Uso de Razón

López Obrador (y el Congreso de EU), ensangrentado

Esos mexicanos, muertos de asfixia y de calor, huían del mundo de fantasía que sólo existe en la propaganda del gobierno.

MIAMI, Florida.- La muerte de más de 20 mexicanos asfixiados en un tráiler en Texas es una mancha horrible en la ensangrentada banda presidencial que López Obrador deberá entregar dentro de dos años y cuatro meses.

Esos mexicanos, muertos de asfixia y de calor, huían del mundo de fantasía que sólo existe en la propaganda del gobierno.

Murieron cuando escapaban de la violencia y la inseguridad inaguantable en México, donde los principales cárteles criminales cuentan con la simpatía presidencial.

El Congreso de Estados Unidos también tiene responsabilidad en estas tragedias. Desde 1986 no ha avanzado un centímetro en el debate sobre la reforma migratoria, que los presidentes de este país (salvo Trump) han impulsado.

Resulta escandaloso que al día siguiente de la muerte de más de medio centenar de migrantes, López Obrador ofenda en la conferencia matutina con la payasada de que “en México hay como 20 millones de conservadores que se creen fifís”.

El dolor ajeno le es indiferente por completo.

Después dijo que le va a presentar a Biden a esos muertos en Texas como “una amarga prueba de que hay que atender la migración”.

Nuestro Presidente ha descubierto un poco tarde la existencia del hilo negro y del agua tibia.

Tendrá problemas adicionales en su solicitud de colaboración con Washington:

¿Qué resultados va a obtener luego de haber ofendido a los congresistas demócratas al negarse a reconocer el triunfo de Biden?

¿Qué respaldo espera en el Senado de Estados Unidos, luego de insultar a los líderes de las comisiones de Relaciones Exteriores, Bob Menéndez (demócrata), y de Inteligencia, Marco Rubio (republicano)?

¿Quién va a creer en un presidente que se preocupa más por exigir la presencia de dictadores en la cumbre de Los Ángeles, que en usar las ventajas estratégicas de la vecindad en beneficio de sus gobernados?

México ha comprobado, con sangre y con muertos, que López Obrador no sabe gobernar, ni aprenderá nunca.

Imposible soslayar el tema luego de la tragedia en San Antonio, ante los cuerpos inertes de 27 mexicanos que huían de su patria, en las condiciones que fuera.

Parte de la responsabilidad recae –sólo en parte– en el Congreso de Estados Unidos, porque se niega a abordar la reforma migratoria que regularizaría a ilegales que ya se encuentran aquí.

Más que comprobado está que son necesarios, útiles, y contribuyen a la grandeza de este país, no sólo en la parte económica.

Lo principal del problema, sin embargo, está en México.

Y eso corresponde solucionarlo al presidente López Obrador. Pero no sabe, ni quiere, ni le interesa.

No es capaz de proporcionar seguridad personal ni patrimonial.

México había logrado una tasa cercana a cero emigración en administraciones pasadas, y ahora se ha vuelto a disparar.

Los que se van a Estados Unidos huyen de la violencia, los asesinatos y extorsiones de grupos criminales que tienen en el Presidente de la República a un amigo.

El Presidente que iba a acabar con la violencia en seis meses tiene al país en la cima mundial del crimen y de la impunidad de los homicidas.

Diez mujeres son asesinadas cada día.

México es el país donde matan a más periodistas.

Cada 15 minutos ocurre un homicidio doloso.

Para López Obrador combatir a los criminales es hacer el mal. “No se combate el mal con el mal”, dice.

En lugar de usar la fuerza contra los criminales –fuerza que la Constitución sólo le otorga al Estado–, el Presidente abdica de su responsabilidad y deja que la usen los cárteles.

Los mexicanos que escapan al norte, a riesgo de sus vidas, lo hacen porque buscan el cobijo del Estado de derecho.

Se la juegan en busca de un trabajo que les permita vivir en paz.

El gobierno mexicano no otorga certeza jurídica a la inversión para impulsar cadenas productivas y con ello crear empleos y arraigar a los mexicanos en su tierra.

A las empresas las trata a patadas. Así no se puede.

La emigración, obviamente, crece por esas razones.

Igual sucede con guatemaltecos, hondureños y salvadoreños.

Eso no es culpa de Estados Unidos.

Y el presidente de México ‘castiga’ a Estados Unidos al liderar el boicot a la Cumbre de las Américas que convocó el presidente Biden.

Ahora López Obrador anuncia viaje a Washington para atender el tema migratorio.

Es decir, atender el problema de los que se van porque en México no funcionan ni la ley ni la economía.

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