Profesor en UNAM y en UP. Especialista en temas electorales.

Balance inicial

Tuvimos una jornada razonablemente pacífica, pero con poca participación ciudadana. En cuatro de las seis entidades menos de la mitad de los electores acudieron a votar.

La jornada electoral del pasado 5 de junio deja un saldo favorable al partido en el gobierno. Morena registró triunfos en cuatro de seis gubernaturas en disputa a través de comicios en los que el Instituto Nacional Electoral (INE), como las autoridades electorales locales, demostraron nuevamente que la organización de contiendas es profesional y confiable, lo que confirmó el hecho de que las autoridades electorales autónomas cumplieron una vez más con su cometido y no tendrían que ser desaparecidas, al contrario, merecen fortalecerse y no defenestradas o vulneradas desde el poder y el Congreso con reformas que afecten el buen desempeño en lo sustantivo que está a la vista de todo mundo. De las 20 mil 993 casillas que las instancias electorales aprobaron instalar, solamente 22 no pudieron instalarse debido a entornos de conflictividad social ajenos a los aspectos organizativos. Los resultados preliminares llegaron al 100 por ciento en las seis entidades y los conteos rápidos confirmaron que siguen siendo una poderosa herramienta que apuntala la certeza técnica sobre los resultados en la misma noche de la elección.

Es una realidad que Morena sigue cosechando triunfos en gubernaturas pese a que el gobierno federal entrega resultados de suyo cuestionables en aspectos centrales de la vida y convivencia social como la seguridad, la economía, empleo, salud, precios de los combustibles que no ceden y, con ello, el encarecimiento de los alimentos, bienes y servicios fundamentales para la población.

El avance de Morena se da en una etapa del sexenio que se acerca al final y el presidente López Obrador no está en las boletas, aunque no se observa una vocación de sus gobernantes por respetar las reglas de imparcialidad desde el aparato público y siguen acumulando pronunciamientos del Tribunal Electoral por ignorar que deben conducirse con neutralidad cuando hay comicios.

Tuvimos una jornada razonablemente pacífica, pero con poca participación ciudadana. En cuatro de las seis entidades menos de la mitad de los electores acudieron a votar (Aguascalientes 45.9 por ciento, Hidalgo 47.5 por ciento, Quintana Roo 40.4 por ciento y Oaxaca 38.7 por ciento). Solo en dos fue la mayoría de los electores (Durango 50.4 por ciento y Tamaulipas 53.3 por ciento).

Fue una jornada de resultados negativos para la alianza opositora y para el partido MC, que traía una inercia positiva luego de los comicios anteriores, salvo en Aguascalientes y Durango, donde algunas encuestas veían cerrado el resultado y ya en las urnas la distancia fue considerable.

El mapa político del país volvió a reconfigurarse con las elecciones pasadas. Morena dio pasos al frente; el PAN, pese a que sigue siendo la segunda fuerza política en el país, tuvo retrocesos. De 2018 a esta elección, el PAN pierde seis estados, ahora solo gobierna en cinco de ellos; el PRI da pasos hacia atrás que lo colocan ante la urgencia de replantearse a sí mismo de cara a las elecciones del próximo año en el Estado de México, la entidad con más votantes del país y Coahuila, entidades donde siempre ha gobernado el PRI.

El mapa político con el que amanecimos el 6 de junio muestra un afianzamiento en las preferencias de las y los electores del partido oficialista, consolidando su fuerza política en 20 estados del país más otros dos que son gobernados por sus aliados. Las recientes elecciones muestran la cada vez más evidente brecha que se abre entre la ciudadanía y los políticos de siempre, cuyas fuerzas se niegan a aceptar que estamos ante realidades que deben verse con anteojeras distintas a las del pasado, son otros tiempos y los códigos para entenderlo se encuentran en el tribunal de la creatividad, de la sensibilidad política y de la razón.

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