Uso de Razón

EU se quiere suicidar

Hay que tenerlo presente: por aquí pasó el populismo autoritario y dejó un país dividido, en el que no pueden convivir rojos y azules.

MIAMI, Florida.- A un año de la toma de posesión de Joe Biden, un firmamento de comentaristas, politólogos y consultorías opina cómo debe gobernar el presidente, sin atender que no hay salida indolora para un país que bebió la cicuta del populismo.

Nada, absolutamente nada le ha salido a Joe Biden en su primer año.

Pero él no es el problema, sino haber elegido en 2016 a un tipo “ignorante, violento y fanático” (son palabras precisas de Ikram Antaki, usadas en otro tiempo) como presidente de Estados Unidos.

No hay salida fácil para este enorme país, mientras la oposición continúe instalada en el no a todo, para que al presidente le vaya mal y presentarse ellos como la solución a los problemas nacionales.

Hay una peculiaridad que diferencia a Estados Unidos de otras naciones de Europa y del sur de la frontera: por mal que le vaya a Biden, el candidato populista, llamado Donald Trump, difícilmente ganaría la elección presidencial en 2024 contra una candidatura demócrata, aunque sea nuevamente la de Biden.

En los estados conectados al mundo por las costas (salvo –todavía– Texas y –sólo a veces– Florida) no votarían jamás por el fanático e ignorante.

Son los estados que crecen, lo mismo los del cinturón industrial. Y demografía es destino.

Trump perdió el voto de las mujeres y del centro. Su coalición que lo llevó al poder está rota.

Seguramente los republicanos ganarán el Senado y –tal vez– la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de noviembre.

Pero Trump no gana la presidencia. Y Trump es el dueño del Partido Republicano.

Las leyes aprobadas en 19 estados republicanos para obstruir el voto son para darle a Trump una posibilidad de triunfo.

Sin ellas, el trumpismo estaría condenado a sobrevivir en el Estados Unidos rural, blanco y con bajo nivel escolar.

¿Van a salirse con la suya, y todo seguirá en paz?

No parece. Lo que puede venir es una confrontación civil, y también militar.

Hay que tenerlo presente: por aquí pasó el populismo autoritario y dejó un país dividido, en el que no pueden convivir rojos y azules.

Cuando estaba a punto de asumir Biden y autoridades de estados con mayoría republicana dudaban entre reconocer o rebelarse ante su triunfo, hubo comandantes que dijeron públicamente que su jefe supremo no era el presidente, sino el gobernador.

Ojo, no es ciencia ficción: hay opiniones de especialistas muy respetados que señalan que a Estados Unidos le saldría más barata una secesión que una guerra civil.

Stephen Marché, autor de La próxima guerra civil: despachos del futuro, que salió a la venta hace dos semanas, citó en un artículo para The Washington Post una encuesta del Centro Político de la Universidad de Virginia:

El 41 por ciento de los que votaron por Biden y 52 por ciento de los que votaron por Trump creen que la situación en el país se encamina a que estados rojos (republicanos) y azules (demócratas) formen su propio país.

Richard Kreitner, autor de Breack it up (algo así como sepárense), dijo en entrevista a The Atlantic que la propuesta de separación de estados en el país es una idea que se está normalizando.

Se refería, en concreto, al movimiento separatista rural de Oregon, que pugna por integrarse al vecino estado de Idaho.

La secesión, dice, “debe tomarse como una propuesta de paz, o una forma de evitar la guerra”.

Marché también cita en el Post al profesor Ryan Griffith, de la Universidad de Syracuse, especialista en temas de soberanía, quien afirma que “a la larga habrá un movimiento separatista en Estados Unidos. Simplemente sucederá. Esto cambiará. Sucederá de alguna manera”.

California, ¿qué incentivo tiene para rendirle honores y pagar impuestos para las locuras de un presidente “ignorante, violento y fanático”?

Si fuera un país independiente, California, con el lugar 36 de la población mundial, sería la quinta economía más grande del planeta, por encima de Gran Bretaña, y con el ingreso per cápita más alto del mundo.

¿Está condenado Estados Unidos a una secesión o guerra civil, entonces?

No necesariamente, aunque las probabilidades son cada vez más inquietantes y Biden, solo, no lo puede evitar.

De ocurrir, el epitafio de esta nación sería:

“Por aquí pasó un populista autoritario, ignorante, violento y fanático de sí mismo”.

COLUMNAS ANTERIORES

La voluntad del difunto
El mundo va a la guerra

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.