Rolando Cordera Campos

¡La economía sí existe, señor secretario!

La democracia está en riesgo si los gobiernos emanados de ella se niegan a reconocer la realidad y optan por el autismo como política y forma de conducción de la economía.

Puede no importarle al gobierno ni al secretario de Hacienda, pero la caída de la dinámica económica de México no solo es mala noticia sino información muy preocupante. Hasta nuevo aviso, lo que sabemos es que de esa dinámica depende en gran medida el ritmo de creación de empleos y la generación de ganancias, así como los niveles de productividad generales y sectoriales. Actividades de las que depende casi todo lo que está en la base y a los lados de nuestra vida en común y nuestra existencia individual.

Según estimaciones de mi amigo y colega José Casar, el crecimiento de la economía en términos per cápita se ha aplanado; es decir, la dinámica se ha reducido a cero y el progreso económico se ha difuminado.

Entre 2000 y 2003, la caída del presidente Fox y su vicepresidente económico Francisco Gil, impidió que la economía mexicana se inscribiera positivamente en la recuperación americana, con ello, se frustró el ciclo de crecimiento alto con el que el presidente Zedillo había cerrado el siglo y el ciclo de la Revolución mexicana, para dar lugar al de la alternancia y la construcción democrática.

Luego, la abrupta caída de 2009 fue confrontada con timidez o cautela por el gobierno del presidente Calderón. La recuperación fue lenta y también el crecimiento.

Con la 4T las expectativas de un nuevo momento de evolución económica se topan, primero, con la decisión inicial: contener el crecimiento desde la política económica. Luego, con la negativa, todavía sin explicar, a tomar medidas significativas de apoyo y alivio frente a la pandemia y el cese de cientos de miles de actividades, empresas y fuentes de ocupación, por resultar ‘no esenciales’. El resultado: una caída de más de 8.0 por ciento del Producto Interno Bruto en 2020, eliminando el avance, del todo insuficiente, registrado entre 2010 y 2018. Total, nos propone José Casar: “tablas en el producto por habitante entre 2000 y 2020″

Ítem más: si se incluye 2021, en términos de nivel de producto por habitante estaríamos alrededor de un 3.7 por ciento arriba del año 2000, un porcentaje anual promedio de 0.018 por ciento en lo que va del siglo, o sea prácticamente cero. Estos datos, señala Casar, son calculados en “paridad de poder de compra” para hacer comparaciones internacionales y se publicaron recientemente en Estudios Económicos de la OCDE: México 2022 (https://stat.link/t1b70x).

En pesos constantes o ‘reales’ de 2013, y de acuerdo con datos de PIB y población del Inegi, entre 2000 y 2020 el crecimiento anual ha sido de 0.076 por ciento (un aumento de 1.5 por ciento en el PIB per cápita en veinte años); y en torno a 5.0 por ciento si contamos la recuperación de 2021. Anótese: entre 1950 y 1981 el PIB por habitante creció anualmente 3.4 por ciento, tasa mayor comparada con la de este siglo, incluso antes de la pandemia.

Si no un fracaso, sí mucha frustración, exiguo desempeño ‘neoliberal’, improductiva convocatoria a romper radicalmente con él como filosofía y como política y estrategia económica.

No se trata de reivindicar a la economía como disciplina; menos de reclamar del gobierno atención a los hallazgos de la comunidad académica o crítica. Si el gobierno tiene sus estimaciones, santo y bueno. Lo que falta es que las dé a conocer y haga explícitos sus criterios de evaluación de una coyuntura que es grave y puede volverse nefasta mancha estructural de estancamiento, ahora contaminada por una inflación amenazante.

Las circunstancias afectan directamente la vida de mucha gente y ponen en riesgo su futuro. Pensar de otra manera implica creer que la mayor parte de los mexicanos son productores individuales y autosuficientes, lo que es a todas luces falso. Más todavía que la imaginería sobre los trapiches originales que el Presidente pensó que lo equipararían con Gandhi y su célebre rueca.

Urge que el Congreso de la Unión convoque al secretario de Hacienda para que informe, exponga y se exponga en la proyección de esta ominosa encrucijada.

Como forma de gobierno la democracia está en riesgo si los gobiernos emanados de ella se niegan a reconocer la realidad y optan por el autismo como política y forma de conducción de la economía. Lo malo es que ponen en riesgo a la economía y a todos nosotros. Que no somos traidores.

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