Cuando usted lea estas líneas, seguramente ya estará en marcha la visita del secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, en México, con la presidenta Sheinbaum. En fechas recientes, Héctor de Mauleón hizo públicos detalles de una reunión bilateral de los gobiernos pasados de Estados Unidos y México, al inicio de la administración de López Obrador. En ella, el expresidente habría visitado a Kamala Harris en su residencia en Washington, cuando Harris era vicepresidenta de los Estados Unidos. La idea de AMLO era venderle al gobierno americano que replanteara su relación con los países del hemisferio occidental, al sur de los Estados Unidos. La idea de Kamala al parecer era completamente distinta: era decirle a AMLO que incrementara sus esfuerzos en contra de los cárteles del narcotráfico que operan en nuestro país.
Ahora que el “Mayo” Zambada llegó a un arreglo con la fiscalía americana, y declaró que ha sobornado gobiernos mexicanos desde hace 50 años, la reunión bilateral Rubio-Sheinbaum no pinta para ser sobre temas de amistad y cooperación. Seguramente habrá temas escabrosos en la mesa, como los tuvo López Obrador con Kamala.
Diplomáticamente hablando, es notoria la asimetría entre los dos países, y cómo la distancia entre nuestros gobiernos se ensancha. A López Obrador lo recibió la vicepresidenta; hoy nos visita el secretario de Estado, que no es un político electo y quien está un escaño abajo en la jerarquía de poder. No es cualquier secretario de Estado: es el que ha declarado a los cárteles mexicanos y venezolanos como organizaciones terroristas, y que ha logrado que su jefe, Don Donald Trump, envíe portaaviones y acorazados frente a las costas de Venezuela, en un acto de presión para que Nicolás Maduro, ya desenmascarado en su real papel de líder del cártel de los Soles, suelte su poder dictatorial sobre el Estado venezolano.
¿El desenlace con México será distinto? Sí, porque hasta el momento no hay acusaciones de ese calibre, al menos en público, en contra de los políticos mexicanos. Pero, quizá es uno de esos episodios de la antidiplomacia americana en donde le dicen las cosas a Juan para que las entienda Pedro. El comercio con Venezuela de los Estados Unidos por el momento es limitado; México es su principal socio comercial. Pero, seguramente le pondrán los puntos sobre las íes a la presidenta, y le exigirán más compromiso y cooperación del Estado mexicano en materia de narcotráfico y seguridad. Rubio tendrá que cuidar su lenguaje, o la Presidenta se ofenderá y hará ruido en la prensa y en las redes sociales, acusando los excesos intervencionistas de Washington.
Mientras tanto, Donald Trump cree que va a poder ser el broker, el mediador, de la paz entre Ucrania y Rusia. También cree que Narendra Modi, el primer ministro de India, aceptará el acercamiento estadounidense con Pakistán como una moderación válida entre India y ese país, y también le reconocerá a Trump méritos para el Nobel de la Paz.
Ni Putin cederá un milímetro, ni Modi le reconocerá su mediación a Trump, ni le van a dar el Nobel de la Paz. Alguien tendría que explicar a Trump que su legado es la destrucción de de la Pax Americana instaurada a partir de 1945, y el envenenamiento del pozo comercial que dio paz, orden y crecimiento económico al planeta durante 80 años. Cualquier mediación, real o ficticia, que intente hacer en los conflictos armados de la Eurasia contemporánea, no le alcanzan para el Nobel de la Paz, porque destruir el comercio y las instituciones trae precisamente lo contrario a la paz al mundo.
El deterioro democrático, las ideas únicas, el triunfalismo, no permitirán corregir lo que ha detenido el crecimiento económico, el crimen. Sin ello, no habrá posibilidades de redistribución del ingreso o de la riqueza, solamente de la pobreza y la miseria. Ojalá Rubio haga ver a la Presidenta que debe corregir las desviaciones de nuestro gobierno en seguridad y justicia. Sin una reducción en la violencia, México no es viable. Me dio gusto escuchar a la Presidenta en su informe, diciendo que puede caminar tranquila por todo México. Ojalá llegue el día en que todos los mexicanos podamos decir lo mismo.
La complicidad del Estado mexicano con narcodictaduras como la venezolana y la cubana tendrá que parar. Rubio es un buen aliado de esa causa. Ojalá convenza a la Presidenta, aunque lo dudo. Una de las características de las ideologías de la izquierda es que son sordas y testarudas. Ojalá la Presidenta no lo sea tanto.