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Datos para tu salud

De manera sencilla podemos ejemplificar blockchain como un libro donde una comunidad apunta aquellas cosas que le importa recordar. Entre todas y todos las documentan.

La columna pasada nos propusimos mejorar nuestro humor social cambiando poco a poco los ánimos personales. Sugerimos recuperar nuestra confianza conociendo proyectos que resuelven problemas concretos y que imaginan mejores futuros con nuevas tecnologías.

De manera sencilla podemos ejemplificar blockchain como un libro donde una comunidad apunta aquellas cosas que le importa recordar. Entre todas y todos las documentan. Las escriben en clave para proteger su contenido, siempre anónimo pero transparente. Las asientan una a una en una serie fechada de renglones que les permite verificar quién escribió qué y cuándo. Cada vez que alguien escribe algo, hace una nueva copia del libro y la distribuye entre todos los demás.

Esta secuencia de anotaciones la entretejen de una manera ingeniosa que dificulta cualquier intento de cambio. Cada renglón guarda una referencia al renglón anterior y en ella resume los datos ahí escritos.

Para hacer chanchullo en un renglón hay que borrar y reescribir todos los renglones anteriores, o sea el libro completo. Pero como toda la comunidad tiene la última copia válida, el maleante tiene que convencerlos de cambiar la historia que laboriosamente construyeron juntos para recordar lo que no quieren olvidar. Poco probable.

Lo sorprendente es que todo esto lo hace la comunidad sin ninguna persona que los coordine o controle, y sin tener que conocer a todos sus miembros o confiar en ninguno. El libro se escribe por consenso, bajo reglas predefinidas de común acuerdo y seguidas por todos, siempre.

Este juego se inventó para crear el dinero digital, y su éxito puede replicarse en cualquier emprendimiento colectivo donde tengamos que proteger algo de valor.

Hoy en día nuestra salud es nuestro principal valor. Nuestra supervivencia pasa por conocer qué nos pasa y saber cómo actuar.

Imaginemos que con la tecnología de este libro comunitario registramos, de manera única, inalterable, protegida y privada nuestra identidad, y con esta identidad segura abrimos una pequeña libreta personal donde apuntamos la historia de nuestra salud con datos veraces y verificables.

Comenzando por nuestro ADN y continuando con el registro de nuestras buenas y malas experiencias sanitarias. Esto es, nosotros y nuestras circunstancias a través del tiempo, tanto las buenas prácticas de higiene, nutrición y ejercicio que nos mantienen sanos, como los tratamientos e intervenciones que nos curaron cuando enfermamos, el personal médico que nos atendió, las medicinas que nos recetaron, los equipos que utilizaron, los laboratorios y hospitales donde nos cuidaron.

Nosotros somos los dueños de esas libretas y sus contenidos. Podemos decidir quién y cuándo escribe en ellas, quién y cuánto puede leerlas. Nosotros podemos capitalizar ese valor pues nuestra historia clínica sirve para curarnos en el futuro y para que otros aprendan a curar a los demás.

Un emprendedor mexicano y el Ministerio de Salud brasileño nos muestran cómo registrar y sumar los datos individuales para el bien común.

Daniel Uribe, de Genobank (https://genobank.io), nos permite tomar muestras de saliva, privadas y protegidas con blockchain, para conocer nuestro ADN e iniciar con este constituyente vital nuestro historial clínico.

Diógenes Firmiano, de MBAMobi (https://bit.ly/30gZbtd), nos compartió en la última reunión de Hyperledger Toronto, de la Fundación Linux, como el Ministerio de Salud de Brasil aplica blockchain para coordinar en sus 26 estados los flujos de datos para todas las interacciones de pacientes y prestadores de servicios.

La salud es aditiva, sumemos datos para mantenerla. Continuará…

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