán que la cifra es insuficiente porque el sexenio ha crecido prácticamente nada en cuatro años, porque somos más mexicanos entonces deberíamos crecer mucho más para que haya las oportunidades para quienes se agregan al mercado, porque hay señales de enfriamiento…. Pero qué prefiere escuchar el ciudadano: ¿un crecimiento que resultó prometedor o que estamos en el derrumbe?

Y no es que el párrafo de marras diga per se mentiras. La economía mexicana sí enfrenta retos complejos, y está lejos de un momento saludable. Pero se ahorra un contexto: la pandemia y sus catastróficos efectos inflacionarios, por ejemplo, o que este gobierno aumentó como nadie los salarios mínimos o que, en términos generales, aunque se ha resentido la carestía, las y los mexicanos saben cuán distinto es esto que vivimos, y una crisis de verdad.

Hablando del poder de las percepciones. En Tijuana la semana pasada el dólar era vendido en casas cambiarias en 18.60 pesos. Gente como Enrique Quintana ha explicado perfectamente cómo traumas económicos del pasado hacen que las y los mexicanos veamos la apreciación de nuestra moneda como una gran noticia así lo resientan exportadores, e incluso migrantes, que mandan muchos dólares, pero rinden menos pesos.

Si el Presidente hubiera tomado otras decisiones –no cancelar Texcoco, tener en los primeros años un secretario de Infraestructura de verdad, poner en CFE a gente capaz y apurar la generación de energía limpia para aprovechar la geolocalización de empresas…– quizá tendríamos más crecimiento, mejor perspectiva. No lo hizo, pero ese hubiera no es echado de menos por quienes ven que en cambio da pensiones a quienes no tenían.

Vivimos, sin duda, un deterioro estructural que implica serios riesgos. Pero si quieren ganar el debate, los opositores deberían comenzar aceptando que la economía de AMLO no es vista como un derrumbe. Y que si Estados Unidos mejora, en una de esas México crece más este año y el que sigue. ¿Quién entonces ganará –otra vez– la narrativa?

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