Uso de Razón

AMLO y Biden hicieron su juego personal

La prioridad del presidente López Obrador no es México ni los mexicanos, sino él: su proyecto personal y político.

MIAMI, Florida.- Buena en las formas, pero vacía de contenido fue la reunión trilateral México, Estados Unidos y Canadá.

Se agradece el cambio de tono, que no es algo menor.

La reunión le convino a Biden, porque dio la imagen de que América del Norte está unida y dispuesta a cooperar.

Fue positiva para López Obrador porque logró espectacularidad y respaldo en la prensa y noticieros mexicanos, lo que suma puntos en las encuestas de aceptación.

Justin Trudeau fue audaz: se presentó en el Capitolio a discutir con legisladores de Estados Unidos sobre temas que involucran a Canadá, con lo que inauguró lo que puede ser un gran cambio en la relación trilateral: se vale ir al Congreso de otro país a hacer cabildeo de manera directa y transparente.

Hacia afuera hubo sonrisas y amabilidad –nada despreciable–, pero ninguna expresión de acuerdo sobre los desacuerdos. Nada sustantivo que presumir.

El presidente López Obrador resaltó la “buena química” con Joe Biden.

Tal vez se dio cuenta de que para México es mejor Biden que Trump. Demasiado tardía esa conclusión.

Para aprovechar en beneficio de México la “buena química” o las afinidades, la reunión debió darse luego del triunfo de Biden, antes de que tomara posesión, y trabajar juntos desde el arranque.

No se hizo esa cumbre porque López Obrador le tenía una veladora encendida a Trump, que podría ganar en tribunales o en la movilización callejera. Las intentó ambas, y las instituciones resistieron.

Nuestro Presidente fue el último del mundo (¿o el penúltimo?) en felicitar a Biden por su triunfo, e hizo eco a la mentira trumpista del ‘fraude electoral’.

Se perdieron 10 meses vitales del gobierno demócrata por la simpatía de López Obrador hacia Donald Trump, porque “ambos logramos derrotar al establishment”, como le expresó por escrito.

Resulta que ganó la presidencia de Estados Unidos un demócrata que es la personificación del establishment, bien intencionado, humanista, sin odio hacia los mexicanos.

Ya son amigos, dicen ellos. Muy tarde, y tampoco es cierto.

A la presidencia de Biden le queda apenas un año con mayoría legislativa, pues posiblemente el próximo noviembre perderá ambas cámaras del Congreso.

La reforma migratoria –que por cierto no la presentó Biden, sino la congresista californiana Linda Sánchez y el senador Bob Menéndez, de Nueva Jersey– definitivamente no pasó.

No habrá legalización para 11 millones de migrantes.

Se aprobó en la Cámara baja un permiso temporal por cinco años sin deportación, y aún no es seguro que lo vote favorablemente el Senado, si llega a votarse.

El presidente López Obrador urgió a Estados Unidos y Canadá a que dejen de rechazar migrantes.

¿Y por qué no se lo exigió a su amigo Donald Trump?

Pidió dinero de Estados Unidos para un programa que se anunció el jueves como un logro concreto: ‘Sembrando Oportunidades’.

En ninguna partida presupuestal se encuentra ese programa, por lo que no habrá financiamiento –al menos, no significativo– para Sembrando Oportunidades como herramienta contra la migración.

De haberse creado desde el inicio del cuatrienio ese buen ambiente que se observó con Biden, las oportunidades de colaboración habrían sido benéficas para los mexicanos.

Pero la prioridad del presidente López Obrador no es México ni los mexicanos, sino él: su proyecto personal y político.

¿Con esta visita a Washington cambió López Obrador, como Saulo en el camino a Damasco?

¿Dedicará tiempo a empresarios y científicos para restablecer las cadenas de suministro e innovar en tecnologías?

¿A promover lo que se dijo en la reunión trilateral: democracia, energías limpias, competitividad y crecimiento económico para distribuir riqueza y no pobreza?

Allá los optimistas –o ingenuos– que así lo piensen.

¿Biden olvidó que su colega mexicano hizo campaña por Trump y luego se plegó a la mentira del fraude?

Desde luego que no. Biden está tapando hoyos para la elección intermedia. Y en esa tesitura él necesita más a López Obrador que López Obrador a Biden.

Si las autoridades mexicanas abren un poco más la llave a los migrantes ilegales, habrá una crisis en la frontera y adiós demócratas en 2022. Y Trump regresa en 2024.

A México le conviene una mayor complementariedad con el vecino, sin duda.

Pero no se trataba de eso, sino de los proyectos particulares de Biden y López Obrador.

Cada quien en su reelección, pues.

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