Apuntes Globales

La crisis de Afganistán y la prisa de Biden

Se estima que cuando menos son 300 mil afganos los que peligran por sus nexos con Estados Unidos durante 20 años de invasión.

“Ustedes estadounidenses tienen los relojes, nosotros tenemos el tiempo”. Soldado del Talibán al ser detenido por tropas de la Unión Americana.

“Presidente, no permita que los generales lo acorralen. Los intereses del complejo militar están en juego y por eso el Pentágono nunca va a consentir salirse de Afganistán”. Esto es lo que escribe Barack Obama en A Promised Land, la primera parte de la memoria de su presidencia, sobre el juicio que le emitiera su vicepresidente Joe Biden con relación a Afganistán. Obama reconoce que todo su equipo de seguridad nacional –el asesor de Seguridad Nacional, general James Jones; su secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario de Defensa, William Gates– había tomado la línea del establishment militar y lo convenció no sólo de dejar las tropas, sino incluso de aumentarlas.

Desde su campaña electoral Biden anunció que sacaría hasta el último soldado de Afganistán en su primer año de gobierno. Era una guerra perdida y enormemente costosa: más de 2 billones de dólares, es decir, entre el 8 y el 16 por ciento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos. Cerca de 2 mil 300 estadounidenses habían perecido en la larga invasión de 19 años y más de 20 mil fueron heridos.

¿Qué caso tenía armar un ejército que era renuente a defender a su país? ¿Cómo crear gobernabilidad con una incipiente clase política interesada en robar en vez de gobernar y en que los servicios básicos del gobierno tenía un subsidio de alrededor de 80 por ciento?

Biden es un presidente con prisa. Sabe que tiene únicamente dos años para mostrar que el Estado está de regreso y que puede y debe hacer la diferencia en el bienestar de su nación. El mandatario que aparentemente no busca la reelección y que sabe que tiene altas probabilidades de perder las mayorías legislativas en la elección de 2022 se precipitó en sacar a las tropas de Afganistán.

Seguramente escuchó lo que deseaba de los servicios de inteligencia: el gobierno afgano resistirá unos 18 a 24 meses. Es decir, habrá tiempo suficiente para evacuar a todos, estadounidenses y a aquéllos que se la jugaron con nosotros, como Micky, un traductor que trabajó cerca de dos décadas traduciendo y literalmente conectando a los invasores con los afganos. Se estima que cuando menos son 300 mil afganos los que peligran por sus nexos con Estados Unidos durante 20 años de invasión.

Evidentemente los partes de inteligencia no eran realistas. Al salir las pocas tropas estadounidenses y de aliados que quedaban, incluso ante la desaparición sorpresiva del presidente Ghani, el Talibán hizo su irrupción en la misma capital, Kabul. Y como señala quien fue embajador de George W. Bush y Barack Obama en Afganistán, Ryan Crocker, “ahora el Talibán tiene las cartas en su mano”.

Crocker, quien también fue embajador en Pakistán, Irak, Siria, Kuwait y Líbano, considera que Estados Unidos ha carecido siempre de “paciencia estratégica”. Recuerda que la misión de Estados Unidos de invadir Afganistán a sólo tres semanas de los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 era asegurarse de que no fuera una tierra donde germinaran grupos terroristas como Al Qaeda, cuyo cometido era atacar a Estados Unidos.

Señala que una ocupación que llegó a tener cerca de 100 mil efectivos, descendió a menos de 10 mil al final de la presidencia de Obama (2016); tan sólo 5 mil al final del cuatrienio de Trump y ese es el número que evacuó Biden y que causó que todo lo construido por Estados Unidos y sus aliados se cayera como un castillo de naipes y dejara el paso abierto al Talibán.

A los estadounidenses no les gusta ser perdedores. Las imágenes del Talibán entrando a Kabul y sobre la desesperación de cientos de miles de afganos aterrados y que se sienten abandonados han evocado uno de los momentos más humillantes en la historia del intervencionismo estadounidense: la salida de Saigón en 1975. Las imágenes del aeropuerto de Kabul traen a la memoria la salida de Vietnam, cuando helicópteros evacuaban al personal desde el techo de la embajada estadounidense.

La prisa de Biden en Afganistán le será gravemente costosa. Republicanos e incluso correligionarios demócratas señalarán que no ha sabido defender los intereses estratégicos del país. Y que se requiere de una mano dura, de un halcón como Trump, para que los enemigos respeten a Estados Unidos.

Más aún, la victoria del Talibán alienta a los grupos extremistas musulmanes. Han confirmado que Washington no tiene paciencia estratégica y que el territorio entero de Afganistán es tierra fértil para preparar un ataque contra Estados Unidos.

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