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Dinero digital, ¿una cuestión de creencia?

Las criptomonedas son un ingenioso sistema económico de dificultades y recompensas, que permitió reducir el 'costo de la confianza' y operar sin necesidad de ella.

"Todo el dinero es una cuestión de creencia" dijo Adam Smith, y a muchos nos cuesta, todavía, tener fe en las criptomonedas.

Hace 11 años bitcoin hizo posible el éxito de la primera criptomoneda cuando su creadora o creador secreto logró o lograron -no sabemos por qué el invento es anónimo- construir un sistema de efectivo electrónico que permitió enviar pagos seguros entre personas sin necesidad de pasar por una institución financiera.

Una mezcla inteligente de criptografía, bases de datos distribuidas, redes y consenso descentralizado, más un ingenioso sistema económico de dificultades y recompensas, permitió reducir el 'costo de la confianza' y operar sin necesidad de ella.

Atrás de bitcoin, la tecnología de Blockchain, permitió transferir la confianza puesta en una autoridad central a un registro inmutable distribuido en una red que lo construye por consenso colectivo. Este registro permite documentar y verificar, con certeza, la creación, propiedad y transmisión de este nuevo activo digital que llamamos criptomoneda o criptos.

En la evolución del dinero, uno de nuestros antiguos mecanismos de coordinación social, su versión digital es la más reciente. A la par con el lenguaje y las ciudades, el dinero es el tercer instrumento para coordinar nuestra interacción social. Primero aprendimos a comunicarnos, luego a vivir juntos y en paralelo, desde el comienzo, a acordar, por consenso, el valor de nuestras transacciones.

Se piensa que el dinero tuvo dos orígenes: el intercambio de bienes y servicios, y el registro de derechos y obligaciones. El primero requirió un medio de pago y evolucionó desde las conchas y nuestros granos de cacao hasta las monedas acuñadas y los billetes. El segundo fue un recurso mnemotécnico para unidades de cuenta que inició como registros en huesos paleolíticos, las tabletas de barro en Mesopotamia, los palos de cuentas medievales, hasta la teneduría de libros en Venecia. Medio de cambio, unidad de cuenta y depósito de valor, son las funciones del dinero.

En la segunda mitad del XX surgió el dinero electrónico. Lo guardan computadoras bancarias, lo respaldan monedas de curso legal, lo transfieren las telecomunicaciones, lo usan nuestras tarjetas de crédito y los cajeros automáticos lo cambian por monedas y billetes, nuestro efectivo tangible. Vive en el mundo digital pero no es nativo de ese mundo. Es una representación digital de nuestra moneda, intangible ahora, cierto, pero aún comprensible para la mayoría que hemos aprendido a interactuar con ese mundo virtual paralelo.

Las criptomonedas, por otra parte, son del mundo digital. Su registro es el activo. Su valor lo respalda la inmutabilidad de ese registro. Su política monetaria es el código programado para la gobernanza descentralizada de su red de usuarios. Su registro distribuido constituye, en sí mismo, la fuente y comprobación de existencia de su propiedad y transferencia.

¿Difícil de creer? Cierto, pero un movimiento en expansión: bitcoin descentraliza el dinero, Blockchain descentraliza las finanzas.

El dinero digital está aquí. Hay ya cerca de 3 mil criptomonedas -las principales 10 representan 85 por ciento del valor de mercado- y, en paralelo, 63 Bancas Centrales -con jurisdicción sobre 80 por ciento de la población mundial- reportan al Banco de Pagos Internacionales(1) su interés y trabajo en nuevas Monedas Digitales de Banca Central, CBDC, por sus siglas en inglés.

El dinero es promiscuo, dice Charles Eisenstein en Sacred Economics. Despojado de asociaciones personales el dinero es capaz de intercambiarse con quien sea por cualquier cosa, y es indiferente a todas las relaciones interpersonales no monetarias. Quizá por ello, piensa, sufrimos escasez de lo que es inmensurable e invaluable, quizá por ello somos pobres en las cosas que el dinero no puede comprar, y tenemos un exceso de aquellas que sí puede.

¿No deberíamos entonces tener distintos tipos de dinero? Eisenstein dice: uno para valorar todo lo que es estándar, cuantificable, genérico, y otro para el intercambio de lo que es personal y único.

Entre muchas otras cosas, el nuevo dinero digital permite esto: una diferente ecología de monedas donde pueden coexistir, interrelacionadas y en circulación, múltiples medios de pago para distintos tipos de valores, financieros y no financieros, tangibles e intangibles. Podemos recuperar nuestra 'cuestión de creencia' construyendo un mundo nuevo ¿Trabajamos en ello?

(1) Barontini, C., Holden, H. (2019), Proceeding with caution – a survey on central bank digital currency, BIS Papers No. 101, https://www.bis.org/publ/bppdf/bispap101.pdf

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