Costo de oportunidad

El tren de Masiosare

La razón por la cual somos adeptos a la teoría del complot, la conspiración y el sabotaje, es porque siempre hay un ‘Masiosare’ que osa profanar con su planta el suelo de la patria.

Como niño colombiano trasplantado en México, me tomaba muy en serio la ceremonia de honores a la bandera. México sería mi país, adoptaría su nacionalidad, entonces había que aprenderse el Himno Nacional de memoria, y respetar los símbolos patrios. Mis compañeros en la desaparecida Escuela Alexander Bain de Barranca de Pilares, en Las Águilas, no se tomaban el tema tan en serio.

En esos años conocí el popular chiste de “Masiosare”, el extraño enemigo al que aludía el Himno Nacional. Creo que la razón por la cual somos adeptos a la teoría del complot, la conspiración y el sabotaje, es porque siempre hay un Masiosare que osa profanar con su planta el suelo de la patria.

¿Quién podría estar saboteando el Metro de la Ciudad de México? Personajes como on Epigmenio Ibarra, han sugerido que “es la oposición, porque así de mezquina es”.

La oposición política a la 4T en México no existe. No está articulada. Nadie quiere ser la cabeza visible de esa oposición porque saben que Andrés y sus acólitos son rudos y vengativos. Ojalá los partidos que no están en el gobierno (llamarles oposición es una exageración) hagan una elección primaria y tengan un candidato de unidad que tenga una vida pública irreprochable y resistente a los golpes bajos. El meme de Felipe Calderón saliendo de entre las vías, con una risa diabólica entre los dientes, es una caricatura hilarante pero inverosímil.

En un ejercicio de imaginación, trato de ponerme en los zapatos de un saboteador del Metro. No sabría ni por dónde empezar. De entrada, habría que ser experto en trenes franco-canadienses. ¿Usted sabe qué tiene que hacer para lograr que se separen dos vagones en una estación? Yo no tengo la más peregrina idea.

No me imagino a Claudia Sheinbaum, con todo y que sea doctora en física, organizando el sabotaje para propiciar la narrativa de un complot en su contra. Sí la veo aprovechando las fallas para decir “me están saboteando el sistema de transporte, oigan”, pero no la veo metiéndose en la logística de reventar pernos, generar fallas estructurales, desgraciar subestaciones u obligar a los trabajadores del centro de control a usar equipos de cómputo presoviéticos, fichas de dominó y post-it para seguir el tráfico de los convoyes.

Los únicos que podrían sabotear el Metro son los propios trabajadores del Metro, y no tienen ningún incentivo a hacerlo. Sí, la leyenda urbana es que el Metro siempre ha sido una cloaca donde hay accidentes no reportados y que los trabajadores son una mafia, pero ¿realmente tienen alguna razón por la cual interrumpirle sus sueños presidenciales a la doctora Sheinbaum? No se me ocurre ese motivo.

Lo cual nos deja con la explicación más simple y lógica, la que hubiera otorgado Ockham con su navajita. No invertir en el Metro ha sido una mala idea. No subir las tarifas ha sido una idea peor. No castigar la corrupción en los proyectos de inversión mal desarrollados, una idea aún peor. La combinación, es absolutamente abominable.

Mucha gente dice que el Metro no puede ser más caro porque poca gente podría pagarlo. Es cierto, y eso generaría el efecto esperado: reducir la demanda por viajes en ese sistema. Pero también, atraería a un público con más recursos, ayudaría con los problemas de caja del sistema y dejaría recursos para invertir tanto en expansión de la red como en su mantenimiento.

Nadie, ni el compañero Layú que cantaba sonriente con la regenta en la reinaguración de la L12 (qué falta de respeto), ni el compañero Ebrard que también es francomexicano, nos pueden decir que los franceses son menos socialistas que nosotros. Y aún así, cobran lo que deben por los servicios de trenes, y hasta discriminan precios.

¿No podríamos cobrar por llevar bártulos? ¿Por vender mercancías? ¿Multas por ensuciar, hacer ruido y desmanes? ¿No podríamos tener vagones especiales para ir con tu bici, y cobrar al que lo necesite? ¿No podríamos hacer que el servicio fuera más profesional y predecible?

Pues probablemente no se podría, porque el sindicato no quiere reclamos del público, ni el gobierno tampoco. Lo que quieren es que no nos quejemos porque el servicio es regalado.

Paguen más a muchos menos trabajadores. Automaticen funciones. Modernicen los sistemas de cómputo y control. Modernicen la red eléctrica asociada al sistema. Y cobren, carajo. Cobren. Porque pagar con la vida, es demasiado. Hasta el mexicano más pobre prefiere pagar boleto, se los aseguro.

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