Fuera de la Caja

CRISPR

Macario Schettino analiza y explica qué significa la palabrota “Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats”.

Una de las tecnologías más importantes que se han desarrollado en los últimos años es la que se conoce con el acrónimo CRISPR. La palabrota significa "Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats", que traduce como "pequeños bloques palindrómicos intercalados repetidos regularmente". Me imagino que se entiende igual de bien en inglés y en español. Se trata de unas secuencias que aparecen en el ADN de los seres vivos, que fueron descubiertos hace casi 30 años por varias personas, entre ellos Francisco Juan Martínez Mojica, de la universidad de Alicante, en España.

Usted debe recordar que el ADN es la sustancia química que contiene la información que permite la vida, por ponerlo de alguna manera. Es una muy larga cadena de azúcares que sostienen unas bases que se traducen en instrucciones para la construcción de proteínas. El ADN se encuentra en el núcleo de las células, en algo que llamamos 'cromosomas'. Una parte muy grande del ADN no parecía tener gran utilidad, pero ahora resulta que sí.

Los tres equipos que encontraron estos bloques (CRISPR), lo hicieron en bacterias. Y resulta que esos bloques corresponden al ADN de virus, que la bacteria tragó y controló en algún momento del pasado. En el ADN, entonces, se quedó guardada esa información. Esto, por sí mismo, me parece fascinante, pero la tecnología a la que me refiero es un avance mucho más reciente. Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, estadounidense y francesa, lograron aprovechar un caso específico de CRISPR/cas9, para construir un mecanismo de ingeniería genética extraordinariamente preciso en 2015. Ese es el CRISPR que usted habrá escuchado recientemente, o lo hará en muy poco tiempo.

Esta tecnología permite modificar una secuencia genética, que puede tener seis mil millones de letras (las bases que le comentaba), en una sola de ellas. Basta saber cuál es la que se quiere modificar, para hacerlo con esta tecnología a un costo sumamente reducido. No es la primera tecnología que permite la ingeniería genética, hay al menos dos más que funcionan, pero a costos mucho mayores. Esta tecnología es sencilla, efectiva y barata. No dudo que este año el Nobel de Química se le otorgue a Doudna y Charpentier, y tal vez a Mojica, o a algún otro de los descubridores originales de la secuencia.

Lo que CRISPR significa es que cualquier enfermedad con origen genético claro puede ser resuelta. Para ello, se requiere la identificación precisa de la alteración genética que la causa, pero también encontrar una forma de actuar a tiempo. Imagino que tardaremos una década en lograr que este tipo de medicina se generalice, pero el tiempo ha empezado a correr. Por cierto, también el riesgo de que haya quien quiera modificar una secuencia genética no para corregir una enfermedad, sino algo que no es de su parecer. Habrá que discutir qué debemos hacer y qué no, pero la tecnología ahí está ya.

Parte de lo que le he comentado lo puede usted leer en el libro de Doudna (escrito en colaboración con Samuel Sternberg), titulado A Crack in Creation, publicado en 2017 por Houghton Mifflin Harcourt. En él, la investigadora no sólo platica el origen de CRISPR y la historia de sus propios descubrimientos, sino que intenta analizar (con menos éxito) los posibles temas éticos al respecto. Hay también en el libro una explicación que me parece importante acerca de las diferencias entre los transgénicos y la ingeniería genética, especialmente para muchos que, sin entender, se aterran de los cambios.

Más allá de los problemas diarios, de las decepciones políticas y de la incertidumbre económica, los avances tecnológicos están construyendo un mundo muy diferente del que los humanos conocimos en toda nuestra historia. Conviene estar enterado de ello.

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey .

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