Antes del Fin

O Captain! My Captain!

Uno de los aportes más profundos de Patricia Pomies fue tratar la cultura organizacional no como un ejercicio de relaciones públicas, sino como una infraestructura operativa.

Conocí a Patricia Pomies —o Pato, como la llaman quienes la han visto liderar sin levantar la voz— en un momento de incertidumbre profesional. Yo atravesaba una crisis laboral silenciosa, arrastrando preguntas que nadie parecía tener tiempo de escuchar. Ella no ofreció respuestas, ni fórmulas. Solo me escuchó. Y en una industria donde el tiempo es capital, esa pausa fue una lección de liderazgo. No era solo amabilidad. Era diseño: una forma distinta de ejercer el poder.

Mucho después, recordé aquel poema que termina con un líder caído en cubierta, mientras el barco entra al puerto con gloria: O Captain! My Captain! No por tragedia, sino por la paradoja que encierra: a veces, los líderes más influyentes son los que no se colocan al centro. Pato nunca buscó el reflector, pero sin duda sostuvo el timón. Hoy, al cerrar su etapa como Chief Operating Officer de Globant, su legado no es una silla vacía, sino una arquitectura viva.

Liderar desde la arquitectura, no el ego

Mientras muchos líderes concentran su energía en destacar personalmente o atraer talentos estrella, Patricia Pomies eligió otro camino: entendió que no basta con tener a las personas correctas si no se diseñan las condiciones para que trabajen juntas.

Su enfoque no se limitó a crear estructuras funcionales, sino a construir plataformas que impulsaran la innovación, la eficiencia y la productividad como un todo orgánico. En lugar de centralizar decisiones, promovió un sistema donde cada equipo contaba con autonomía, herramientas claras y un marco de acción definido para operar con inteligencia colectiva.

El resultado fue una organización capaz de escalar sin perderse.

La cultura como sistema, no como eslogan

Uno de los aportes más profundos de Pomies fue tratar la cultura organizacional no como un ejercicio de relaciones públicas, sino como una infraestructura operativa. Para ella, el bienestar no es un beneficio periférico, sino condición para la innovación. Y eso se traduce en estructuras que cuidan a las personas sin infantilizarlas, que promueven la diversidad sin convertirla en cuota, que generan comunidad sin sacrificar exigencia. En un entorno corporativo que muchas veces romantiza la cultura mientras externaliza sus costos humanos, esta mirada tiene un valor estratégico claro: las empresas no pueden innovar si su gente está rota.

Rediseñar antes del colapso

En una entrevista que le hice hace años, dijo algo que revela mucho de su enfoque: “No porque algo haya funcionado seis meses, significa que va a seguir funcionando otros seis”. Esa simple frase encierra una visión incómoda, pero poderosa: en tiempos de cambio constante, no basta con adaptarse; hay que rediseñar antes de que el sistema colapse.

Este principio la llevó a rehacer equipos, procesos y estructuras sin necesidad de una crisis. Para ella, anticiparse no es paranoia, es diseño estratégico. No se trata de cambiar por cambiar, sino de asumir que todo sistema tiende a la obsolescencia si no se cuestiona con frecuencia. Esa mentalidad, más cercana al software que a la jerarquía tradicional, es una de las claves para sostener organizaciones flexibles, resilientes y preparadas para lo que todavía no ocurre.

Liderar como acto de diseño

La salida de Pomies de su rol operativo en Globant no deja un vacío, sino un ecosistema vivo. No hay reemplazo directo, porque lo que ella construyó no depende de su presencia, sino de una arquitectura capaz de sostenerse. Esa es quizá su mayor lección: un liderazgo profundo no se mide por la cantidad de decisiones que una persona toma, sino por la solidez de las estructuras que permanecen cuando ya no está. Su paso por Globant no se define solo por resultados financieros, sino por la cultura que ayudó a sembrar: una donde la innovación no depende del caos, sino de equipos bien ensamblados.

Antes del fin

En 1957, Albert Camus escribió una carta a su maestro Louis Germain, tras recibir el Nobel. Le dijo que sin él, nada habría sido posible. Setenta años después, en otro siglo y otro lenguaje, ese gesto sigue siendo necesario. Porque hay personas cuyo impacto va más allá de lo que imaginan. Yo lo sé, porque entrevisté a Patricia Pomies antes de que muchos supieran lo que vendría. Porque vi, en tiempo real, cómo su forma de liderar transformaba entornos.

Hoy, con esa misma gratitud, quiero decirle a Pato que sus enseñanzas no solo cambiaron mi forma de trabajar y de construir equipos, sino también la forma de habitar este plano.

Nadine Cortés

Nadine Cortés

Abogada especialista en gestión de políticas migratorias internacionales.

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