Por Gustavo Rojas Ayala, director general en Mexicanos Primero Sinaloa.
Quizás el recuerdo de lo que ocurría en nuestras vidas una década atrás no esté tan fresco como el aroma del café que bebimos esta mañana o el sabor del bocado que lo acompañó. No sorprende entonces que el aura de los recientes resultados de la evaluación del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) 2022 nuble aquello que hace 10 años atrás mostró PISA 2012.
Hace una década, los resultados PISA 2012 demostraban que México era el segundo país con el mayor aumento significativo de sus resultados, comparado con los del 2003, después de Brasil. Uno de los brillos más notables de dicho momento fue el avance en los resultados de matemática, donde México incrementó su puntuación promedio en 28 puntos desde 2003.
Esta evocación a dichos resultados podría erróneamente hacer añorar un dorado esplendor ya extinto. Pero se debe recordar también que en aquel entonces casi la mitad de los estudiantes se ubicó en los niveles más bajos de desempeño. Y que el resultado de México estuvo por debajo de la media de la OCDE y de países latinoamericanos como Chile.
La lección es evidente. La memoria juega con nuestra percepción y los datos que aporta PISA pueden ser leídos como gesta heroica o tragedia, según el encuadre que se elija. Con todo, los resultados de PISA 2012 nos regalan una verdad difícilmente disputable: mejorar los resultados de aprendizaje de todo un país es una labor ardua, pero posible.
Esta expedición a lontananza en la memoria también sirve para recordar que en aquel entonces, México pudo contar con información desagregada a nivel estatal.
Estados como Aguascalientes, Querétaro y Nuevo León obtuvieron resultados por arriba de la media nacional en las tres asignaturas. Otros como Tabasco, Chiapas y Guerrero, se ubicaron por debajo en cada una de ellas.
Asimismo, se logró contar con una comparativa de resultados 2003-2012 en la asignatura de matemática, en donde a nivel de promedio nacional como en trece entidades federativas, se generaron mejoras estadísticamente significativas en los resultados.
Poco más de una década después, el café que acompañó la revisión de los resultados PISA 2022 para México tuvo un sabor más amargo. Los resultados generales pueden ser resumidos en tres datos, que debieran ser claves para configurar el rumbo de la política educativa nacional durante la próxima década:
- México tiene una proporción de estudiantes significativamente menor que el promedio OCDE en los máximos niveles de logro y una mayor proporción de estudiantes con resultados bajos que el promedio OCDE.
- Considerando los resultados obtenidos durante la última década, México no experimenta diferencias significativas. Con la mirada puesta en el mediano plazo, estamos estancados.
- De 2018 a 2023, sí existió una caída estadísticamente significativa en los resultados de matemática (14 puntos menos) y en ciencias (9 puntos menos).
A través de las decisiones que se tomen hoy, el sistema educativo nacional definirá los recuerdos que tendrá en una década más. De un lado, está el futuro que se construye escogiendo ignorar y deslegitimar la información que ofrecen las pruebas PISA. Del otro, el mañana que se fragua sorbiendo con gallardía el trago amargo, reconociendo la existencia de una crisis de aprendizaje y tomando cartas en el asunto.
En México, ir a la escuela no equivale a aprender. Pero este no es un destino inevitable. La autoridad educativa federal no puede secuestrar las oportunidades de toda una generación. La SEP debe reconocer la realidad que fuentes como PISA confirman y orientar en consecuencia las políticas educativas. Para que en diez años, México no tenga que salir nuevamente en búsqueda del tiempo y aprendizaje perdidos.