Despertador

El presupuesto conservador: primero los ricos

Algunos alcaldes de la Ciudad de México solicitan que las alcaldías donde se paga más predial tengan más presupuesto público y donde se paga menos predial tengan menos presupuesto.

Secretario de Gobierno de la CDMX

Hace muchas décadas, la búsqueda del desarrollo llevó a los países del mundo a un importante punto de consenso en materia de políticas económicas de ingresos y egresos de los Estados: los que tienen más riqueza pagan más impuestos y los que tienen más necesidades reciben más presupuesto. A esto se le llama redistribución del ingreso o distribución equitativa de la riqueza. Las políticas fiscales y de gasto público son los instrumentos para lograr dicha redistribución.

Sin embargo, como si el tiempo no hubiera pasado, como si México viviera aún en el porfiriato, como si el mundo no hubiera sufrido las Primera y Segunda Guerra Mundiales y la Gran Crisis de 1929, algunos alcaldes conservadores de la Ciudad de México (los alcaldes del PAN en Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo, especialmente), han salido a la palestra a pedir que el impuesto más importante de la Ciudad, el impuesto predial, se le regrese a quien lo paga, se invierta en las zonas donde se genera, se quede en las alcaldías donde se paga más predial. En otras palabras, que el que pague más predial reciba más presupuesto. Solicitan que las alcaldías donde se paga más predial tengan más presupuesto público y las alcaldías donde se paga menos predial tengan menos presupuesto. La propuesta de estos alcaldes ruborizaría a Hayek y a Friedman. Es el último grito de la onda neoliberal. Ya solo les faltó decir: “¡primero los ricos!”.

Olvidándose de que la actual fórmula de distribución del presupuesto entre las alcaldías fue aprobada con el consenso de todas las fuerzas políticas, piensan que llegó la hora de quitarle su presupuesto a las alcaldías más pobres de la Ciudad, para que se destine a Las Lomas de Chapultepec y al Pedregal de San Ángel.

Para darse una idea de la barbaridad que implica dicha formulación es importante repasar las cifras.

En una sola alcaldía, Miguel Hidalgo, se genera el 19.51 por ciento del impuesto predial de toda la Ciudad. En cambio, nueve alcaldías juntas, Iztacalco, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Venustiano Carranza, Xochimilco, Tláhuac, Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Azcapotzalco, apenas reúnen una cifra similar, el 21.95 por ciento del impuesto predial.

Las cinco alcaldías con mayor aportación del predial, Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, Benito Juárez, Cuauhtémoc y Cuajimalpa, reúnen el 65.77 por ciento de todo el predial de la Ciudad de México, generado por cierto, por unas cuantas colonias. Mientras tanto, las cinco alcaldías con menor cobro del predial, Iztacalco, Contreras, Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac, apenas reúnen el 5.11 por ciento de todo el predial de la Ciudad, con el concurso de todas sus colonias.

Ahora bien, la alcaldía Iztapalapa, con un millón 835 mil habitantes genera sólo el 4.97 por ciento del predial y Cuajimalpa, con solo 217 mil habitantes reúne el 9.59 por ciento del predial. Esto quiere decir que de aplicarse la fórmula conservadora de distribuir el presupuesto en función del pago del predial, los habitantes más ricos de Cuajimalpa recibirían 20 veces más presupuesto que los habitantes de Iztapalapa.

Con la fórmula conservadora, cinco alcaldías se llevarían el 65.77 por ciento del presupuesto (y solo para sus habitantes más ricos, que pagan el predial más elevado) y once alcaldías tendrían sólo el 34.23 por ciento del mismo.

Iztapalapa, con más del 20 por ciento de los habitantes de la Ciudad, recibiría sólo el 5.0 por ciento del presupuesto.

El 90 por ciento de los habitantes recibiría sólo el 10 por ciento del presupuesto y el 10 por ciento de los habitantes se quedaría con el 90 por ciento del presupuesto.

Como vemos, la propuesta de los alcaldes conservadores es absurda. De concretarse, las zonas más precarias quedarían en el abandono total. Las zonas ricas tendrían todo el presupuesto público a su disposición. Parece que a algunos alcaldes de la oposición conservadora les está faltando ya no digamos sentido de justicia, que es mucho pedir, sino el más elemental sentido común.

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