Hoy en día está pasando de todo. Las instituciones geopolíticas están cambiando. Estados Unidos está urgiendo a los europeos a que crezcan (en gastos militares) y que dejen de apoyarse en el país de las barras y las estrellas para que sea el policía global. Pero, también Estados Unidos está cambiando. La relación con los vecinos de Hispanoamérica y el Caribe es diferente. Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, no ha hablado de invadir Cuba, pero ganas no le faltan. Ya le ha puesto un golpe al poder político venezolano, declarando a Nicolás Maduro, presidente de ese país, y a sus lugartenientes, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, los líderes de un cártel de narcotráfico, y responsables de la exportación de miles de toneladas de cocaína a los Estados Unidos.
Este caso es un golpe a la línea de flotación de los presidentes socialistas de la región, por ejemplo Gustavo Petro, el exguerrillero colombiano que los ciudadanos de ese país eligieron, y quien parece ávido de defender y lavarle la cara a su homólogo venezolano cada vez que sea posible. También es un golpe para el dictador cubano Díaz Canel, ya que los dos principales productos de exportación de la isla, revoluciones socialistas y espionaje, se verán seriamente comprometidos si Cuba pierde el control que tiene de gobiernos como el venezolano, que le proveen de productos de petróleo, alimentos y otros bienes. El manotazo en la mesa contra Venezuela no le sienta bien a los gobiernos iraní y ruso, quienes pierden a su principal aliado en la región.
El periodista peruano-estadounidense Jaime Bayly reportó, a través de su canal de YouTube, que el avión de Conviasa que normalmente usa el dictador venezolano Maduro, viajó entre Caracas y Managua, presuntamente cargado de oro y efectivo, parte del botín de guerra personal del dictador venezolano, quien pudiera estar contemplando Centroamérica como el lugar para refugiarse. Por el momento, hay una recompensa de 50 millones de dólares por Nicolás Maduro, y otros 30 por Padrino y Cabello (“Disociado sin Cabello”, dice Jaime Bayly).
Es improbable que Estados Unidos entre con una fuerza militar o de marines al territorio venezolano. Una acción bélica integral no le conviene al presidente estadounidense Trump, quien quisiera que la Academia Noruega le dé el Premio Nobel de la Paz (soñar no cuesta nada). Lo que puede pasar en los próximos meses y semanas, quizá días, es que le den una salida política al dictador Maduro hacia Managua, o que su retiro del poder en Venezuela sea una operación quirúrgica de extracción, como las que ha hecho Estados Unidos en otros momentos con gobiernos rebeldes que les han disputado liderazgo o intereses. El escenario ideal sería uno como el de Muamar Gadafi en Libia, y no como el de Saddam Hussein en Iraq.
Pero, el despliegue naval ya está frente a las costas del caribe Venezolano, a la altura de la isla de Curaçao. Algunos gobiernos insulares del Caribe han manifestado su apoyo a la intervención norteamericana. Francamente me sorprende que Guyana no se haya manifestado. Maduro no ha hecho una labor de cultivar amistades en la región; hace un par de años, se anexó una región de la vecina Guyana así nada más.
La líder opositora venezolana, María Corina Machado, ha sido inspiradora. Es impresionante ver a María Corina paseando en las plazas públicas del país, dando entrevistas a la televisión estadounidense, explicando que ahora sí parece que los esfuerzos de Estados Unidos por intervenir en Venezuela van en serio.
El venezolano común está relativamente escéptico y desencantado de una posible intervención americana. Francamente, la crisis humanitaria en la región, con venezolanos exiliados en todas partes, pero especialmente en Colombia, hace pensar que los estadounidenses ya van tarde con su intervención en Venezuela. Hay ecos de la crisis de misiles cubanos de inicios de los sesenta: A los Estados Unidos le ha temblado el pulso en sus relaciones con Cuba. Ese país es un estado parásito, dedicado a subvertir el orden político en toda la región para establecer dictaduras de izquierda.
Estados Unidos reducirá sus riesgos en la región, porque le quita a los cubanos el control que tienen de Venezuela y sus riquezas. Defenestrarlos del trono de Chávez es un golpe importante a favor de la democracia y las libertades en nuestro hemisferio. Pero, eventualmente, tendrán que pensar que hacer con los cocineros de revoluciones de La Habana, quienes son adversarios mucho más complejos.