Uso de Razón

Seis de junio, pistoletazo en AL

Si Joe Biden no es capaz de promover la democracia y las libertades en América, que no sueñe con ser líder de algo en los otros continentes.

MIAMI, Florida.- El 6 de junio comienza un maratón de decisiones políticas en América Latina de la que Estados Unidos no puede ser indiferente, salvo que quiera un incendio en su puerta del sur.

Si Joe Biden no es capaz de promover la democracia y las libertades en América, que no sueñe con ser líder de algo en los otros continentes.

El 6 de junio –además de elecciones intermedias en México– se define la presidencia de Perú, arrancan las candidaturas presidenciales en Chile y Nicaragua, mientras Colombia y Brasil pasarán a la antesala de sus comicios que serán el próximo año.

Hasta ahora se observa a Biden sin respuestas ante ese horizonte sombrío que veía el personaje de Mario Vargas Llosa en Conversación en la Catedral, que pregunta en qué momento se jodió el Perú.

Aún no está dicha la última palabra, pero todo indica que, de nueva cuenta, se jodió el Perú.

Iban tan bien, con 20 años de crecimiento sostenido.

Los frenó el Covid, y la insana práctica de los demócratas de linchar a los presidentes democráticos, en lugar de corregir sus errores para no romper su legado positivo y caer en el populismo y la locura.

Perú, desde 2009 a 2019 tuvo crecimiento económico todos los años, la pobreza se redujo 66 por ciento, según datos del Banco Mundial.

La pobreza extrema (que viven con menos de dos dólares diarios) bajó a sólo 625 mil peruanos, de una población de 32.5 millones de personas.

Y la desigualdad cayó a los niveles más bajos de toda América Latina, sin quitar a unos para dar a otros.

Ejemplar el Perú. Pero se jodió. Hubo una cacería de brujas contra su clase política, en lugar de depuración, al grado de que en cinco años han tenido cinco presidentes. Cuatro están en la cárcel, o procesados, y uno más se suicidó (Alan García) antes de que iniciara el juicio en su contra.

Con el desprestigio –con bases, pero también magnificado por los propios demócratas– de la clase política, no hubo fortaleza para enfrentar una crisis como la que provocó el Covid, que –igual que en todo el continente– no contó ni cuenta con la mano amiga de Estados Unidos.

En Perú fueron destruidos los partidos tradicionales y en su lugar emergieron líderes improvisados que se inflan y revientan con la rapidez de las pompas de jabón.

Resultado: el domingo 6 de junio va a ganar la presidencia el candidato marxista leninista Pedro Castillo. Eso dicen las encuestas en este momento (41-36), y faltan tres semanas para las elecciones.

Pedro Castillo tiene en su plataforma la nacionalización de industrias, una nueva Constitución de línea socialista y ofrece una libertad de prensa como la entendían Lenin y Fidel Castro (editorial institucional del Washington Post, 20 de abril).

Su rival es Keiko Fujimori, que está en libertad bajo fianza.

El 21 de noviembre hay elecciones presidenciales en Chile, y el candidato que va consistentemente arriba es del Partido Comunista, Daniel Jadue.

Chile, el país que redujo la pobreza a un dígito y la miseria prácticamente desapareció, tiene por favorito a un comunista.

Algunos chilenos dicen que es la primera vuelta y en la segunda, a la hora de la verdad, privará la razón y el voto útil será para el ilustrado excanciller de la presidenta Bachelet, Heraldo Muñoz.

Hemos oído esas quimeras varias veces, vaya que las hemos oído.

La sorpresa va a hacer que, en la segunda vuelta, el comunista Jadue se enfrente no a Heraldo Muñoz, sino a Pamela Jiles, quien transitó de la extrema izquierda al periodismo de farándula, y de ahí a lo que se explica como un “populismo trumpista”.

La diputada Jiles asegura que “mi único patrón es el pueblo, los sinmoneda, ellos me dan las órdenes y yo como un robot vengo aquí (al Congreso) donde está la clase política miserable”.

También se jodió Chile, Zavalita (el nobel dixit). O eso parece en este momento de confusión.

Nicaragua va a las urnas en noviembre, en lo que puede ser un trámite para mantener en el poder a Daniel Ortega y a su esposa.

Los nicaragüenses no lo quieren, pero el Frente Sandinista (su partido) tiene el control del Consejo Supremo Electoral, y el Congreso aprobará este mes una reforma para restringir el financiamiento a los partidos de oposición, y quien dará o negará los permisos para mítines y marchas de campaña será la Policía Nacional, que fue el brazo represor y asesino de Ortega y su esposa en las protestas de abril de 2018, en las que hubo más de 300 muertos.

Se jodió Nicaragua, como también ocurrirá el próximo año con Colombia y, gane quien gane, Brasil. Ya se jodieron Venezuela, Argentina, Bolivia, Honduras, El Salvador…

¿Listo para recibir millones de expulsados por la demencia populista, míster Biden?

¿En serio quiere restaurar el prestigio de la democracia en Europa e impulsar las libertades y derechos humanos en Asia, mientras se esfuman en su continente, América?

Ante todas las convulsiones recientes y por venir, no hay que esperar mucho de Biden. Mejor, rendir homenaje a la sabiduría de los ecuatorianos, que apuestan al mal menor y ganan.

Por la vía electoral frenaron el intento de ‘maximato’ de Correa, y a través de sus instituciones depusieron a un presidente cuando se dieron cuenta que estaba loco, Abdalá Buckaram.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

La voluntad del difunto
El mundo va a la guerra

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.