Grinch, el abominable, ha robado a la nación. Juró obedecer la Constitución y defender las leyes que de ella emanan. Pero sus miedos y su ambición lo llevan a defender su poder a costa de todo y el precio es la democracia, que le estorba y le amenaza. Aun cuando las encuestas le otorguen alta aprobación, él sabe que no ha cumplido, que su persona y su familia estarían en riesgo si su corcholata pierde la elección de 2024. Desconfía y prefiere cambiar el sistema electoral para controlar una elección de Estado, sin riesgos y con garantías. Perverso como es, violó la disposición de la Cámara de que no puede atenderse el mismo asunto en un solo periodo legislativo, cuando ya ha sido rechazado.
Con violaciones al debido proceso legislativo aplicó el fast track sin importar la constitucionalidad de las reformas. Acabar con el INE y el TEPJF, disminuyendo sus facultades y atribuciones. Ya no pueden emitir lineamientos, ni hacer interpretaciones de la ley, se anulan sentencias pro persona o progresivas de derechos humanos.
Se reducen sus estructuras y su personal profesional; se recorta la capacitación, los funcionarios de casilla ya no serán informados de sus labores y serán seleccionados por organismos auxiliares que seguro tendrán un sesgo morenista que no cuente bien los votos. El Grinch quiere acabar con la diversidad, la pluralidad y la democracia. La Navidad está permeada por la incertidumbre del futuro de nuestro país.
Las mujeres salimos perdiendo mucho. La paridad se supedita a las “estrategias de partido”. La autonomía de los partidos no puede ser cuestionada por los órganos electorales y tampoco pueden impedir sus registros de candidaturas, aun cuando no se aplique la paridad. Es claramente anticonstitucional y misógina la propuesta. No más obligación de candidatas a gubernaturas o a presidencias municipales. No más nulidad de elecciones por violencia política contra las mujeres, no más medidas cautelares. Décadas de feminismo a la basura. Se quiso interpretar la paridad como 50/50 y no como principio constitucional, lo que implica la paridad es un piso, no un techo.
En el Senado, Ricardo Monreal señaló 21 aspectos inconstitucionales de la minuta enviada por la Cámara de Diputados, como la ley de comunicación social, crear un sistema nacional de elecciones, cuando éstas son facultad exclusiva del INE, limitación de la plenitud de jurisdicción del TEPJF y de las facultades reglamentarias del INE. Limitación de las tareas administrativas de los OPLES, eliminar las 300 juntas distritales, con personal de carrera, y sustituirlos por organismos auxiliares temporales, que introducen discrecionalidad en la elección de funcionarios de casilla.
Se viola el artículo 41 de la Constitución al desaparecer la Secretaría Ejecutiva, la Junta General Ejecutiva, la Oficialía Electoral y la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral, agregó el Senador. Sucede lo mismo con la Comisión de Administración, así como cambiar la denominación del Poder Ejecutivo Federal. Se viola la autonomía del INE en cuanto a su organización al desaparecer al Secretario Ejecutivo. En cuanto al conteo de votos, se incluyen los emitidos por candidatos independientes perdedores lo que altera listas plurinominales y es anticonstitucional.
La eliminación de la Sala Regional Especializada del TEPJF que crea una sección en la Sala Superior no prevista en Constitución, y la impresión de boletas por la SEP viola la autonomía de este órgano. Al supuestamente ampliarse el voto de mexicanos en el extranjero se viola el artículo 41, pues el voto debe ser libre, secreto y directo, lo que no cumple internet.
También, afirma Monreal, se violenta la imparcialidad en la contienda al permitir a servidores públicos utilizar la propaganda gubernamental en su provecho. Son aún más las violaciones, tanto del proceso legislativo como de las disposiciones legales. El Grinch quería una Navidad sin celebraciones opositoras. Pero el engrudo se hizo bolas al interior del propio Morena con las coaliciones y transferencia de votos, ya prohibidas por la SCJN. Y no pudieron concluir el golpe a la democracia.
Sin embargo, en febrero, volverán las mayorías a operar. Pasadas las fiestas decembrinas el Grinch seguirá combatiendo la democracia, la unidad de lo diverso y los acuerdos. Ya para entonces sabremos si la presidencia de la SCJN logra una independencia o es sumisa al Grinch. De cualquier forma, lloverán impugnaciones ante la SCJN. Sin duda habrá movilizaciones que AMLO descalificará.
Ante este escenario, los partidos de oposición optaron por mantener los actuales liderazgos. No están de acuerdo muchos, algunos porque eran aspirantes, otros por la actuación de sus dirigentes, otros por aspectos democráticos y reglamentarios. Pero ante la emergencia nacional, cambiar de caballo a mitad del río no parece lo más sensato, sobre todo si esa maniobra da pie a confrontaciones y mayores divisiones internas. Habrá quejas y acciones jurídicas, pero lo que preocupa es mantener la unidad de la alianza Va Por México, aunque los partidos no sean perfectos, ni tampoco muy incluyentes. Sin embrago; es el canal de representación del que disponemos.
Con todos sus vicios, errores y divisiones internas, los partidos son quienes deberán encabezar, por ley, la competencia electoral. Pero hoy hay un nuevo elemento, el peso y el reclamo de la sociedad civil. No pueden ignorarla si quieren lograr votos. Y la sociedad tampoco puede desligarse si espera una copiosa votación que evite tentaciones de conflictos poselectorales, por supuesto fraude, en una elección de Estado.
La nueva coyuntura partidos-sociedad civil organizada es la única fórmula que por el momento se visualiza como competitiva. Si a eso agregamos gobiernos de coalición, para acotar al Presidente, mayorías coaligadas que debatan las mejores políticas públicas, y que los partidos elaboren un programa con base en las causas de la sociedad, entonces el panorama abre mejores posibilidades de una derrota del oficialismo. No es fácil. Pero tu arma es tu voto.