Construyendo

Redensificar las ciudades, la apuesta correcta por la sostenibilidad

A través de las ciudades podemos incrementar la eficiencia de más vidas humanas y más rápidamente, que a través de cualquier otra forma de organización humana.

Las ciudades son una de las herramientas más efectivas a nuestro alcance para potenciar la eficiencia de nuestras relaciones con la tierra, la energía y los residuos. Son precisamente sus características, tales como su alcance, tamaño, densidad, adaptabilidad y capacidad de reinvención, que si son adecuadamente gestionadas, nos permitirán planear para hacer más, para más personas, con menos. A través de las ciudades podemos incrementar la eficiencia de más vidas humanas y más rápidamente, que a través de cualquier otra forma de organización humana.

La expansión urbana, que hace desbordar a las ciudades más allá de sus límites, las pone a competir por la tierra y por los recursos naturales. En ciudades más densas, por el contrario, se puede cobijar y dar empleo a más personas en una menor superficie de terreno, se minimizan las distancias que las personas tienen que viajar para satisfacer sus necesidades más básicas, una mayor cantidad de gente comparte la infraestructura que provee energía eléctrica, agua, servicios de drenaje, y otros. En una ciudad densa, el transporte es más accesible para el público y rentable para los prestadores del servicio. Las ciudades más densas ofrecen un mercado de tal escala, que se vuelve financieramente atractivo invertir en energías renovables y asegurar muy rápido la suficiencia energética, la recolección y procesamiento de residuos incrementaría sustancialmente su eficiencia.

Y si todo esto puede ocurrir individualmente en una ciudad, imaginemos el enorme potencial de una red de ciudades, escalando este tipo de ventajas, para una población que hoy es más de la mitad, y muy pronto será 2/3 de las personas que habitan la Tierra.

Malmö, en Suecia, se ha propuesto ser una ciudad 100 por ciento movida por energía renovable en 2030. Oslo, en Noruega, está subsidiando los vehículos eléctricos y los puntos de carga, y ya han introducido un sistema de gestión circular de sus residuos. Singapur es una de las ciudades más densas del planeta, pero eso no ha sido impedimento para que con buen diseño, sea un auténtico modelo de planeación verde. Han introducido enormes reservas de agua dulce y jardines urbanos que actúan como los pulmones de la ciudad. Bogotá es una de las ciudades latinoamericanas más densas, ellos han introducido un sistema de transporte con autobuses rápidos, están haciendo que caminar y montar bicicleta sea más accesible, y hoy cuentan con una de las flotas de autobuses eléctricos más grandes de toda América Latina.

Debe producirse vivienda que sea carbono neutral, construida donde sea posible, en espacios que permitan física y normativamente hablando, incrementar la densidad actual. Esto aliviaría la presión sobre el desbordamiento. Paralelamente deben diseñarse sistemas de movilidad activa que disminuyan la dependencia del automóvil. Hay que remplazar dispositivos hidráulicos existentes como regaderas, lavabos, inodoros y fregaderos, por alternativas más eficientes.

Por fortuna existe una gran red internacional de ciudades asumiendo ambiciosos compromisos con objetivos concretos de descarbonización, de los cuales se asumen responsables, pero aún hay que incrementar la influencia ciudadana para que más ciudades decidan tomar similares compromisos y convertirlos en acciones.

Raúl Asís Monforte González.

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