Uso de Razón

La criticada gira de Kamala

No hay manera de que Kamala tenga éxito en el capítulo migratorio de su encomienda, porque la solución no está en manos de Estados Unidos.

MIAMI, Florida.- Los críticos de la vicepresidenta de Estados Unidos han cubierto su gira por Guatemala y México con la pesada bruma del fracaso y la irrelevancia.

Resulta prematuro juzgar una misión que apenas empieza, pero los intereses políticos actúan rápido

En términos de imagen pública, sus detractores saben que –como dicen los estudiosos de las apariencias– no hay una segunda oportunidad para dejar una primera buena impresión.

La falta de resultados visibles hizo agua la boca de republicanos y no pocos demócratas, que ven al pantano mexicano y centroamericano como el lugar idóneo para hundir las posibilidades de Kamala Harris de ser la próxima presidenta de Estados Unidos.

Republicanos exigían a Kamala una postura enérgica contra la migración, con amenazas que detengan la creciente marejada que llega a la frontera sur. “Como hizo Trump”, dicen.

Los demócratas del ala ‘progresista’ esperaban lo contrario.

“No vengan a Estados Unidos -dijo- es muy peligroso y serán devueltos”.

Esos llamados no hacen desistir a nadie, dicen los republicanos.

La superestrella demócrata, la más joven representante en el Congreso de Estados Unidos, la legisladora de New York, Alexandria Ocasio-Cortez, fustigó sin piedad a Harris:

“Ver eso fue decepcionante. Primero, buscar asilo en cualquier frontera de Estados Unidos es un método de llegada 100 por ciento legal. Segundo, Estados Unidos pasó décadas contribuyendo a un cambio de régimen y desestabilización en América Latina. No podemos ayudar a que alguien incendie la casa de otro y después culparlo por escapar de ella”.

Tienen razón en algunos de sus argumentos críticos, pero de ahí a decir que Kamala se va a hundir en el tema migratorio es desconocer su propia historia reciente.

Barak Obama le hizo el mismo encargo a Joe Biden cuando ocupaba la vicepresidencia; fracasó. Igual derrotó a Trump y hoy despacha en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

En efecto, no hay manera de que Kamala tenga éxito en el capítulo migratorio de su encomienda, porque la solución no está en manos de Estados Unidos, sino en las de los votantes de los países al sur de la frontera.

Si eligen a presidentes que ahuyentan las inversiones y dan carta blanca a los grupos criminales, porque les interesan las remesas de los migrantes, despresurizar la demanda de empleo, y que haya cash aunque venga del tráfico de drogas, ¿qué puede hacer Kamala Harris?

El gobierno de Biden está en lo correcto al legalizar a 11 millones de extranjeros indocumentados, gastar 3 mil 300 millones de dólares para dar trato digno a menores de edad que cruzan la frontera, y destinar recursos para reunificar a familias que Trump separó.

Pero prometer solución ‘de raíz’ a las causas de la migración es un sueño cuando se tiene un presupuesto de apenas 4 mil millones de dólares (menos de lo que el gobierno de México debe a extranjeros tenedores de bonos de largo plazo, por la no construcción del NAIM).

Un plan de apoyo económico fuerte y sostenido de Estados Unidos a sus vecinos del sur, claro que es solución. Aunque eso funciona con gobiernos eficaces, que no hay.

México compra en 500 millones de dólares, en Estados Unidos, una refinería que debe 900 millones de dólares. Y lleva dos años con pérdidas. Gasta, ahora y en los próximos años, unos 12 mil millones de dólares en construir una refinería para procesar combustibles fósiles.

Está en su derecho, pero así no hay manera de que Biden y Kamala lo ayuden a perder dinero, y menos que financien una agenda antagónica a la cruzada ambiental que ahora encabeza Estados Unidos.

Honduras tiene un presidente ligado al narco. Cuando termine su periodo será requerido por una corte en Estados Unidos por colusión con el crimen organizado que tiene en la anarquía a su país.

¿A él le van a dar dinero para que pacifique Honduras, y que sus gobernados no huyan del crimen y la violencia, generada por sus compinches?

En El Salvador manda un populista y ególatra, tan autoritario como Daniel Ortega, cuyo gobierno chapotea en corrupción. ¿Qué van a lograr ahí? Nada.

Tampoco le gustó a un sector de los demócratas que en la reunión en México quedaran fuera de la agenda los temas que le encargaron a Kamala Harris.

El presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, Bob Menendez, y otros 19 senadores demócratas, le pidieron a la vicepresidenta –a través de una carta– que pusiera sobre la mesa los temas de Estado de derecho, lucha anticorrupción y gobernanza democrática

Están molestos porque aparentemente los ignoró, o minimizó, por el afán de lograr acuerdos migratorios con autoridades mexicanas.

No fue así. “En la reunión con México se tocaron todos los temas, pero la estrategia (de Estados Unidos) es que las diferencias se ventilen en privado. Habría sido ilógico mencionarlas en público porque hubiera estropeado el propósito colaborativo del viaje”, me dice una fuente creíble desde Washington.

Dar por liquidada a Kamala Harris por la misión imposible que le encomendó su jefe, es un error.

Pensar que le van a tomar el pelo con narcotráfico, Estado de derecho, democracia y medio ambiente, también sería un error.

Kamala tiene peso específico, impone.

Quedó evidenciado con una anécdota: cuando fue recibida por el presidente López Obrador, generalmente aplomado, de las tres palabras que usó para recibirla se equivocó en dos.

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