Uso de Razón

Culiacán, campo de batalla y sin gobierno

La ciudadanía está abandonada en medio de la violencia de una guerra que ya empezó y no se sabe cuándo ni cómo va a terminar.

El gobierno hizo sus compadres a los capos del Cártel de Sinaloa creyendo que los iban a controlar y se servirían de ellos cuando fuera necesario. En las elecciones, por ejemplo.

Sucedió lo contrario: los narcos acabaron controlando al poder político.

Al gobernador Rocha Moya, y al propio presidente López Obrador, les ocurrió lo que a los aprendices de brujo: sacaron al monstruo de la lámpara y ya no pueden regresarlo.

Con los capos no se puede ser compadres, ni amigos ni tolerantes. Los cárteles no son guerrillas, sino mafias criminales.

Ayer, poco antes de la salida del Sol, se reanudaron los combates en Culiacán, en la zona céntrica de la ciudad y en el fraccionamiento La Isla.

Desde distintas plazas del noroeste del país llegan a la capital de Sinaloa caravanas de camionetas con hombres armados, para una guerra total entre Los Chapitos y los leales a Ismael Zambada, el Mayo.

La madrugada del día anterior entró a Culiacán una caravana de varias decenas de camionetas, con combatientes que acuden a reforzar al hijo del Mayo, el Mayito Flaco.

Pasaron junto al estadio de futbol, enfilaron hacia la colonia residencial Chapultepec y de ahí a La Campiña, donde se enfrentaron con los sicarios del hijo del Chapo Guzmán.

En Culiacán se están concentrando los principales capos con sus tropas, y las consecuencias ya afectan la vida cotidiana de la población.

A la capital de Sinaloa llegó Aureliano Guzmán Loera, el Guano, hermano del Chapo, que tiene el control del sur de Sonora, con cuartel en Navojoa. Es hermano del Chapo, y va a combatir al lado de la gente del Mayo.

También llegó Juan José Ponce Félix, el Ruso, amo y señor del narcotráfico en la fronteriza ciudad de Mexicali, para apoyar con sus milicias al Mayito Flaco en la guerra contra Los Chapitos.

Lo mismo hacen los jefes de plaza del cártel en Baja California Sur y Nayarit, y el Chapo Isidro, dueño de la plaza de Guasave.

Los Chapitos tienen más ejército, pero el Mayo tiene más amigos”, sostienen sinaloenses conocedores del tema y del quién es quién en su estado.

Como los demás habitantes de Culiacán, viven en la zozobra y la impotencia al ver entrar a su ciudad las caravanas de vehículos con sicarios armados y al oír el estruendo de los balazos en zonas céntricas y residenciales de Culiacán.

La ciudadanía está abandonada en medio de la violencia de una guerra que ya empezó y no se sabe cuándo ni cómo va a terminar.

El gobernador Rubén Rocha Moya perdió cualquier reserva de credibilidad, si es que le quedaba alguna, luego de ser evidenciadas sus ligas con los grupos criminales. Con él no cuentan los sinaloenses.

Al inicio de los enfrentamientos les restó importancia, minimizó, negó, habló de tranquilidad. Aún ayer llamó a los comerciantes a abrir sus locales y hacer vida normal en la ciudad.

Sin embargo, el gobernador suspendió la ceremonia del Grito de Independencia y las escuelas están cerradas en los municipios de Culiacán, Elota, Cosalá y San Ignacio.

¿Por qué, si todo está bajo control?

El martes, los grupos criminales que se concentran en Culiacán levantaron (secuestraron) a 17 jóvenes. Aún no se sabe nada de ellos, reclaman los familiares.

Cuando ven llegar a contingentes de sicarios en caravanas de vehículos descubiertos, los habitantes de Culiacán se preguntan ¿dónde están los servicios de inteligencia del gobierno?

¿Y el Ejército? ¿Y la Guardia Nacional?

A su suerte están los ciudadanos, porque el gobierno federal sólo parece estar interesado en espiar enemigos políticos y armar expedientes para doblegar senadores.

Sólo le importa la política al Presidente. La grilla. Y someter bajo su voluntad a quienes piensan diferente a él.

De la población no se ocupa cuando de por medio hay grupos criminales en disputa. ¿Por qué la desidia?

Seis veces fue a Badiraguato en su sexenio.

Desde que el Mayo desnudó la estrecha relación de confianza que tenía con el gobernador Rocha Moya, el Presidente fue dos veces a darle su espaldarazo a Culiacán. En ambas ocasiones se hizo acompañar por la presidenta electa Claudia Sheinbaum. La comprometió.

Los enfrentamientos fuertes en Culiacán comenzaron esta semana, cuando el Mayo debió comparecer ante autoridades de Texas.

La audiencia se pospuso (será hoy en Nueva York), lo que altera aún más los nervios en Sinaloa y en el gobierno federal. Zambada tiene mucha información y estaría dispuesto a hablar, toda vez que cambió de opinión y aceptó ir ante la temible Corte de Brooklyn, en Nueva York.

Los hicieron sus compadres, creyeron que los controlaban, minimizaron la violencia criminal, y ahora Culiacán es campo de batalla, la ceremonia del Grito de Independencia será en privado (?), los comercios están cerrados, no hay clases en la capital del estado y otros tres municipios, y llegan más apoyos al hijo del Mayo para la guerra contra la otra facción del Cártel de Sinaloa.

COLUMNAS ANTERIORES

La guerra contra los migrantes
No, no es normal

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.