Vivir en la Ciudad de México implica, para millones de personas, sortear diariamente y de manera involuntaria una carrera de obstáculos. Calles llenas de baches, banquetas en ruinas, coladeras destapadas y un drenaje colapsado se han convertido en parte del paisaje urbano.
Lo más grave es que estos no son meros inconvenientes, sino omisiones en el mantenimiento de servicios públicos que terminan provocando accidentes de tránsito, caídas, lesiones y, en algunos casos, hasta pérdidas de vidas humanas. Sin embargo, ni el Gobierno de la Ciudad de México ni las alcaldías se hacen responsables de los daños y lesiones que sufren peatones y automovilistas por el deplorable estado de las vialidades.
De acuerdo con datos oficiales, la Ciudad de México cuenta con más de 11 mil kilómetros de vialidades que deberían recibir mantenimiento constante. Sin embargo, entre el gobierno capitalino y las 16 alcaldías se pasan la bolita de quién es el responsable de repararlas. Un día se acusa a la administración central; al siguiente, a las demarcaciones, y, al final, ambos niveles de gobierno eluden su deber, y quienes pagan las consecuencias son la ciudadanía, los automovilistas que dañan sus vehículos en baches imposibles de esquivar y los peatones que acaban lesionados por caminar en banquetas que parecen verdaderas zonas de guerra.
La tragedia es que andar por la capital o utilizar el transporte público se ha convertido en una actividad de alto riesgo. No es exageración. Basta recorrer unas cuantas cuadras para encontrar coladeras destapadas que se convierten en trampas mortales, socavones abiertos sin señalización o banquetas tan destruidas que impiden el paso seguro de adultos mayores, niños y personas con discapacidad. En una ciudad que presume ser moderna y competitiva, lo básico —poder caminar sin riesgo de caer en un hoyo— es un verdadero lujo.
Por ejemplo, en Iztapalapa, las lluvias de la temporada volvieron a colapsar el drenaje, provocando inundaciones que dejaron calles convertidas en ríos de aguas negras, afectando a miles de familias que perdieron muebles, electrodomésticos y hasta sus viviendas. Semanas antes, en esa misma zona, la explosión de una pipa de gas —agravada por el mal estado del pavimento y el exceso de velocidad— dejó 31 personas muertas, varias heridas y cuantiosos daños materiales. Estas tragedias no son accidentes aislados, sino el resultado directo de la negligencia de un gobierno que deja a la ciudad sin mantenimiento, sin planeación y sin responsabilidad gubernamental.
El contraste con las cifras de recaudación es indignante. Por ejemplo, desde que se implementó el sistema de parquímetros en 2012 hasta la fecha, las empresas concesionarias —en una de las cuales figura el hijo de un expresidente involucrado en varios escándalos— se han embolsado 4 mil 975 millones 919 mil pesos. De ese total, mil 458 millones 977 mil pesos fueron directamente a las arcas del Gobierno capitalino. La pregunta es inevitable: ¿dónde está ese dinero? Porque lo que vemos en nuestras calles dista mucho de reflejar una inversión seria en servicios urbanos de calidad.
El ciudadano paga religiosamente el predial, la tenencia y otros impuestos, pero lo que recibe a cambio es abandono e incertidumbre. Si estos recursos no se traducen en calles seguras y servicios dignos, entonces no estamos ante una simple negligencia, sino frente a un fraude contra la ciudadanía.
Cada vez que ocurre un accidente por el pésimo estado de la infraestructura urbana, las autoridades guardan silencio. Nadie se hace responsable de reparar los daños materiales a un auto dañado por un bache o de indemnizar a un peatón lesionado tras caer en una coladera sin tapa. Esa indiferencia institucional convierte a la ciudadanía en víctima doble: primero, de la negligencia gubernamental; después, del desdén absoluto frente a sus reclamos.
La Ciudad de México no puede aspirar a ser una capital de vanguardia mientras su gente tenga miedo de caminar por sus calles. Las cifras de recaudación están ahí, los recursos existen, pero lo que falta es voluntad política y un mínimo de honestidad. El desastre urbano en el que vivimos no es producto del azar. Es el resultado de un gobierno que recauda millones mientras evade la obligación más elemental de cualquier administración pública: garantizar seguridad y dignidad a sus habitantes.
Sotto Voce
En referencia a su aparición en el documental “PRI, crónica de un fin”, de la plataforma VIX, el guerrerense Félix Salgado Macedonio dijo que las imágenes donde aparece en la tribuna de San Lázaro tirando costales de boletas electorales quemadas en las elecciones de 1988 son una excelente oportunidad para que las nuevas generaciones conozcan la lucha de la izquierda en México. Sin duda, Salgado Macedonio ha sido un valioso activo en la construcción de una opción política y de Morena…
Apenas cumplió dos años al frente de la administración del Estado de México y Delfina Gómez Álvarez se consolida en el primer lugar entre las mujeres gobernadoras del país con un 65.2 por ciento de aprobación entre las y los mexiquenses por su gestión…
Luego de más de dos años de ausencia, la Semana de Yucatán vuelve a la CDMX desde hoy y hasta el 12 de octubre, en el Palacio de los Deportes. En esta edición participan más de 270 expositores y 151 stands que representan a diversos municipios de la entidad. Durante la presentación oficial, el gobernador Joaquín Díaz Mena destacó que la reactivación de la Semana de Yucatán simboliza la unión entre cultura y economía, al convertirse en una plataforma para impulsar la inversión, el turismo y la proyección nacional de la entidad.
