He Dicho

Pobre Veracruz

Un club lastimado y utilizado para fines personales sin importar absolutamente nada, escribe Miguel Gurwitz.

Una más. Ni me asombro ni me espanto.

Ser parte del Veracruz, como jugador, directivo o entrenador en estos tiempos, debe obedecer a dos cosas fundamentalmente: las ganas de ser visto en el máximo circuito (léase necesidad) o verdadero amor al Puerto.

Cada quien, pero trabajar ahí debe ser una experiencia, particular, por llamarlo de alguna manera, y quienes intentan justificar a Fidel Kuri estableciendo que así ha sido siempre, se equivocan, igual y como se equivoca la Liga MX al hacerse de la vista gorda ante todo lo que sucede con el equipo y las sanciones impuestas a su presidente, esas mismas que luego les cuento por dónde se las pasa.

¡Pobre equipo! Y qué tristeza genera ver una afición que compara sus niveles de fidelidad con los de frustración e impotencia después de tantos años con directivos que no han abonado a la construcción social y deportiva de lo que debe representar un equipo de futbol; todo lo contrario: un club lastimado y utilizado para fines personales sin importarles absolutamente nada.

A eso me refería en mi colaboración del pasado martes, donde establecía que al futbol en general, desde las oficinas, cancha y tribunas, le hacía falta mayor educación.

Sin duda en Veracruz, merecen algo mejor.

Y luego está el tema de los dobles contratos que, cuando se toca, vienen los dobles discursos y las dobles posturas. Le sumamos el no descenso, el mismo sistema de explotación comercial de la Selección, una Liga que prioriza la presencia de extranjeros ante el mexicano, etcétera, etcétera, y entendemos por qué estamos donde estamos y cómo estamos como futbol en general, donde se mueven cosas, pero no se avanza. Donde se generan cambios, pero no cambia de fondo.

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