Mauricio Jalife

60 años de AMPPI (parte II)

El uso adecuado de las herramientas de la propiedad intelectual impulsa cambios profundos en las economías, generando riqueza a partir de las ideas y el conocimiento.

Para una asociación que reúne a profesionales dedicados a una misma actividad, llegar a seis décadas de trabajo es un logro significativo y vinculante. La tarea no ha consistido en poner el piloto automático y mover el volante para ajustarse a las curvas del camino, sino en señalar y pelear por seguir una ruta que, muchas veces, se ha alejado de la visión de los gobiernos en turno. Hoy, que los colegios y las asociaciones se diluyen en posicionamientos que poco importan y nadie lee, las acciones que emanan de las instituciones perdurables cobran especial relieve cuando trascienden los límites de su propia esfera. El pensamiento crítico y el liderazgo firme, se vuelven estratégicos para dar cohesión a la inconformidad social en todos los ámbitos de la vida nacional.

En este momento de México, la administración y manejo de los derechos de autor, patentes, marcas y otros activos intangibles ha alcanzado un nivel evolucionado, en el que ya no se discuten los beneficios que aportan a la economía, sino los medios que se requieren para liberar su potencial. En nuestro país, el casi total de las empresas ya entienden perfectamente la conveniencia de tener marcas registradas en todos los países donde se hacen negocios, pero quedan aún muchos rubros pendientes de ser desarrollados. Como país, la promoción de nuestras denominaciones de origen y la creatividad implícita en expresiones culturales tradicionales nos brindan la oportunidad de generar fuertes cadenas productivas orientadas a economía creativa, en una dimensión que nunca antes fue alcanzable.

El ámbito de la propiedad intelectual ha crecido de tal forma que su administración descansa en autoridades tan disímbolas como el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial y el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, pasando por la FGR, SNICS, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, INDAUTOR, la Agencia Nacional de Aduanas de México y, de manera muy relevante el Poder Judicial Federal y los poderes judiciales de los estados, lo que multiplica el frente de batalla que se debe gestionar para crear un ecosistema funcional y coherente.

Uno de los elementos que en AMPPI han marcado diferencia, es la intención de sus integrantes de ofrecer a los usuarios del sistema la mayor seguridad posible en acceder a la mejor calidad profesional en los servicios que prestamos quienes nos dedicamos a este giro. Bajo esa idea, la Asociación diseñó su marca de certificación que es un recurso de la propia ley de la materia para garantizar el más alto nivel de desempeño profesional. Hacia adelante, AMPPI tiene retos monumentales. El más grande, seguir siendo relevante en un mundo expuesto al tsunami de la IA y a una visión de los jóvenes que no coteja con los principios históricos de la propiedad intelectual.

A lo largo de su historia, en la Asociación Mexicana para la Protección de la Propiedad Intelectual se han reunido las mentes más brillantes y emblemáticas de quienes han escogido este oficio de la protección de la creatividad como vocación de vida, desde lo académico y artesanal hasta los más desafiantes litigios que un profesional pueda enfrentar. En general, todos los que nos dedicamos a esta noble actividad compartimos una premisa: el uso adecuado de las herramientas de la propiedad intelectual impulsa cambios profundos en las economías, generando riqueza a partir de las ideas y el conocimiento.

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