Uso de Razón

Estados Unidos tiene un nuevo enemigo

En el tema del medio ambiente suenan las alarmas de la estabilidad global y también de la seguridad nacional de Estados Unidos.

MIAMI, Florida.- La historia de Estados Unidos muestra que siempre han visto un mundo de buenos y malos, que cambian con el tiempo: colonialistas contra independentistas, nazismo contra la civilización, comunistas contra el mundo libre, terroristas religiosos contra Occidente.

Son esencialmente tan maniqueos como el Manifiesto del Partido Comunista, desde su primer párrafo, escrito por Carlos Marx y Federico Engels en 1848.

El punto es que contra todos esos enemigos el Ejército de Estados Unidos, desde el colonialismo español en Las Antillas hasta el terrorismo de Al Qaeda en su coto Afganistán, ha tomado las armas.

Ahora el eje de la política exterior y de la seguridad nacional de este país se ha desplazado hacia la lucha contra el cambio climático.

El gobierno que no lo entienda tendrá problemas, no en términos bélicos, pero sí resentirá la enorme fuerza de este país en los organismos financieros internacionales y el comercio, por sólo mencionar dos.

Biden va en serio y ese será uno de los pilares de la reafirmación de la hegemonía mundial de Estados Unidos.

En la cumbre del reciente jueves sobre compromisos ante el cambio climático, hubo dos oradores de parte de este país que simbolizan el mensaje de la seriedad con que viene esa lucha, en la que, como siempre, habrá aliados y enemigos.

Hablaron, en la cumbre sobre el clima, el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, y la directora del Departamento de Inteligencia Nacional, Avril Haines.

Dijeron básicamente lo mismo: el cambio climático estará en el centro de la política exterior de Estados Unidos.

¿Se entiende o no?

En palabras de la directora de Inteligencia Nacional, expresadas en la cumbre –a quienes tuvieron la atención de oírla–, “para abordar el cambio climático correctamente, (éste) debe ponerse en el centro de la seguridad nacional y la política exterior de un país”.

La de Biden no es una moda, ni búsqueda de un enemigo diferente al que apuntaron sus antecesores en la Oficina Oval, para singularizarse.

En el tema del medio ambiente suenan las alarmas de la estabilidad global y también de la seguridad nacional de Estados Unidos.

Un reporte de inteligencia obtenido por The Washington Post da los motivos por los que la lucha contra el calentamiento global toma la relevancia que se le está dando.

Dice que el cambio climático “aumentará el potencial de incrementos repentinos de la migración y causaría inestabilidad en todo el mundo”.

El informe advierte que “los cambios exacerbarán la inestabilidad política y las crisis humanitarias”.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) anunció hace unos días que agregará una nueva categoría en su World FactBook: el medio ambiente. Se trata de una publicación en línea, con información sobre temas relevantes para EU, y el papel que desempeñan diversos países del mundo en ese problema.

Habrá seguimiento, país por país, según el grado de peligro que representan en el contexto del calentamiento global.

Con su vecino del norte Estados Unidos no tendrá mayores problemas, porque en defensa del medio ambiente Biden y Trudeau hablan un mismo idioma, a pesar del gasoducto canadiense que el presidente de este país les frenó.

El problema va a estar al sur de la frontera. El pleito que viene está cantado.

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, hizo un extraño pronunciamiento que aquí fue tomado como chantaje: Estados Unidos, dame mil millones de dólares y reduzco la deforestación de la selva amazónica en 40 por ciento.

Lo dijo antes de la cumbre, a la que llegó con otro tono y aceptó asumir compromisos concretos para cuidar la selva tropical más grande del mundo.

Por alguna razón los presidentes populistas desprecian lo que tiene que ver con el medio ambiente, y sus habitantes pagan las consecuencias. En este mundo global, las consecuencias de esos y otros desatinos también trascienden fronteras.

La soberbia e ignorancia de Bolsonaro tienen a Brasil postrado, y será peor, porque el presidente de ese país nunca entendió que las políticas de salud pública van de la mano con la recuperación económica. Y el gigante del sur es un desastre cuya crisis por hambre golpeará, inevitablemente, el medio ambiente.

En esos terrenos estará uno de los ejes principales de la política exterior de Estados Unidos. Se trata de una lucha noble que para ganarla se va a necesitar firmeza, presión económica y política. Y Biden ya dijo que las habrá.

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