La Fiesta Está Viva

Una lección

‘El Juli’ tiene tanta raza torera que le vi descolocado tras la pandemia, molesto, rabioso. Esta teoría es mía, ojo, por la temporada de Morante, el surgimiento de Aguado y Ortega.

Durante mayo, la plaza Monumental de Las Ventas en Madrid se convierte en el punto central de la tauromaquia mundial. Triunfar ahí es sumamente complejo, el toro muchas veces está fuera de tipo con el objetivo de alcanzar un volumen del que gusta un sector del público, eso muchas veces juega en contra del espectáculo, pero las cosas son como son y por eso es tan complejo que se alineen los astros en esa plaza.

Una figura como Julián López “El Juli”, quien lleva en la cima del toreo como matador de toros 24 años, en su plaza ha sido en más de una ocasión maltratado por una minoría que el resto de la plaza dejó crecer, tarde a tarde, molestando e increpando a toreros, exigiendo colocaciones y posturas más de tertulia de bar que de toreo. Los presidentes (jueces de plaza), también han sido injustos y le han robado en más de una tarde el premio, evitando que el madrileño cruzara La Puerta Grande de Las Ventas habiendo realizado faenas de mérito sobrado.

“El Juli” tiene tanta raza torera que le vi descolocado tras la pandemia, molesto, rabioso. Esta teoría es mía, ojo, por la temporada de Morante, el surgimiento de Aguado y Ortega, el cómo se volcó la afición a un cambio estructural que era necesario para sacudir un sistema que funcionaba bien para pocos.

En La México y en Aguascalientes lo sentí enrabietado y eso se transmite al público que, sin saber la razón, sentía que su torero andaba de malas. La cosa cambió en Sevilla y el maestro sonrió de nuevo. ¿Quién la va a quitar al “Juli” nada? Figurón supremo del toreo.

A Madrid llegó a su primera comparecencia el miércoles pasado, 11 de mayo, alternando con Morante de la Puebla y Pablo Aguado ante toros de La Quinta, encaste Santa Coloma que es de lo más parecido al encaste Saltillo que tenemos en México, por lo que por obvias razones lo conoce el madrileño perfectamente.

Su primera victoria fue llevar una corrida entipada, sin sacarla de las hechuras que tiene el encaste y que busca el ganadero, toros muy serios, pero en tipo y desde ahí el maestro ya logró devolver el equilibrio y la lógica taurina a una plaza que despertó y que no se dejó amedrentar cuando 7 tontos intentaron hacer de las suyas.

La lección fue tremenda, el toreo, que es muy complicado, cuando es necesario hace que se alineen los astros y esta tarde se cumplieron muchas cosas. Los ganaderos, la familia Martínez Conradi, quienes por años se tuvieron que alejar de este ruedo por no ceder ante el toro grandulón, se vieron recompensados y con el orgullo de presentar en esta plaza el toro que ellos llevan en la cabeza y en el corazón.

El mejor lote cayó en manos de quien conoce bien ese toro, “El Juli” cuya mente es privilegiada, su capacidad probada y su condición manifiesta. El madrileño conquistó México desde novillero y el comportamiento del toro lo tiene tatuado en sus muñecas y en la yema de los dedos.

A los dos toros de La Quinta los cuajó, del primero le negaron la segunda oreja, desde mi opinión como aficionado, ganada a ley, ¿por qué? Pues porque el presidente, chufla total, en vez de defender los intereses de 20 mil aficionados, se deja intimidar por siete chuflones como él. Además, la segunda le hubiera abierto la Puerta Grande y parece que en Madrid está censurado disfrutar en Las Ventas.

A su segundo, con el que pudo torear como aquí lo hemos visto cientos de veces, lo pinchó. Me encantó ver al maestro pleno, sonreír, gozar toreando, girando entre muletazo y muletazo esperando al toro con la muleta en la zurda, desmayada en la arena, dándole el tiempo al toro a tomar la muleta con mimo, con la característica suprema del toro mexicano, la despaciosidad.

Madrid crujió, el 7 calló y el toreo retomó el equilibrio de las cosas bien hechas, los toros entipados y los buenos aficionados disfrutando. Ese es el verdadero triunfo del “Juli” aquella tarde. Magisterio equilibrante ante el protagonismo miserable de unos pocos.

Madrid fue el Madrid que en verdad tiene que ser. Triunfó el toreo.

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