Columnista invitado

La economía contra el cambio climático

 

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Paso desapercibido, pero el lunes 17 de septiembre fue un día de importancia universal: 61 naciones ratificaron los Compromisos de París y con ello se les han dado validez legal y planetaria.

México (y por primera vez la Ciudad de México, con personalidad propia) firmaron dichos compromisos y desde entonces los chilangos quedamos obligados a desplegar acciones a gran escala, masivas y de largo plazo, para combatir el calentamiento de la tierra y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Es una responsabilidad crucial porque –literalmente- nos va la vida en ese problema (sin ninguna duda, el más acuciante para toda la humanidad).

El doctor Miguel Ángel Mancera, lo comprendió y sostuvo recientemente: "La Ciudad de México adquirió varios compromisos que queremos cumplir a cabalidad y que implican, sobre cualquier otra cosa, el desarrollo de una economía que soporte una gran transición energética: reducir fuertemente el consumo de combustibles fósiles y fomentar la utilización de energías de nuevo tipo".

En esas estamos. Y para ello, convocamos a una gran Exposición de empresas y expertos, nacionales e internacionales, que pudieran ayudarnos a conocer lo que hacen otras grandes Ciudades y a construir nuestro propio plan: crear una economía nueva que pueda sustentar ese cambio, ya urgente. Y lo que encontramos –si– son graves problemas, pero también signos muy alentadores, en especial, el hecho de que ya existe un desplazamiento energético, empresas y organismos que están movilizando recursos y nueva tecnología para convertir a la Ciudad en un agente significativo del cambio.

El sector automotriz está embarcado en ese cambio y expusimos las alternativas para el transporte eléctrico. La industria en la Ciudad está asumiendo su compromiso de reciclar material, no usar agua y no emitir gases contaminantes. Tenemos grandes proyectos en puerta en el Gobierno de la Ciudad, que pueden empezar a andar rápidamente, si la fanática austeridad que se nos impone no los trunca o los pospone. Y no menos importante: la CDMX tiene el respaldo de la comunidad científica internacional y nacional, que simboliza tan bien la presencia en la Expo del Premio Nobel, Rajendra Pachauri, máxima autoridad científica en Cambio Climático.

Creo que luego de meses de la instrucción del doctor Mancera y de una colaboración productiva con la SENER, se está conformando en la Ciudad de México una agenda económica contra el cambio climático.

Aquí puedo resumir los puntos.

1) Fijar en la Constitución de la Ciudad de México la obligación de apoyar su crecimiento futuro en energías limpias, para su desarrollo económico, movilidad y vida cotidiana y para largo plazo; 2) Renovar y hacer más poderoso un programa de "cero deforestación" en la región sur de la Ciudad, donde se encuentra el vital suelo de conservación, el territorio de la captura de carbono; 3) Revisar el programa del cambio climático de la CDMX a la luz de los acuerdos de París; 4) Constituir un grupo independiente del más alto nivel para relanzar el programa del cambio climático, innovar e incluir en la infraestructura y la política económica futura; 5) el terreno que dejará el Aeropuerto Internacional, es una zona estratégica para modelar el tipo de desarrollo –incluyente, justo, limpio y moderno– que deberá imaginar la Ciudad para su propio futuro; 6) establecer un gran acuerdo con el sector inmobiliario para multiplicar la eficiencia energética de las nuevas y viejas edificaciones en la Ciudad; 7) El sector del transporte público, es unas de las claves para dejar de emitir toneladas de gases de calentamiento, por lo que su transformación es crucial y debe regirse por un plazo; 8) Es necesaria la ampliación y modernización del sistema de medición de gases en la Ciudad; 9) Es indispensable una política de producción limpia a lo largo de empresas, mercados, edificios oficiales, viviendas, pero no menos importante, una política de consumo limpio; 10) Lo que es más, la principal palanca para impulsar el cambio energético en la Ciudad es su enorme poder de compra. Hay que enfilar la ingeniería financiera de la Ciudad para que sus grandes sistemas consumidores de energía (el Metro, sistema de aguas, etcétera) se muevan pronto con energía producida mediante fuentes limpias y renovables, y 11) Resulta indispensable la creación o reconversión de una oficina especializada en el cambio económico y energético, para la CDMX.

En otras palabras, la política contra el cambio climático lo es casi todo: una política económica, ambiental, social, tecnológica, de salud y también, una política cultural. No hay tiempo ni alternativa: la equidad social y el combate al calentamiento global son parte de la misma agenda, signada en París, y que toca resolver a esta generación.

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