Gestión de Negocios

¿Te paralizas o te activas? ¿Cómo reaccionar ante problemas espontáneos?

Los problemas casi nunca se procesan con una acción única y menos aislada, sino en fases. Tienden a costar, pero hay formas múltiples de alojar o resolver sus costos.

Ni se hereda, ni surge por generación espontánea. Pero es una habilidad esencial para el desarrollo óptimo de las empresas y para la maximización del potencial de una vida productiva.

Resolver problemas complejos, desestructurados, emergentes y, sobre todo, en momentos de operación crítica, es una de las virtudes más apreciadas del mundo de los negocios, en el encargo de asuntos públicos y en la vida misma.

Un problema es un conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de un fin planeado o de un desenlace esperado. Un asunto, con cierto grado de dificultad, que no ofrece una solución evidente y que normalmente produce costos que no se pueden o no se quieren absorber.

¿Qué hacer frente a problemas tan espontáneos como complejos y tan retadores como tensionantes? Aquí tres recomendaciones para su gestión aprendida:

1) Identifica cuál es exactamente el problema.- No quieras matar al mensajero. No brinques a conclusiones trágicas. Si te toca resolverlo con el concurso de varias voluntades, no quieras enajenarte. Reconoce la realidad y clasifica el tipo de hecho problemático que tienes enfrente.

Analizarlos por sus efectos negativos y consecuenciales; desagregarlos y ordenarlos en partes; medir sus consecuencias progresivas, ayuda mucho. Pero lo más relevante es distinguir cuál es una realidad que debes asimilar de aquello que puedes atenuar o resolver.

2) Agrega información precisa, multiplicando la maniobrabilidad.- Es muy saludable dilucidar aquello que está totalmente fuera de tu control, de los accionables en los cuales gozas de cierto grado de ejecutabilidad y, sobre todo, de la posibilidad de financiar en tiempo y en dinero.

La visión de un problema va evolucionando en función de la información que obtienes, de la visibilidad de opciones engendradas y, sobre todo, de la percepción de solucionabilidad que vas ganando a lo largo de su gestión.

3) Atenúa la incertidumbre con determinación.- Los problemas se resuelven en gerundio. Se procesan, casi nunca con una acción única y menos aislada, sino en fases. Tienden a costar, pero hay formas múltiples de alojar o resolver sus costos.

Pocas cosas desesperan tanto en una organización como ver a personas paralizadas frente a problemas solucionables. O de observar a gente más ocupada en desear que no hubiese sucedido tal o cual cosa, que concentrados en encauzar positivamente sus efectos o, por lo menos, neutralizarlos.

El miedo y la duda son componentes intrínsecos a la gestión frontal de problemas nuevos. La inmovilidad es un efecto común, pero no deseable. No hacer nada puede resultar una opción explícita, pero por definición temporal y limitada. El temple de las personas se mide por la acción en la zozobra y la decisión oportuna en entornos de duda ampliada.

Detonar soluciones posibles. Activar a quienes intervienen en la construcción de posibilidades.

Encontrar o desarrollar nuevas capacidades para el engranaje de las piezas de una solución progresiva. Eso es lo que distingue a los agoreros del desastre de los solucionadores con osadía y sentido de cumplimiento.

Y es que, quienes resuelven no solicitan confianza, la construyen en movimiento.

Nos toca ir a Residuos Expo en CDMX…

En el mundo ideal, ninguna actividad humana debería producir basura. Todas las unidades económicas, privadas y gubernamentales, deberíamos ser profesionales en la debida administración y disposición de los residuos que nuestra actividad genera.

Por eso celebro que del 5 al 7 de marzo próximo, se realice RESIDUOS EXPO en el Centro Citibanamex. Una exposición que –desde el 2015 – presenta lo último en tecnología, maquinaria, productos y servicios para la correcta gestión de residuos peligrosos, sólidos urbanos y no peligrosos. ¡Ahí nos vemos!

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