Costo de oportunidad

Pensiones sin ahorrar

Aunque tengas las mil 250 semanas cotizadas necesarias para jubilarse, y la edad requerida para hacerlo, su pensión puede ser muy baja respecto al último salario cotizado.

Hizo ruido el anuncio del presidente López Obrador, porque dijo que la reforma pensionaria del presidente Zedillo fue “una canallada”, y que va a hacer una reforma para garantizar a todos los trabajadores que se jubilen con el 100 por ciento del último salario.

La reforma pensionaria de finales del siglo pasado se hizo porque las reglas anteriores, que venían de la era del presidente Echeverría, eran financieramente insostenibles. Aquí trataré de explicar por qué.

Hay dos grandes tipos de sistemas de pensiones. Uno, como el que teníamos en la ley de 1973, es un sistema de “beneficio definido”. Así lo que quiere el presidente. Este sistema es solidario. Los trabajadores más jóvenes fondean la pensión de los más viejos. No había cuentas individuales. Había un solo fondo, una gran licuadora de dinero, en el IMSS. Ese tipo de sistemas tiene un problema: en la medida en que las sociedades envejecen, se reduce el cociente de jóvenes aportantes por pensionado. La carga para los más jóvenes se vuelve muy onerosa. Las tendencias demográficas duran varias generaciones. Llega un momento en que los jóvenes no aportan, porque se dan cuenta que cuando les llegue la edad de jubilación, no habrá suficiente gente joven que los subsidie.

Yo soy uno de los últimos mexicanos de la generación de transición. Nací en 1972, pero empecé a cotizar muy joven (por ahí en 1987, a los 15 años). Tengo derecho a una generosa pensión echeverrista, subsidiada por ti, votante joven. Claro, no estoy seguro de la capacidad del Estado para pagarme esa pensión. Es muy posible que en el momento de jubilarme, seamos ya tan pocos los de la generación de transición, que no podamos obligar al Estado a hacer el pago. Aún teniendo derecho a esa pensión, no estoy seguro de la solvencia del gobierno para pagarme.

Por otro lado, el otro gran sistema de pensiones es el de contribución definida, como el SAR actual. En él, usted ahorra un peso, y entre la empresa y el gobierno le ponen más o menos entre otros seis y ocho pesos de ahorro. Lo único malo es que el sistema está diseñado para ahorrar muy poquito. 6 y medio puntos porcentuales del salario de cotización al IMSS, que está topado. Por ello, aunque usted tenga las mil 250 semanas cotizadas necesarias para jubilarse, y la edad requerida para hacerlo, su pensión puede ser muy baja, respecto al último salario cotizado. Por ejemplo, si yo ganaba tres veces más que el salario topado del IMSS, mi pensión va a ser más o menos del 2.2 por ciento de mi último salario.

El sistema de 1992 tiene problemas. Durante los casi 15 años de tasas bajas que terminaron hace un par de años, los ahorradores en las Afore estábamos en la lona, porque los bonos gubernamentales en nuestro portafolio daban muy mal rendimiento. Eso cambió en los últimos dos o tres años, con el aumento de tasas. Pero, el ahorro obligatorio es muy bajito.

El sistema pensionario podría reformarse, pero no para regresar a la licuadora de billetes echeverrista. Lo único que pasará con ello es que el déficit actuarial del IMSS, los costos operativos del Instituto, y lo que se le ocurra a quien maneje la chequera, se van a pagar con tu ahorro. Nuestro invierno demográfico nos hará insolventes en menos de 35 años.

En los Estados Unidos, hace un poco más de una década, hicieron una reforma que estimula el ahorro para el retiro. El ahorro alto es el default, a cambio de una tasa fiscal muy favorable para ti y para tu empresa. Si optas por salirte, a tu empresa no le convendrá, y seguramente no te renovarán el contrato. De esa manera, se aseguran que los trabajadores formales ahorren mucho, lo cual le ha dado a la economía de ese país abundancia de capital para invertir y crecer.

El presidente sabe que no le alcanza el tiempo, ni los votos en el Congreso, para hacer esa reforma. Lanza ese pial, para profundizar el encono entre los mexicanos pobres e informales contra los de clase media, que sí han cotizado en el sistema formal y tienen recursos en su Afore.

Aún si tienes poco en tu Afore, si eres joven, el futuro es bueno. Tienes tiempo de cotizar y ahorrar más. Habrá buenas tasas, al menos en las próximas dos décadas. La magia del interés compuesto, suponiendo un interés de 5 por ciento, como el año pasado, hará que cada 100 pesos de tu Afore se conviertan en 265 en 20 años, y en 704 pesos en 40 años. Así que, si quieres seguir trabajando y ahorrando para ti, tendrás que votar por la opción que no te obligue a subsidiarme a mí y a otros más viejos que tú y que yo.

COLUMNAS ANTERIORES

A fuego lento
Jóvenes matemáticos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.