Razones y Proporciones

Las paradojas de la menor restricción monetaria

La actual tasa de interés mantiene cierto grado de apretamiento, lo cual es congruente con el propósito de seguir combatiendo la inflación.

A partir de agosto de 2019, la Junta de Gobierno del Banco de México ha reducido gradualmente su tasa de interés de referencia en 125 puntos base hasta situarla en 7.0 por ciento la semana pasada.

El aflojamiento monetario contrasta con el apretamiento creciente que ese instituto central aplicó de finales de 2015 a finales de 2019, mediante el cual acumuló un incremento de 525 puntos base en esa herramienta de política.

La restricción monetaria fue la estrategia con la que el Banxico respondió a la desviación al alza más prolongada y severa exhibida por la inflación anual respecto al objetivo de 3.0 por ciento, desde 2003, cuando esta meta entró en vigor.

De acuerdo con las estimaciones oficiales, el nivel actual de la tasa de interés implica un valor real esperado, ajustado por las expectativas de inflación, ligeramente por encima del intervalo en el que la posición monetaria se considera 'neutral', es decir, aquella que es congruente con el pleno empleo y la estabilidad de los precios.

Con base en esos cálculos, la presente tasa de interés mantiene cierto grado de apretamiento, lo cual es congruente con el propósito de seguir combatiendo la inflación.

A primera vista, la postura monetaria actual podría parecer contradictoria teniendo en cuenta que, desde agosto pasado, en promedio, la inflación anual ha coincidido con la meta.

Esta aparente paradoja puede desentrañarse si se atiende a la cautela con la que el Banxico ha buscado cumplir su objetivo prioritario de procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda. Las siguientes dos razones podrían respaldar esta hipótesis.

En primer lugar, después de incrementarse abruptamente durante 2017, hasta alcanzar ese diciembre el mayor ritmo desde junio de 2001, la inflación anual ha registrado una tendencia, aunque irregular, a la baja.

Con mucho, el principal factor en la desaceleración del INPC ha sido la caída en el dinamismo del subíndice de precios no subyacente. Por ejemplo, la variación anual promedio de este componente pasó de 11.8 por ciento en la segunda mitad de 2017, a sólo 1.4 por ciento en igual lapso dos años después.

Al integrar los precios de productos agropecuarios, así como los energéticos y las tarifas autorizadas por el gobierno, la evolución de este subíndice refleja fundamentalmente las condiciones de los mercados internacionales y las medidas gubernamentales, no la política monetaria.

Dada su naturaleza inherentemente volátil, la atenuación de la inflación no subyacente podría fácilmente revertirse, por lo que este componente no constituye una base firme para la estabilidad de los precios.

En segundo lugar, desde abril de 2018, el aumento anual del subíndice de precios subyacente, que abarca la mayoría restante de los genéricos del INPC, ha registrado una notable resistencia a la baja, manteniéndose constante en aproximadamente 3.7 por ciento.

La persistencia de la inflación subyacente es sorprendente, ya que ha ocurrido a pesar de la postura monetaria restrictiva y la tendencia de debilitamiento económico observadas durante los últimos dos años.

Es difícil explicar la inflexibilidad a la baja en la variación del subíndice subyacente, así como el hecho de que, a pesar del buen desempeño, las expectativas de mediano y largo plazos para la inflación general, recabadas mediante encuestas a analistas, continúen ancladas por arriba de la meta.

Entre otros, los siguientes tres factores podrían contribuir a explicar la aparente falta de credibilidad del objetivo de inflación. Primero, durante los diecisiete años en que esta meta ha estado vigente, la inflación promedio se ha ubicado más de un punto porcentual por arriba del objetivo.

Segundo, es posible que el Banxico haya actuado tomando el intervalo de variabilidad de más y menos un punto porcentual en torno a 3.0 por ciento como la meta efectiva.

Tercero, no puede excluirse que haya prevalecido cierta mezcla de preocupaciones de la autoridad monetaria por controlar la inflación y por cuidar los flujos de capital de la balanza de pagos. Ello lo sugieren las reiteradas referencias a la "postura monetaria relativa" y las comparaciones internacionales de los niveles y diferenciales de tasas de interés en las decisiones de este instituto emisor.

Se dice habitualmente que la política monetaria es más un arte que una ciencia y que, dentro de ese oficio, importan tanto las acciones como las explicaciones. El Banco de México tiene oportunidades importantes para consolidar la estabilidad de los precios disipando las confusiones que, al parecer, subsisten entre el público sobre el grado de compromiso con el objetivo de inflación.

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