Uso de Razón

Más modestia, Presidente, que le sobran razones

La cifra de migrantes mexicanos detenidos que dio a conocer la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza debería sonrojar al presidente López Obrador.

MIAMI, Florida.- La cifra de migrantes mexicanos detenidos que dio a conocer la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) debería sonrojar al presidente López Obrador, hacerle soltar el micrófono, serenarse y dejar de romper los cristales de la nación.

Desde que hay estadísticas (1960), nunca se había llegado a la cifra del año fiscal que cerró el 30 de septiembre: 655 mil 594 mexicanos fueron apresados al cruzar ilegalmente la frontera.

Imposible ser indiferente ante esa herida que sangra por la frontera México-Estados Unidos.

Ningún presidente, por inepto que haya sido, hizo tal daño.

De acuerdo con la CBP, el principal motivo del aumento dramático de ilegales que cruzan a Estados Unidos es la pobreza extrema.

¿No aquilata el presidente de México las terribles consecuencias de su errada política económica y social?

¿De su desdén por el Estado de derecho, que inhibe la inversión?

¿De su actuar guiado por el rencor?

¿De su “rechazo a la razón” (Bárbara Tuchman)?

No construye, destruye con ímpetu infatigable.

Seiscientos cincuenta mil mexicanos, en un año, detenidos mientras huían del hambre. Más los que lograron entrar a Estados Unidos.

Son los desplazados del país cuyo Presidente dice que México es ejemplo mundial en casi todo.

Que descalifica al Fondo Monetario Internacional porque sus lineamientos económicos generan pobreza.

Da lecciones al mundo de política social.

Reprende a la Organización Mundial de la Salud.

Le dice a Biden cómo disminuir la migración centroamericana: con las mismas recetas que han puesto a México como el principal expulsor de sus habitantes.

Más modestia, Presidente, que le sobran los motivos.

Y un poco de empatía con los que sufren los estragos de su extravío en la máxima responsabilidad de la nación.

La recuperación económica no es lenta ni rápida, es un espejismo.

En septiembre y agosto se perdieron más de un millón 300 mil empleos, reportó el Inegi esta semana.

La mortandad real por Covid oscila entre 600 mil y 900 mil mexicanos.

Se ahuyenta a la inversión privada con una reforma eléctrica confiscatoria. Y se anuncia que no se van a cumplir los contratos.

Listo para el pleito, se apresta a gastar en abogados para destruir una reforma. Como ocurrió con el NAIM.

La iniciativa privada sostiene la economía, y el presidente de la República trata a los empresarios como a vulgares ladrones: “A robar a otro lado”, les dice.

El ‘robo’ consiste en producir energía más barata que CFE, dentro de la ley, y autoabastecerse.

Un gobierno sensato aplaudiría a esas empresas, pero les da cachetadas en público, porque no hay sensatez, sólo búsqueda de pleitos.

Ataca a la UNAM y en lugar de escuchar o discutir con quienes piensan lo contrario, los reta a marchar. Como matoncito de escuela: ‘Nos vemos en la calle’.

El país es víctima del frenesí destructivo del Presidente.

Gente valiosa se va, deja la familia y arriesga la vida para, desde afuera, ayudar a los que se quedan.

Mueren mexicanos por falta de medicinas que antes había y ahora no. ‘Daños colaterales’, les llaman.

Niños sin acceso a tratamientos contra el cáncer son tratados como hijos de golpistas por la autoridad de Salud.

Las mafias asesinas, empoderadas, golpean la economía, y al gobierno se le percibe del lado de los delincuentes.

Ahí están algunas de las razones de la migración galopante hacia el norte.

Estos ‘neoliberales’ crean empleos bien remunerados. Y el populismo del sur crea desplazados.

Los recientes gobiernos mexicanos lograron una tasa promedio cercana a cero en migración a Estados Unidos.

Ahora es México el principal problema, aunque se diga que es el ‘triángulo del norte’.

López Obrador le exige dinero a Biden para desarrollar el sur-sureste de México, luego de destruir el programa de Zonas Especiales en el que habían comprometidos miles de millones de dólares en inversión productiva.

Del total de detenidos en la frontera los mexicanos ocupan, de lejos, el primer lugar.

El 37.79 por ciento de los apresados son mexicanos.

De Honduras el 18.4 por ciento y de Guatemala el 16.3 por ciento (países donde hubo huracanes). El Salvador, que completa el ‘triángulo del norte’, 5.6 por ciento.

“Si fuéramos mal, la popularidad del Presidente no estaría tan alta”, dicen sus acríticos seguidores.

Lo mismo ocurrió con el presidente López Portillo. Se habría reelegido holgadamente. Su popularidad era altísima, hasta que se fue.

Todo es pasajero, todos se van.

Pero mientras se van… 655 mil mexicanos detenidos, en un solo año, fuera de su patria, de la que emigran para eludir el hambre.

Mientras, el Presidente se solaza en el autoelogio y habla ante un país imaginario. Algo parecido al rey Lear.

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