Retrato Hablado

Investigación, un paraguas para desmitificar a Rusia

El de Putin es un régimen conservador, menos popular cada vez aunque conserva bastante fuerza, y eso es algo que no se entiende o no se quiere entender afuera”, dice Rainer María Matos.

Es posible que cuando Vladimir Putin deje la presidencia de la Federación Rusa, Rainer María Matos Franco –sí, le debe su nombre al poeta– haya escrito las últimas páginas del que será su tercer o cuarto libro, sobre el primer anticomunismo europeo. En 1923, el caso jurídico de un emigrado ruso –nacionalizado suizo– que asesinó a un diplomático soviético en el Hôtel Cécil de Lausana, volcó a la emigración rusa a favor del inculpado. Seis meses después, el criminal fue absuelto por haber matado al rojo. Faltaba más; había hecho un “bien público”. La defensa, hábilmente convirtió el caso en un proceso contra el comunismo. “Claro. Porque los soviéticos siempre han sido malos, matan gente, comen niños, son comunistas y ateos”, se mofa el estudioso, nacido en noviembre de 1989, dos días después de la caída del Muro de Berlín, el hito que miraba asombrada su madre en la televisión, mientras lo amamantaba.

Rainer Matos es hijo del afamado arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y de la restauradora María Luisa Franco Brizuela. Se conocieron en el Templo Mayor. Él dirigía el proyecto y ella era una becaria. Ambos ejercieron enorme influencia sobre el hijo que tuvieron: “Me hablaban sobre música, arte, cultura. Yo creía en los dioses aztecas de niño”. Matos cuenta divertido que tuvo alguna conversación teológica en la Montessori. Recuerda que un compañero afirmó que había un solo Dios pero él replicó que no, que había más de uno: Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tláloc...

De alguna manera estaba predispuesto a estudiar historia. “Quedé fuera de la UNAM por alguna pregunta fallida de biología o de química, cosa que siempre me pareció injusta”. Pero entró al Colegio de México a Relaciones Internacionales donde, por la influencia de su padre y de su profesor, Fernando Escalante Gonzalbo, se inclinó por la visión antropológica del mundo, que además, encajaba bien con su fijación por Rusia.

En la licenciatura, alineó tantos ensayos e investigaciones como pudo a los asuntos políticos, sociales o históricos rusos y, hacia el final, se fue a Moscú un semestre de intercambio. “Los mejores seis meses de mi vida”, afirma. Estudió en la Escuela Superior de Economía (Higher School of Economics), una universidad pública de corte neoliberal, fundada cuando ese país abrió su economía al mercado.

-Rusia es completamente distinto a lo que uno cree-, dice.

-Dime tres cosas en las que típicamente nos equivocamos acerca de Rusia.

-¿Es una dictadura? Bueno… ¿Es un sistema autoritario? Sí. ¿Hay elecciones? Sí. ¿Se respetan los resultados? En su mayoría, sí. ¿Hay oposición? Sí. ¿Hay oposición en el Parlamento? También. ¿Hay gobernadores de oposición que ganan en otras regiones? Sí. Entonces me parece que no es tanto una dictadura, sino un sistema autoritario muy parecido al PRI en los años 70. Es más bien una anarquía bastante organizada. El otro mito es que los rusos son fríos. Son las personas más sencillas y cálidas que hay. A lo mejor no tienen mucho, pero ofrecen mucho. Y el tercero es que en Rusia hay osos.

“Tengo la inquietud de desmitificar eso, pero cuando lo hago, me llueve la crítica, me dicen pro-Putin, prorruso, etcétera. Creo que soy objetivo, pero más bien los dados están tan cargados de un lado, que al hablar de Rusia bajo una luz que no es la de siempre, surge ese juicio”.

-Supongo que te da lo mismo.

-En general, sí.

-La crítica de ese tipo no viene de gente muy seria, ¿no?

-Hay de todo, pero en general no viene de gente muy seria.

Una de las líneas de investigación de Matos Franco culminó en el libro Limbos rojizos, la nostalgia por el socialismo. “La gente que ahora es mayor, que vivió la época de Brézhnev, experimentó un socialismo más relajado, con muy poca represión, más pragmático, en el que la Unión Soviética era la segunda potencia mundial a fin de cuentas. Todos detestan a Gorbachov, el líder del cambio y la apertura. A final de cuentas, el fenómeno Putin surge como reacción a esos años 90 terribles, de neoliberalismo rampante, de privatización de la economía y la política. El PIB cayó al 50 por ciento de 1990 a 1994 y el alcoholismo y el crimen aumentaron 80 por ciento en el mismo periodo. En ese sentido, el de Putin es un régimen conservador, menos popular cada vez aunque conserva bastante fuerza, y eso es algo que no se entiende o no se quiere entender afuera”.

En 2014, Matos escribía discursos para el subsecretario de Educación Superior, Fernando Serrano Migallón. Después estudió la maestría en Estudios de Rusia y Eurasia en la Universidad Europea de San Petersburgo, una rara universidad privada con buena fama en el medio académico, pero no en el gubernamental dada su afinidad con el sector liberal. Regresó a México en 2016. Trabajó en el ISSSTE, primero como jefe de Oficina del secretario general, Juan Manuel Verdugo Rosas, y luego como secretario de Relaciones Internacionales del instituto. Durante ese tiempo también escribió La historia mínima de Rusia, que forma parte de la colección de historias mínimas del Colmex.

El investigador espera que del doctorado en historia, que cursa en la Higher School of Economics –en un programa conjunto con la universidad de Turín– surja un libro más, aparte de la tesis.

Matos ha atravesado la pandemia en México, pero se casó con una rusa y el hogar de ambos está en San Petersburgo. “Es más fácil encontrar una plaza como profesor allá. En Rusia, el Estado destina muchos recursos a la educación pública, a la cultura ni se diga, y quizás el salario de un profesor ruso no sea mucho mayor que el de un mexicano, pero sí tienen mucha más certidumbre y estabilidad. Además, Rusia es un buen lugar para tener hijos. El Estado ofrece ayuda y uno puede dormir tranquilo porque la seguridad pública es impresionante. Claro que me encantaría trabajar en México, pero es un mal momento para hacerlo en el ámbito público y en el privado la crisis también lo ha hecho mucho más difícil”.

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