Despertador

Genaro García Luna: el efecto dominó

Genaro García Luna no está aislado en su grave responsabilidad. Es una pieza clave de un contexto histórico y político.

Secretario de Gobierno de la CDMX

La declaratoria de culpabilidad de Genaro García Luna realizada por un jurado en el juicio que se le sigue en los Estados Unidos, ha pegado de frente y con tremenda fuerza al otrora poderoso personaje.

Sin embargo, el golpe no es solo personal. No es solo contra un individuo. Genaro García Luna no está aislado en su grave responsabilidad. Es una pieza clave de un contexto histórico y político.

¿Qué, quiénes, cómo y por qué, le dan ese poder a Genaro García Luna?

García Luna emerge como el hombre que puede ayudar al entrante gobernante Felipe Calderón Hinojosa a realizar una acción espectacular de tal magnitud que pueda obnubilar, tapar, distraer, hacer olvidar, el cuestionamiento de millones de ciudadanos a la elección presidencial del 2006.

En otras palabras, es el fraude electoral del 2006, realizado contra Andrés Manuel López Obrador y a favor de Felipe Calderón el que lleva a este a tomar la decisión de emprender una supuesta guerra contra el narcotráfico.

Así, para empezar, la culpabilidad de Genaro García Luna arrastra en un huracán de responsabilidades a Felipe Calderón, el gobernante que tomó tres importantes decisiones: 1) Designar como secretario de seguridad a García Luna; 2) Declarar la guerra contra el narco; y 3) Encargarle dicha guerra a García Luna.

La guerra contra el narco es una decisión que rompe con el contexto y la coyuntura. No había una razón, un diagnóstico, un proceso social que justificara la realización de esa guerra. El sexenio 2000-2006 terminaba con un índice de violencia menor que los sexenios 1988-1994 y 1994-2000.

La guerra contra el narco, en cambio, disparó el crecimiento de los homicidios en un 195 por ciento, es decir, los triplicó. Pero también disparó el fenómeno de las desapariciones e hizo crecer las violaciones a los derechos humanos, las masacres, las muertes de inocentes en fuegos cruzados (“daños colaterales”), los feminicidios y la cultura del crimen por avaricia, del éxito personal a costa de la actividad delictiva.

La guerra contra el narco no acabó con el narco, no debilitó al narco, no bajó las adicciones a las drogas. En cambio, sí aumentó los índices de todos los delitos de alto impacto.

Hay dos resultados concretos de esa guerra: se multiplicó el número de homicidios y el encargado de la guerra hizo un conjunto de pactos con el crimen que le permitió llegar a amasar una fortuna de 745 millones de dólares. Negocios súper millonarios a través de la corrupción y a costa de la vida de 100 mil personas.

Genaro García Luna es culpable. Felipe Calderón es culpable.

Pero no son los únicos que quedan afectados por esta trama. En distintas proporciones, otros personajes e instituciones salen involucradas o dañadas.

El torbellino arrastra a Vicente Fox, el Presidente que involucró a García Luna en tareas de seguridad de alto nivel y el que se empecinó en cerrar el paso a Andrés Manuel López Obrador para que no llegara a la Presidencia, utilizando cualquier medio, incluido el fraude electoral.

También queda afectado el INE, entonces llamado IFE, que ejecutó el guion que le impuso el presidente Fox, sin reparo alguno y con una sumisión absoluta. El IFE-INE no solo no defendió el voto de los mexicanos, sino que se prestó para hacer caso omiso de todas las irregularidades para imponer a Calderón.

Quedan cuestionados también los titulares del CISEN, que nunca señalaron los riesgos de Seguridad Nacional que implicaba García Luna. Salen cuestionados, asimismo, varios personajes del Poder Judicial que aún ahora, con todo lo que está pasando en Estados Unidos, descongelan las cuentas bancarias de gente muy cercana a García Luna. De no haber ocurrido en Estados Unidos, ¿alguna vez habría sido juzgado García Luna en México?

Finalmente, hay que señalar que son escasas las investigaciones realizadas sobre García Luna desde los medios de comunicación, el 4o poder, que tiene la responsabilidad de fiscalizar al poder político.

Es el efecto dominó que ha desatado Genaro García Luna y que aún no ha llegado a tumbar la última ficha.

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