La contracción de la economía mexicana durante los primeros ocho meses del año es de -10 por ciento, como comentamos hace un par de días. Sin embargo, en ese mismo lapso Hacienda ha logrado que la recaudación se mantenga. En Impuesto sobre la Renta (ISR) reportan un crecimiento real de 1.1 por ciento; en IVA, una ligera caída de -0.5 por ciento; en IEPS, impuesto directamente asociado a las ventas de combustibles y otros productos, apenas una contracción de -1.8 por ciento.
No tenemos idea de cómo están logrando eso. En su gira de relaciones públicas de hace un par de semanas, el SAT dijo que han mejorado sus prácticas, pero días antes se hizo pública una queja internacional de parte de empresas que afirman que se les niega el derecho a un juicio para dirimir diferencias con esa institución. Considerando otras acciones poco apegadas al espíritu de la ley de parte de este gobierno, preocupa que efectivamente estén extorsionando empresas para recaudar. Preocupa porque esas mismas empresas no querrán seguir invirtiendo en México, y porque, después de ellas, siguen las demás y, al final, estamos todos.
Ahora bien, a pesar de esa recaudación espectacular, las cuentas no le salen al gobierno, porque siguió gastando con singular alegría hasta julio, a pesar de que estábamos en la peor contracción de la historia. En agosto ya no pudieron hacerlo, y por fin hay una reducción en el gasto. Pero el faltante ya existía, y se sigue ampliando por las estimaciones absurdas de ingresos petroleros, que no se cumplen. En agosto, quedaron -28 por ciento por debajo de lo esperado, pero en los ocho meses promedian -52 por ciento. Les faltan 150 mil millones de pesos en ese renglón, que obviamente no se compensan con la recaudación.
De manera que no quedó sino saquear todo. En agosto, los aprovechamientos del gobierno federal reportan 130 mil millones de pesos de ingresos. Entre enero y agosto, ese renglón acumula 286 mil millones de pesos. En la nota nos informan que provienen de 119 mil millones del FEIP (ya se acabó), 22 mil millones del NAIM, 34 mil millones de otros fideicomisos, y 9 mil de paraestatales, entre otros.
Por eso están extinguiendo el resto de fideicomisos, para pasar el dinero al gasto general y que salgan las cuentas del año. Esos recursos estaban destinados a cine y cultura, deporte, ciencia y tecnología, enfermedades catastróficas, desastres naturales, promoción económica, minería, seguridad pública y diversas actividades más. La idea de los fideicomisos era evitar que este tipo de gastos tuviese que depender, año tras año, de discusiones políticas, y que además tuvieran que detener su ejecución durante las semanas en las que la administración pública cierra un ejercicio y abre el siguiente. No se pueden detener experimentos, proyectos de investigación, tratamientos médicos o atención a víctimas, de acuerdo con el calendario burocrático.
Pero a este gobierno no le importa nada que no sea el poder, como usted ya sabe. Necesitan el dinero para seguir financiando los caprichos presidenciales y la compra de votos disfrazada como gasto social, y para eso se lo llevan. Total, si ya murieron más de 200 mil mexicanos debido al mal manejo de la pandemia, unos cuantos más que mueran por falta de tratamiento o atención no cambiarán la opinión pública, me imagino que piensan. Si ya los investigadores y artistas votaron por Morena en 2018, perder su voto ahora no tiene mayor impacto.
El tema de finanzas públicas en este año será, seguramente, motivo de estudio en el futuro. No sé si para entender la reconstrucción del Estado autoritario o el fin de la nación. Ya sabremos.
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