Uso de Razón

Ojo con el iceberg en Alemania

No hay que esforzar mucho la memoria para entender qué puede pasar en Alemania si un partido de esencia nazi logra el poder político y territorial en estados de ese país.

La densa, vertiginosa y alucinante agenda nacional absorbe la atención, pero el mundo gira y trae signos imprescindibles de conocer a tiempo. El domingo comienzan las elecciones estatales en Alemania.

¿Y eso, qué?

En septiembre se eligen nuevas autoridades estatales en los estados de Sajonia, Turingia y Brandemburgo.

En el primer lugar de las encuestas está el partido de ultraderecha que lleva algunos años trabajando en la reivindicación soterrada del nazismo.

Se trata de Alternativa Alemana (AfD), cuyas posiciones son tan extremistas que en el Parlamento Europeo el partido (francés) de Marine Le Pen y el (húngaro) de Viktor Orbán han rechazado hacer alianzas con él.

A nivel nacional (habrá elecciones federales en Alemania el próximo año), AfD ocupa la segunda posición en las preferencias de los votantes, sólo por debajo de la Democracia Cristiana de Angela Merkel.

Pero en estos tres estados del este, Turingia, Sajonia y Brandemburgo, los pronazis están a la cabeza.

No hay que esforzar mucho la memoria para entender qué puede pasar en Alemania si un partido de esencia nazi logra el poder político y territorial en estados de ese país.

La bola de nieve habrá comenzado a rodar nuevamente en Alemania, con un desenlace imprevisible en su crecimiento y capacidad destructiva.

En esas tres entidades que se deciden a partir del próximo domingo, la ultraderecha y la ultraizquierda alcanzan cerca de los 50 puntos porcentuales de la intención de voto.

A los comunistas de la ultraizquierda y a los filonazis de la ultraderecha en el este alemán los une ser antiinmigrantes, prorrusos y antieuropeístas.

El laureado periodista Leo Hockstader, exjefe de la oficina del Washington Post en París y especialista en temas europeos, publicó dos artículos esta semana sobre el crecimiento de AfD en Alemania y la inconfundible savia nazi que circula por sus arterias.

Dice Hockstader que el líder del partido AfD, Siegbert Droese, posó hace algunos años en lo que fue la sede del frente oriental de Adolfo Hitler, en la ciudad de Leipzig (la principal del estado de Sajonia), con una mano en el corazón.

No hace mucho, el líder de AfD hizo campaña electoral en un Mercedes Benz placas AH 18-18.

Explica el periodista del Post que, según la Liga Antidifamación, el anterior es el código numérico de la supremacía blanca para Adolfo Hitler. (AH 1=A 8=H).

Ahí en Sajonia ese partido es el que lidera las encuestas para los próximos comicios estatales.

En otro estado que tendrá comicios en septiembre, Turingia, el líder estatal del AfD, Björn Hocke, ha recibido dos condenas por utilizar eslóganes nazis en su propaganda.

Y el excandidato principal del AfD al Parlamento Europeo dijo que los integrantes de las SS (encabezadas por Himmler en el Tercer Reich) no eran necesariamente criminales, narra el periodista del Washington Post especialista en temas europeos.

Hasta dónde va a llegar el partido filonazi, no se sabe, pero en toda Alemania está muy por encima de cualquiera de los tres partidos de la coalición gobernante.

¿Y eso, qué consecuencias puede traer, si es un asunto interno de los alemanes?

La primera consecuencia negativa puede ser el abandono de Ucrania a las garras del oso ruso.

En uno de sus artículos, Hockstader recuerda que Alemania es el segundo donante de Ucrania, sólo por debajo de Estados Unidos. Señala que desde que inició la invasión rusa, en 2022, la ayuda de Berlín a Ucrania está por encima de los 16 mil millones de dólares.

La cantidad anterior, sin contar con los 30 mil millones de dólares gastados en apoyo a más de un millón de refugiados ucranianos que han sido recibidos en Alemania a causa de la invasión de Putin.

Enorme es la presión electoral de AfD a raíz de los fondos destinados a apoyar a Ucrania en su defensa. Su campaña en estos comicios se basa –igual que la de la ultraizquierda– en que la inmigración y el apoyo a los ucranianos constituyen un agravio a la clase trabajadora de Alemania.

El periodista del Post, en un reportaje firmado en Leipzig, señala que el partido filonazi sugiere en su propaganda que “subsidiar a los refugiados ucranianos socava los fondos para la educación y la propia red de seguridad social en Alemania”.

De hecho, la presión político-electoral ha hecho que el Ministerio de Finanzas de Alemania reduzca en 50 por ciento el apoyo a Ucrania programado para el próximo año.

Son las primeras consecuencias del crecimiento de un partido empeñado en rehabilitar el pasado nazi.

¿Hasta dónde llegará?

En septiembre, es decir el domingo, comenzaremos a ver la punta del iceberg.

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