En México, cada seis años se abre la puerta para formar un nuevo partido político. Nos encontramos ahora en ese periodo.
De acuerdo con la regulación actual, solo en el mes de enero del año siguiente a una elección presidencial, se permite la formación de nuevas agrupaciones políticas que compitan en las elecciones. Algo que puede cambiar muy pronto con la nueva Reforma Electoral.
Apenas el lunes de la semana pasada, durante su mañanera, Claudia Sheinbaum vislumbró dicha posibilidad. Dijo expresamente: “Sí, que haya más partidos”, como respuesta al cuestionamiento sobre la ocasión de establecer nuevas reglas en la materia en la Reforma prevista. También, se pronunció a favor de que se puedan fundar nuevos partidos más frecuentemente. Sin embargo, mientras continuamos pendientes de los detalles de tan esperada reforma, parece que en esta ocasión tan solo dos movimientos lograrán convertirse en partidos a nivel federal.
Todavía en febrero de este año, había 89 propuestas que cumplieron con las exigencias iniciales: su constitución como asociación, la presentación de su proyecto, entre otros. Y, como es natural, debido a la gran cantidad de requisitos que deben cumplirse, este número se ha depurado.
De esas 89 sólo diez entregaron al INE una agenda de asambleas y, de éstas, solo dos han llevado a cabo una cantidad significativa de las mismas: Construyendo Solidaridad y Paz (CSP) y Somos México. Ambas se han decidido por asambleas distritales.
CSP son las nuevas siglas del extinto Partido Encuentro Social (PES), que surge – a su vez – de Encuentro Solidario. Una agrupación que dos veces ha perdido su registro a nivel nacional y que es dirigido por Hugo Eric Flores, hoy diputado federal de la bancada de Morena. Esta organización es la que más ha avanzado en el tema de asambleas, pues lleva 107 de 200.
El segundo, Somos México, es producto del Frente Cívico Nacional y de la Marea Rosa que tuvo su mayor presencia en el 2024, como un movimiento civil que defiende la democracia. Se trata de una organización donde resaltan personajes provenientes de otros partidos, como Emilio Álvarez Icaza, Guadalupe Acosta Naranjo y Fernando Belaunzaran; así como algunos ex funcionarios del INE, entre ellos Edmundo Jacobo. Hasta ahora, este grupo ha validado 72 asambleas.
Aunque aún hay tiempo para cumplir con las asambleas, lo cual debe hacerse dentro del plazo de un año después de haber notificado su intención de convertirse en partido, solo las dos mencionadas destacan un avance importante.
Ahora, adicional a la ejecución de asambleas distritales o estatales, estas agrupaciones deben presentar una afiliación de 256 mil personas con credencial del INE válidas. Será hasta febrero del 2026 que el INE pueda autorizar los registros.
Aquella que la obtenga, irá a las elecciones del 2027 y tendrá que competir sola, es decir, sin alianza o coalición. Si logra obtener más del 3% de los votos de la lista nominal, sobrevivirá y veremos al partido en la elección presidencial. Ahora, ese mínimo de votos es otra de las limitantes para los partidos de reciente creación y, si en verdad se busca facilitar su constitución, es un punto que debería considerarse en la Reforma Electoral.
Esto porque, por ejemplo, en 2020, solo dos organizaciones lograron su registro: Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas. Sin embargo, ambas lo perdieron después de las elecciones del 2021, por no haber alcanzado ese porcentaje mínimo requerido.
Hay que saber que las dificultades para montar una nueva formación política en México responden primordialmente al control que el Estado quiera ejercer sobre ello. Si en realidad la presidenta busca que la “representación popular” vaya ganando terreno sobre la “representación de las élites”, será muy necesario suavizar algunos otros extremos, incluyendo el financiamiento que puedan llegar a recibir.
Facilitar que se formen nuevos partidos políticos más seguido y atenuar los requisitos, permitirá mayor competencia y un verdadero fortalecimiento democrático.
X:@marlenemizrahi