Rosario Guerra

Partidos

La ciudadanía desconfía de los partidos políticos. La democracia, sin embargo, requiere de estos institutos para poder plantear opciones de gobierno.

Rosario Guerra

La ciudadanía desconfía de los partidos políticos. La democracia, sin embargo, requiere de estos institutos para poder plantear opciones de gobierno y realizar las elecciones que definirán políticas e instituciones. Por eso nuestra legislación concibe a los partidos políticos como entidades de interés público. Los partidos, como su nombre lo indica, solo representan a una parte de la sociedad, a la que se identifica con ellos, no solo como militantes, sino como posibles representantes de los ciudadanos y sus intereses para lograr mejorar sus condiciones de vida.

En las pasadas elecciones vivimos una nueva fórmula electoral. Más allá de ideologías, los partidos respondieron a intereses de una sociedad dividida y polarizada por el presidente de la República. La elección se desarrolló entre dos opciones: el apoyo o el rechazo a la transformación que AMLO pretende y que tanto ha costado al país y sus instituciones. Hubo una tercera opción, que logró por sí misma canalizar a aquellos que no querían votar por la 4T, pero no aceptaban la alianza PAN-PRI-PRD.

Tras los resultados electorales, todos ganaron algo y todos perdieron algo. En una elección intermedia no son muchos los participantes, pero en esta ocasión 52 por ciento del padrón es una cantidad muy importante de personas interesadas en usar su voto para apoyar o rechazar a Morena. El enojo presidencial se volvió hacia las clases medias que por su supuesta ‘ambición’ y egoísmo rechazaron un proyecto que se dice transformador y apoya a los pobres, pero que ha manejado mal la economía, creado más pobres, que no ha logrado manejar la crisis sanitaria, que apuesta a más contaminación con fósiles, que prefiere los monopolios aunque sean más caros y los pague el pueblo, a impulsar nuevas energías y tecnologías.

La mirada del gobierno es por el espejo retrovisor y van a chocar con el frente, es decir con una realidad que no reconocen, ni entienden. Su arma ha sido una serie de dádivas a grupos sociales que no generan nada productivo, solo mayor dependencia del gobierno. AMLO se refiere a ellos como sus mascotas que no saben ganarse su comida, hay que protegerlos dándoles de comer. Pero la población no son perros ni gatos, y desde luego hay un gran potencial productivo en nuestra gente, si se les dota de las herramientas para trabajar y mejorar su vida, no solo con dinero, sino con la satisfacción de ser útiles.


Tras la pérdida de la Ciudad de México, se prendieron las alarmas del gobierno federal, a tal grado que solo AMLO va a hablar de la L12, que confronta a sus precandidatos. La elección presidencial, y en general toda la vida política, pasa por la capital. Y curiosamente hay dirigencias impresentables como la del PRI CDMX.

Hoy la alianza gobierna la mayoría de las delegaciones. Veremos cómo se desenvuelve la jefa de Gobierno y los alcaldes. Ya dividieron al país y a la capital. Ahora los partidos tienen la responsabilidad de construir opciones de unidad. En el PRI han surgido corrientes internas que cuestionan el liderazgo tradicional vertical y de unanimidad que hoy no es útil a un partido opositor. Se deben escuchar muchas voces y reconstruir la unidad con base en el respeto a las diferencias.

Todos los partidos están buscando acercarse a las causas de la gente. El PAN ha realizado un gran esfuerzo en estancias infantiles y refugios de mujeres maltratadas. EL PRD retoma la lucha de los niños con cáncer y convoca a apoyar la marcha, apoyan la despenalización de la mariguana y la lucha feminista. El PRI decidió poner a disposición de la gente una página internet para recibir ideas e iniciativas, pero lo que se requiere es activismo y presencia. La sociedad está organizada, sus causas, ahí están. Su activismo también. Nada que inventar, todo por hacer. Simular es autoengaño.

Morena ha capacitado incluso a los servidores públicos para que pidan a la ciudadanía votar en agosto para juzgar a los expresidentes. Para ser vinculante la consulta se requiere 35 por ciento de los votos del padrón. Se movilizan en todo el país. Yo insisto en que la ley se aplica, no se consulta. Si hay delitos, que se denuncien y se juzgue a los culpables. No por ser de una u otra ideología, sino por acciones concretas de las que mucho se dice y nada se documenta. Por eso no votaré en esa farsa.

AMLO seguirá gozando de apoyo popular. La esperanza es lo último que muere y él ha sabido explotarla. Pero la oposición debe plantear también alternativas y no pensar que el desgaste de gobierno solucionará la votación en 2024. La respuesta de la ciudadanía en las elecciones pasadas demuestra que se puede avanzar contra las medidas que están lastimando a México. No podemos concebir que se rompa la alianza y se apoye a AMLO en reformas constitucionales dañinas al país. Eso sería una traición que acabaría con el partido o los legisladores que lo intenten. Ciertamente muchos gobernadores ya acordaron alianzas con Morena. Pero quien decide es el votante. Y debe estar bien informado de las opciones, de quién puede representar mejor sus intereses. El pasado ya fue y no se puede cambiar. Hay que ver al futuro, con visión de Estado y con visión de género.

Porque las mujeres somos mayoría en el padrón, votamos más que los hombres, somos las bases mayoritarias de los partidos, tenemos ya mejores oportunidades de participar. Los partidos que tanto confrontaron a las feministas hoy deben preparar cuadros con mujeres. Una paradoja. Al igual que con la sociedad, las burocracias partidistas que secuestraron a los partidos hoy deben abrirse a la participación ciudadana y ser competitivos con buenos perfiles. ¿Lo podrán lograr? ¿Vencerse a sí mismos por el bien del país?

Empieza un nuevo ciclo y pronto tendremos respuestas.

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