Profesor investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana

El metaverso de Marc Zuckerberg… una nueva mirada a la virtualidad

¿Qué impacto tiene la inteligencia artificial y los dispositivos electrónicos en nuestras relaciones sociales, profesionales, políticas y económicas?

¿Cómo será nuestra vida en el futuro? ¿Qué avances tecnológicos vamos a presenciar en los próximos años? ¿Qué incidencia tendrá la cuarta revolución industrial en el desarrollo humano? ¿Qué impacto tiene la inteligencia artificial y los dispositivos electrónicos en nuestras relaciones sociales, profesionales, políticas y económicas? Estas son algunas de las preguntas que me surgen cuando escucho palabras como metaverso, algoritmos inteligentes, realidad aumentada, comercio electrónico, etcétera.

Recuerdo que hace unos buenos años, viendo películas como Volver al Futuro, Sentencia Previa o Identidad Sustituta, imaginaba que el futuro estaría vinculado con la forma en la que nos conducimos o interactuamos con la realidad. La idea de tener vehículos que se conducen por los aires o de utilizar una réplica o una especie de avatar robótico de uno mismo que vayan a cualquier lugar o realicen todo tipo de actividades, incluso riesgosas para el ser humano me resultaba inquietante, tomando en consideración los dilemas que planteaban estas películas, pero no dejaba de resultar interesante, la última película que sentí como una ventana a lo que puede ser el futuro de las relaciones humanas y la tecnología fue Ready Player One: Comienza el juego, que nos mostró un mundo distópico en el que la vida en la realidad virtual, en el ‘oasis’, tiene mayor importancia y valor que aquella que puede vivirse en la realidad.

No me declaro un cinéfilo y mucho menos un conocedor del séptimo arte y seguramente usted, querido lector, tendrá incluso mayores y mejores referencias cinematográficas e incluso literarias similares a las que propongo en el párrafo anterior, sin embargo, esta última idea de la vida en la virtualidad es a la que aparentemente se ha apuntado en los últimos días, a partir del anuncio que en su conferencia anual de desarrolladores de Facebook: Connect 2021, ha dado a conocer el creador de esa plataforma, Mark Zuckerberg, en el sentido de que la inversión de esa empresa en los próximos años estará vinculada al impulso de tecnología de realidad virtual y de realidad aumentada, con el objetivo de crear un metaverso que brinde una mayor sensación de presencialidad e inmersión a sus usuarios.

Pero, ¿en qué consiste un metaverso? ¿Cuándo podremos contar con esta tecnología? ¿Qué podemos advertir con esta ‘nueva’ vida virtual? Si acudimos a una fuente general de conocimiento, encontramos en Wikipedia que un metaverso es un concepto utilizado generalmente para describir una experiencia inmersiva y multisensorial en el uso aplicado de diversos desarrollos tecnológicos inmersivos en internet. Los metaversos son entornos donde los humanos interactúan social y económicamente como iconos, a través de un soporte lógico en un ciberespacio, el que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin las limitaciones físicas o económicas allí impuestas. El ejemplo más exitoso de un metaverso que se tiene en la actualidad es el mundo de realidad virtual 3D creado en 2003 la empresa desarrolladora de Software: Linden Lab, denominado Second Life, un software con experiencias inmersivas que pueden ser diseñadas por los usuarios, quienes interactúan, juegan y hacen negocios en dicho ambiente.

El metaverso de Zuckerberg promete ser el ‘futuro’ cercano para la interacción de los humanos, en el que las personas se moverían en una realidad paralela, bajo una sensación de presencialidad totalmente digital, en un entorno virtual y no solo ante una pantalla, como sucede con la experiencia de Second Life.

La propuesta de este nuevo metaverso resulta llamativa desde múltiples dimensiones, de concretarse, y es importante resaltar esto último, porque en el mundo de la industria de la tecnología también se dan pifias y rotundos fracasos, se estaría generando un espacio abierto, que podría fomentar el desarrollo de nuevos entornos para las relaciones humanas y sociales, la información, la economía, los negocios e incluso la política. Para aquellos que andan buscando nuevos mercados o sectores para invertir, los invito a revisar esta nueva propuesta tecnológica.

No obstante, existen otros aspectos que hay que considerar también, algunos de ellos que conllevan un fuerte componente ético que ha sido apenas considerado y a veces soslayado por los grandes desarrolladores, debido a razones económicas y de negocio, así como por una reconfiguración de la cultura y la educación de los usuarios, que desconocen las consecuencias de hacer de su vida entera un panóptico digital. Sobre este punto invito al lector a revisar algunos documentales y autores que advierten sobre los problemas del uso desmedido e inercial de redes sociales o de plataformas digitales como Amazon o Google, tal es el caso de El dilema de las redes sociales, que puede consultar en Netflix; Amazon, Jeff Bezos y la colección de datos, de Deutsche Welle (DW), visible en Youtube o la obra del filósofo francés Éric Sadin que refiere a una siliconización del mundo.

También podemos encontrar el tema de la seguridad, no solamente en los datos y la información que todas estas plataformas recopilan de cada uno de nosotros y que son la materia prima de su negocio, dado que es mediante el uso e interpretación de nuestra información que estos desarrolladores administran y dirigen de alguna manera nuestras decisiones, nuestros intereses y nuestros gustos, información que no siempre se resguarda de manera adecuada y que puede poner en riesgo nuestra identidad, así como nuestra seguridad, en el mejor de los casos financiera, pero también puede llegar a ser incluso física, sin que hasta el momento se haya podido generar una regulación jurídica que permita traer certeza a nuestra vida virtual.

Tal vez el problema práctico más fuerte por resolver sea este último, pues aún no se cuenta con un andamiaje jurídico a nivel internacional y mucho menos nacional, que regule de manera plena todas estas interacciones y transacciones virtuales, así como la protección de los datos, la información y la identidad de cada uno de nosotros como usuarios. El avance de la tecnología en los últimos años ha permitido realizar tantas cosas que, sin embargo, a nivel antropológico, ético y jurídico aun no logramos comprender en su totalidad, no lo digo para inducir al miedo o a ciertos ánimos conspiratorios, solamente lo menciono porque es una realidad a la que tenemos que poner atención si no queremos terminar un poco más deshumanizados de lo que ya estamos.

Juan Otero Varela

Dr. Juan Manuel Otero Varela

Profesor investigador y director académico del programa de Maestría en Derecho Administrativo en el Posgrado de la Facultad de Derecho de la UP; miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I; y miembro del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo.

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