Estrictamente Personal

Valle de Bravo: contrarréplica

Para Michelle Núñez es mejor disfrazar omisiones con ataques al mensajero y buscar desviar la atención de la exigencia central: su posición sobre los delincuentes y el crimen organizado.

Michelle Núñez, la candidata de Morena a la presidencia municipal de Valle de Bravo, pidió el derecho de réplica por una columna publicada el jueves pasado (Morena y el narco en Valle de Bravo) sobre el secuestro de su adversaria del PRI, Zudikey Rodríguez, por parte de La Familia Michoacana, que la amenazó con matarla si no se retiraba de la contienda electoral. Ese texto subrayó un cambio cualitativo del crimen organizado, al señalar que los líderes de la banda se involucraron “directamente al proceso electoral vallesano para favorecer a la candidata de Morena”.

En su réplica, Núñez afirma que el texto “está plagado de versiones dolosas y calumniosas contra mi persona, mi reputación y honorabilidad de mi familia, contra mi trayectoria y trabajo honesto en Valle de Bravo. Sin una sola prueba y con una ligereza alarmante, se afirma que la delincuencia organizada está involucrada ‘para favorecer’ mi candidatura por Morena”. La candidata no señala específicamente a qué se refiere por “versiones dolosas y calumniosas”, porque separa esa idea de una segunda relacionada directamente con el texto.

En la primera idea parece referirse a una acusación de homicidio culposo en junio de 2018 por haber participado, junto con otros doctores, en una cesárea a una joven madre de 16 años, que murió como consecuencia de la operación, que finalmente no prosperó penalmente. Sobre la segunda idea quiero ratificar que La Familia Michoacana actuó contra Rodríguez para beneficiarla, como los propios delincuentes lo plantearon. En ningún momento se afirma que Núñez fuera cómplice de los criminales o que el secuestro fuera pactado con ella –esa relación la hizo la candidata morenista–, pero la acción contra Rodríguez tuvo ese efecto.

Núñez añadió en su réplica: “No sorprende que en plena contienda electoral se difundan rumores disfrazados de información que violentan derechos y contribuyen a generar un clima de violencia contra las candidatas y candidatos de Morena. Y por supuesto que me alarma un ataque tan dirigido a mi persona, en un país con tanta violencia hacia las mujeres y con constantes muestras de violencia de género”. Paralelamente presentó una denuncia por violencia política de género en el Instituto Electoral del Estado de México en contra de quien esto escribe y de Leonardo Kourchenko, también columnista de EL FINANCIERO, que, asimismo, publicó detalles del secuestro de Rodríguez.

Es extraño que Núñez recurra al tema de la violencia de género cuando ambas columnas denunciaron la violencia contra una mujer. El tema y fondo de la columna –mi colega Kourchenko presentará sus argumentos– no tenían nada que ver con el género sino con las amenazas contra Rodríguez, donde la calidad de la intervención criminal de los procesos electorales había aumentado. La Familia Michoacana decidió jugar abiertamente en la contienda electoral, aunque no le guste a Núñez que esto haya quedado evidenciado y la dejara en una situación incómoda, que sin embargo podría haberse evitado condenando el secuestro y pidiendo la acción de las autoridades contra el grupo criminal, que no hizo.

No deja de ser paradójico que ataque al mensajero, ocultando el fondo del tema que abordamos Kourchenko y yo. Su desinterés por hablar del crimen organizado tampoco es prueba de que esté coludida con éste, pero no habla bien como candidata omitir hablar sobre el tema de la seguridad en el municipio. Núñez quiso jugar en campo seguro, colocando dos textos contra el crimen organizado en el terreno de lo político y mediático y denunciando a quienes lo denunciaron. Es mejor disfrazar omisiones con ataques al mensajero y buscar desviar la atención de la exigencia central: su posición sobre los delincuentes y el crimen organizado. En su réplica, relevante por los silencios, omitió fijar su posición sobre otros elementos de la columna:

1.- El que mientras los sicarios de La Familia Michoacana regresaban a Rodríguez a Valle de Bravo, militantes de Morena comenzaron a retirar la propaganda de la priista de las calles, mientras los operadores de Núñez instaban a los colaboradores de la priista a que saltaran de campaña y apoyaran a la morenista.

2.- Y sobre la acción de los jefes de La Familia Michoacana, acompañada por el director de Aduanas, Horacio Duarte, quien, deliberada o coincidentemente con los criminales, se presentó sin previa cita en la oficina del alcalde Mauricio Osorio, del PRI, para amenazarlo que, o dejaba de respaldar a la candidata de la alianza opositora o le iba a echar a andar al SAT.

Duarte no replicó lo publicado, pero distribuyó un breve mensaje en redes sociales: “Se ha vuelto costumbre de @rivapa escudarse en género de #Opinión para escribir relatos de ciencia ficción: miente y acusa sin pruebas. Difama por afición y pone en riesgo la seguridad y dignidad de otros. Su obsesión contra la #4T raya en la demencia pero no me intimida”. El jefe de Aduanas, en síntesis, usó la descalificación personal sin precisar ni presentar argumentos. En la ambigüedad empleó una táctica de evasión. Esto tampoco significa que sea cómplice de los criminales, aunque, como en el caso de su protegida, no condenó el secuestro ni pidió, como encargado por el presidente Andrés Manuel López Obrador del proceso electoral en el Estado de México, acción contra los delincuentes.

La laxitud de Núñez y Duarte contra los criminales es notable en el contexto de la violencia en el sur mexiquense, y como se apuntó al final de la columna, el Estado no podía permitir acciones como el secuestro y la amenaza de muerte contra Rodríguez si no se retiraba de la contienda, favoreciendo a su opositora morenista. Por lo mismo, urgía que el gobierno federal se involucrara en el ataque a Rodríguez, investigara el proceder de Duarte y delimitara su presunta responsabilidad en los hechos delictivos. No ha pasado nada. Tampoco hay un interés manifiesto en hacerlo. Menos aún el rechazo, aunque sea declarativo, de las acciones de las bandas criminales. Así estamos hoy en día.

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